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Riesgo de regresión democrática

El presidente Donald Trump en la Casa Blanca el 5 de noviembre de 2020

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La composición del Colegio Electoral a través del cual se acaba designando al presidente de los Estados Unidos se ha convertido en un riesgo permanente para la democracia. Para la democracia en Estados Unidos en primer lugar y, por ser los Estados Unidos lo que son, para la democracia en el resto del mundo.

Pienso que una mayoría clara de ciudadanos estadounidenses y una mayoría todavía más amplia de ciudadanos del resto del mundo hemos experimentado una sensación de alivio al conocer los resultados de las elecciones del pasado 3 de noviembre, especialmente al comprobar en los días inmediatamente posteriores que el candidato demócrata había conseguido la victoria de manera inequívoca. La sensación de que habíamos estado al borde del desastre, pero que habíamos conseguido escapar de él, pienso que ha sido una sensación extraordinariamente compartida.

A pesar de que el presidente está intentando impedir que el 14 de diciembre se cierre el proceso y sea definitivamente designado Joe Biden como presidente electo de los Estados Unidos, parece muy improbable que pueda conseguirlo. Pero tranquilidad absoluta no tendremos hasta ese día. Aun después de haber perdido las elecciones por más de cinco millones de votos y por una distancia de 306 a 232 votos en el Colegio Electoral, hay todavía una cierta ansiedad por lo que puede acabar pasando. Es todo un indicador del mundo en el que estamos viviendo.

Pero sobre lo que quiero llamar la atención del lector en este artículo no es sobre la posibilidad de que Donald Trump pueda acabar dando una suerte de golpe de Estado y conseguir permanecer en la presidencia de los Estados Unidos. Voy a dar por supuesto que eso no va a suceder.

Sobre lo que quiero llamar la atención es sobre el hecho de que hemos evitado la catástrofe de la reelección de Donald Trump por un puñado de votos. Por menos votos que por los que se decidieron las elecciones en 2016 a su favor. 

El estudio de los resultados electorales de este 2020, después de los resultados de 2016, es lo que enciende todas las alarmas que puedan encenderse. 

En 2016 Hillary Clinton consiguió tres millones de votos más que Donald Trump, pero Trump consiguió 77.000 votos más que Hillary Clinton en Wisconsin, Michigan y Pensilvania. Con esos 77.000 votos consiguió una victoria en el Colegio Electoral de 306 a 232. 

En 2020 Joe Biden ha conseguido 10.457 votos más en Arizona, 12.781 en Georgia y 20.565 en Wisconsin. En total 43.803 votos, que le han proporcionado 37 votos en el Colegio Electoral. Es lo que le ha permitido llegar a los 306 votos frente a los 232 de Donald Trump. El mismo resultado de 2016 invertido.

Con 44.000 votos más en esos tres estados, Donald Trump y Joe Biden habrían empatado a 269 en el Colegio Electoral. En tal caso la elección habría pasado al Congreso en el que cada estado dispone de un voto. Los demócratas tienen mayoría en el Congreso, pero los Republicanos controlan un mayor número de estados. En consecuencia, Donald Trump seguiría siendo presidente durante los próximos cuatro años. 

Dado que cambiar la composición del Colegio Electoral exigiría una reforma de la Constitución, se pue apostar con seguridad que tal reforma no se va a producir. Si tras cuatro años de ver a Donald Trump en acción, el resultado electoral es el que ha sido, no hay muchos motivos para ser optimista. 

Es verdad que la resistencia del sistema político americano frente a una agresión como la que se ha producido desde la presidencia del país, ha sido digna de admiración. Pero el hecho de que no se haya producido un rechazo rotundo por parte de la sociedad americana y que el Partido Republicano haya conseguido aumentar en diez millones el número de votantes, proyecta una sombra ominosa sobre el futuro de la democracia en Estados Unidos y, por extensión, en el resto del mundo. 

Revisar los resultados electorales de 2016 y 2020 genera una enorme intranquilidad. Con el Colegio Electoral tal como está y con la deriva que se ha producido en el Partido Republicano es perfectamente posible que el próximo candidato de este partido sea todavía peor que Trump, de la misma manera que Trump ha sido peor que Bush hijo y que este fue peor que Reagan, que fue con el que empezó la transformación del Partido Republicano para llegar a ser lo que es ahora mismo. 

El 20 de enero dejaremos atrás la presidencia de Donald Trump, pero dejaremos también atrás la confianza que habíamos tenido hasta la fecha en los Estados Unidos de América como baluarte de la democracia. El riesgo de regresión democrática es más alto que nunca desde hace un siglo. 

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