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Lectura andaluza/Lectura española

Macarena Olona, Juanma Moreno, y Juan Espadas, en el debate electoral.

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La hegemonía del PSOE en Andalucía tiene su origen en el referéndum del 28 de Febrero de 1980. En las primeras elecciones, las del 15 de junio de 1977, el PSOE obtuvo el 36.69% de los votos y 27 escaños mientras que UCD obtuvo el 34.88% y 26 escaños. En las de 1979, UCD obtuvo 24 escaños y el PSOE, 23. Y en las municipales de 1979, UCD fue el partido más votado en el conjunto de Andalucía y ganó en seis de las ocho capitales: Almería, Cádiz, Granada, Huelva, Jaén y Sevilla. Fue la ventaja del PCE sobre AP lo que permitió que la izquierda superara ligeramente a la derecha. Pero entre UCD y PSOE había en el momento inicial de la democracia una situación de empate.

Es la catastrófica decisión de UCD en el referéndum del 28F la que lo cambió todo. El suicidio que supuso la opción de UCD dejó el espacio de la derecha en manos de un partido, AP, con cero escaños por Andalucía en el Congreso y en el Senado y casi sin representación municipal. La travesía del desierto que tuvo que hacer la derecha española como consecuencia de ello fue terrible. Solamente empezó a levantar cabeza en las elecciones municipales de 1991 y no sería hasta 1996 cuando conseguiría llegar a la presidencia del Gobierno.

Si así fue en general en el Estado, en Andalucía fue mucho peor. En realidad en las elecciones generales de 1993, si no hubiera sido por la diferencia de un millón de votos en Andalucía entre PSOE y PP, este último habría ganado. 

En Andalucía tras el 28F, también como consecuencia de la descomposición del PCE-PSUC, que pasó de los 23 escaños de 1979 a 4 en 1982, el PSOE conseguiría una posición durante mucho tiempo mucho más que hegemónica. En una sola ocasión, en 2012, consiguió el PP ganarle al PSOE y fue una victoria pírrica, ya que no consiguió superar al conjunto de la izquierda. En todas las demás convocatorias las victorias del PSOE eran arrolladoras.

Hasta 2018 no se produciría la primera derrota de la izquierda en Andalucía. Y no por obra del PP, sino por la confluencia de las tres derechas, PP, Ciudadanos y Vox. Para el PP se trataba de una victoria agridulce, ya que en esas elecciones obtuvo sus peores resultados. Y los consiguió como consecuencia de la pérdida del monopolio en la representación de la derecha.

Pero en 2018 se quebró la hegemonía de la izquierda en general y del PSOE en particular. En 2022 esa quiebra se ha hecho todavía mayor desde un punto de vista cuantitativo y ha cambiado, sobre todo, desde un punto de vista cualitativo a favor del PP.

El PP no solamente ha conseguido ganar él solo a toda la izquierda, sino que ha conseguido, sobre todo, reducir la complejidad de la representación de las derechas. Ha hecho desaparecer a Ciudadanos y ha conseguido frenar a Vox, pudiendo empezar a plantearse volver a representar la derecha española en régimen de monopolio.

Si el PP consigue transmitir con credibilidad al electorado de derecha que él solo puede ganar las elecciones, la posibilidad de que los electores de Vox vuelvan al PP es alta. Vox nace ante la perspectiva de que el PP solo no puede ganar. Mientras el PP parecía que podía ganar solo, el voto de Vox se mantuvo dentro del PP sin rechistar. Es la perspectiva de la derrota del PP en solitario la que estimuló a una parte de los votantes del PP a expresarse autónomamente como Vox. Si la perspectiva de la victoria vuelve a parecer verosímil, el PP podría volver a concentrar todo el voto de la derecha española.

Esta perspectiva es la que ha abierto el resultado de este pasado 19J. El PP no solamente ha frenado a Vox en Andalucía, sino que puede empezar a transmitir con credibilidad el mensaje de que puede hacerlo desaparecer. El PP en Castilla y León puede plantearse repetir las elecciones el próximo mes de mayo, que, en realidad, es lo que debería ocurrir, ya que Castilla y León accedió a la autonomía por la vía del artículo 143 de la Constitución y las elecciones en dichas Comunidades se celebran conjuntamente con las municipales en el mes de mayo. En Madrid se va a hacer así. Si Alfonso Fernández Mañueco llega a la conclusión de que tiene más que perder manteniendo a Vox en el Gobierno que disolviendo y convocando elecciones, ahora puede hacerlo.

Aparte del destrozo que ha supuesto para la izquierda, el resultado electoral del pasado 19J puede alterar significativamente el funcionamiento del sistema político español de estos últimos años.

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