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Primer asalto

El presidente de VOX, Santiago Abascal,  en el pleno de la moción de censura

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Iñaki Gabilondo en su análisis matutino en la Cadena SER poco antes de que se iniciara en el pleno del Congreso el debate de la moción de censura consideraba que el mayor riesgo que corría el presidente del Gobierno era tomarse a la ligera la censura de la que iba a ser objeto por parte de Vox, dando por supuesto que, simplemente por venir de donde venía, la censura ya estaba descalificada y que no había que hacer un gran esfuerzo para responder a la misma. Sería un enorme error actuar de esta manera. La censura de Vox va a conectar con seguridad con preocupaciones que están presentes en la sociedad y si el presidente del Gobierno no es capaz de responder a la misma de una manera solvente, puede quedar seriamente debilitado.

Está claro que Pedro Sánchez no pudo preparar su intervención tras oír a Iñaki, aunque es muy probable que lo haya oído, pero de lo que no cabe duda es de que se presentó en el Congreso con una intervención tan meticulosamente preparada, como Iñaki Gabilondo le habría aconsejado de haber hablado con él estos días pasados.

La preparación de la intervención en una moción de censura es una operación compleja. Tanto para el que la presenta como para el que tiene que defenderse frente a ella. La parte destructiva y la parte constructiva de la moción son inescindibles. El candidato que encabeza la moción de censura que se registra en el Congreso de los Diputados, aunque cuente con la ayuda de un miembro de su grupo parlamentario que formaliza previamente los motivos de la censura, tiene necesariamente que dedicar la primera parte de su intervención a la crítica de la ejecutoria del presidente del Gobierno, para a continuación presentar el programa alternativo con base en el cual solicita el voto de la Cámara.

El presidente del Gobierno tiene que dedicar la primera parte de su intervención a defender su ejecutoria de la crítica recibida, para a continuación intentar minar la credibilidad del programa que ha presentado el candidato que encabeza la moción de censura.

Ambas partes de la intervención son igualmente importantes. Hay que saber atacar y hay que saber defenderse. Y hay que saber hacerlo a lo largo de todo el debate, que se desarrolla, como mínimo, en dos tiempos. La primera intervención se puede traer preparada, pero en la segunda hay que reaccionar a la respuesta recibida, que, aunque se pueda más o menos vislumbrar como va a ser, no se tiene nunca seguridad de los términos concretos en que va a expresarse.

Mi impresión es que Santiago Abascal no contó con que el presidente del Gobierno iba a venir con una intervención tan meticulosamente preparada. Está claro que los asesores de Pedro Sánchez han rastreado todo lo que los dirigentes de Vox en general y Santiago Abascal han dicho y hecho desde que están activos en política y le han suministrado al presidente munición apropiada para dejar en fuera de juego al candidato.

Pedro Sánchez sabía más que el propio Santiago Abascal de lo que había sido su trayectoria política. La “píldora” que le dirigió sobre el apoyo condicionado de Vox a la Monarquía en función de lo que el rey estuviera dispuesto a aceptar en lo que a la distribución territorial del poder ser refiere, lo dejó completamente desconcertado. Después de su intervención inicial, en la que trató de convertir a la Monarquía en “seña de identidad” de Vox, se encontró con que hacía unos años había hecho depender el apoyo a la Monarquía de la política territorial que el rey estuviera dispuesto a aceptar.

Estoy seguro de que ni él mismo se acordaba de las palabras que el presidente del Gobierno citó textualmente. El golpe lo dejó aturdido. Empezó titubeando la segunda parte de su intervención y ya no fue capaz de coger el tono presidencial que una moción de censura exige. Pedro Sánchez aprovecharía su réplica para golpearlo de nuevo haciendo un repaso de los seis ejes en que Vox había hecho descansar su escrito de moción de censura, dando a entender que Santiago Abascal ni siquiera lo había leído. Si lo había hecho, todavía peor, porque el escrito estaba repleto de disparates.

Tengo interés en ver cómo interpretan las intervenciones del candidato y del presidente los expertos en lenguaje corporal. Mi impresión es que Pedro Sánchez dejó pinchado el globo de la moción de censura por la mañana.

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