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LAS GUERRAS CULTURALES / 7

2022: la derecha prefiere una Chanel mestiza, no migrante

La cantante Chanel

Peio H. Riaño

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A Nacho Cano le molesta que por dar las gracias a Isabel Díaz Ayuso le acusen de flirtear con la derecha. “En los años ochenta no había censura”, le contó a Pablo Motos en El Hormiguero para justificar su cercanía con la presidenta de la Comunidad de Madrid y con el alcalde también del PP, José Luis Martínez-Almeida. “No te metían en las izquierdas o las derechas con el puto discurso de los cojones”, sostuvo durante el programa para tratar de demostrar que es un creador al margen de ideologías. Minutos después alabó a la cantante, bailarina y actriz Chanel Terrero, medalla de bronce en Eurovisión, y entonces sí dejó clara su fijación política cómplice con las derechas.

Nacho Cano conoce bien a Chanel y hasta este viernes estaba previsto que interpretara el personaje de Malinche en su polémico montaje, acerca de la fundación de México según el relato de la hispanidad. Debía suceder a partir del 15 de septiembre. La productora del musical omitió el nombre de Chanel del elenco, sin ofrecer ninguna explicación.

La actriz mexicana Andrea Boyardo sustituirá a Chanel en el espectáculo que ya no tendrá lugar en una pirámide azteca de 25 metros con un teatro en su interior para más de 1.000 butacas, en un solar de Hortaleza. Será en Ifema y desde 35 euros (“con visibilidad reducida”) hasta 125 euros (“butaca VIP México mágico”). En el programa de Pablo Motos, días antes de la celebración del festival de Eurovisión, Cano explicó que llevaba un año y tres meses ensayando con Chanel y vaticinó un éxito: “No hay nadie en ese concurso, y no he visto a los demás, que vaya más preparado que Chanel”. 

Pero con su trabajo y su preparación no basta. Nacho Cano añadió que “es un éxito que va más allá”. Y en ese momento explicó su visión de la hispanidad, que es la que da sentido a su nuevo producto musical. “Hace 500 años empezó el mestizaje y ella es una mestiza que defiende a España en Eurovisión”, dijo en un arco histórico que arrancó en la invasión de México de Hernán Cortés, el 13 de agosto de 1521, y acabó en Laura Pausini presentando aquella gala. De una invasión sangrienta a un concurso de canciones.

Romantizar la historia

Después de Eurovisión a Chanel apenas se le ha visto actuar. Hizo una aparición estelar de última hora en las fiestas de San Isidro, en mayo, y, sobre todo, dio el pregón de las fiestas del Orgullo LGTBIQ+, en julio, donde declaró que lucharía “cada día” para que la comunidad homosexual reciba el orgullo que se merece. “Gracias a todos los hombres y mujeres que he querido, por enseñarme a amar sin prejuicios”, reconoció la cantante ante los aplausos del público. “Porque no se trata de ser respetado ames a quien ames, se trata de ser respetado seas quien seas”, terminó su discurso. 

Su alegato por el amor sin límites convencionales choca frontalmente con la romantización de la historia que propone Nacho Cano en su montaje. La tesis que maneja el músico defiende un mito fundacional del “amor” entre la mujer indígena y el militar extremeño, que asegura que los mexicanos son gracias a los españoles. El nacimiento de una nueva cultura a partir de la unión de Malinche y Hernán Cortés. 

Cano continuó en El Hormiguero con su leyenda histórica sin amainar la fiebre españolista y, según el propio músico, apolítica: “Es un éxito de nuestra nación y de nuestra cultura y de algo tan maravilloso como es el mestizaje, que hicimos nosotros”, dijo Nacho Cano incluyéndose en el equipo de aquellos españoles de hace cinco siglos.

“Después de tanta batalla y tanta tragedia, siempre hay vencedores y vencidos. Pero en este caso fue algo diferente. Hay una nueva raza con mucha personalidad”, suelta Nacho Cano a los intérpretes de su musical, en el salón de su casa mientras graban el documental que estrenó Netflix el año pasado. Según el músico el encuentro entre los españoles y aztecas tuvo “pasión y emoción”, lo explica él mismo: “Los aztecas eran muy emocionales. Los españoles, también. Por eso se fundieron en uno”.

El antiguo componente de Mecano ha construido una leyenda que borra los asesinatos, las apropiaciones y la imposición cultural. Esto ya lo hizo el Consejo de la Hispanidad durante la dictadura. Malinche es el personaje que Nacho Cano utiliza para legitimar el mito de la “hispanidad”. 

Camba Ludlow, historiadora que acaba de publicar Ecos de Nueva España: los siglos perdidos en la historia de México (Grijalbo en México), indica que esta historia de amor entre indígena y militar “es una leyenda ridícula”. “El amor romántico es una invención del siglo XIX”, dice y subraya que el presentismo hace que veamos ese supuesto amor como lo veríamos hoy. “Tendemos a juzgar el pasado con nuestro filtro. El historiador Edmundo O'Gorman decía que los historiadores no estábamos para regañar a los muertos, sino para explicar y contextualizar”, cuenta la investigadora especialista en la llegada de los españoles a América.

La historia no es un musical

Los historiadores describen a Malinche como la pieza clave que resuelve la invasión y destrucción de Tenochtitlán a favor del español y los pueblos del valle aliados contra Moctezuma. Gracias a ella Hernán Cortés monta el ejército que acabó con los mexicas, enemigos del pueblo de Malinche. La historiografía mexicana del XIX la ha convertido en traidora y los españoles ven en ella una amante entregada obviando la alianza política. “Malinche es la figura que explica el mundo a Hernán Cortés. Lo que le contara a Cortés es un misterio insondable pero lo que sea que le explicó le permitió el triunfo a Cortés”, cuenta la historiadora mexicana Úrsula Camba Ludlow.

Malinche se convirtió en una mujer libre y él en gobernador de México. Llamar “amor” a esta unión es el relato que defendió Vox en 2020, momento de colapso de las esculturas de Cristóbal Colón y compañía en las ciudades de los Estados Unidos y Latinoamérica. El PP reclamó en el Senado al Gobierno una declaración institucional en defensa del “legado español” para oponerse a la revisión que los países americanos realizaban de los homenajes a ese pasado.

Hay una fecha clave en la construcción de la identidad española y mexicana: 1898 y la pérdida de Cuba, la última colonia del antiguo gran imperio mundial del que ya no quedaba nada. Es en ese momento cuando a ambos lados del Atlántico se crean dos nuevos relatos. Cuentan los historiadores Tomás Pérez Vejo y Alejandro Salafranca, en La conquista de la identidad. México y España, 1521-1910 (Turner), que la Corona española silenció la conquista de México en su propaganda bélica (salas de batallas y espacios de Estado) porque no querían ser recordados como los conquistadores de las Indias sino como instrumentos de su evangelización. Frente a esto, “la Nueva España cimentó su compleja identidad reinterpretando y exaltando la conquista”.

Así sucedió hasta 1898, cuando los españoles cambiaron el relato y sacaron pecho con la conquista, como parte de su construcción nacional. Y México impone la visión contraria, “la de víctimas seculares del abuso europeo”. “México es una creación del siglo XIX, con los himnos, las banderas, como cualquier otro Estado Nación. México ha tenido muchas dificultades para poderse construir como una nación con un discurso”, añade Úrsula Camba Ludlow. La creación de la marca España tampoco ha sido fácil, como cuentan Pérez Vejo y Salafranca. La nostalgia de la mayor peripecia militar de la historia de España vuelve a la actualidad siempre que la patria se queda sin futuro.

Migrante, no mestiza

La cantante Chanel Terrero es una migrante cubana que a los tres años vino con su familia procedentes de La Habana (Cuba). En 1993 se instalaron en Olesa de Montserrat (Barcelona), una población de marcado voto de izquierda, de casi 25.000 habitantes y con ciudadanos empadronados procedentes de 73 países. La población migrante es el 10,1% del total. En Cataluña las tres ciudades con los porcentajes más altos son Barcelona (21,3%), el 22,1% en Hospitalet de Llobregat y en Badalona, el 15,4%. La de nacionalidad marroquí representa casi un 45% del total de extranjeros en Olesa. Destacan también las nacionalidades boliviana, china, colombiana, ecuatoriana, hondureña y paquistaní. Además, tanto el grupo de españoles como extranjeros, el porcentaje de población con estudios superiores es mayor entre las mujeres.

Miquel Riera (del Bloc Olesà) es el alcalde del municipio y en su primer discurso como regidor de Olesa aclaró que la prioridad del gobierno de su partido serían las políticas sociales. El ayuntamiento tiene entre sus objetivos declarados “fomentar la sensibilización, el conocimiento y el compromiso cívico de la ciudadanía”, de valores como la “solidaridad, la paz y los derechos humanos, ”afrontar mediante la acción humanitaria“ las catástrofes de ”origen natural, socionatural y humano“. Y ”promover y contribuir al desarrollo de los países y pueblos del sur“. Riera también gritó de alegría el día en que Chanel Terrero conquistó el tercer lugar de Eurovisión. ”Hay que valorar que una olesana haya alcanzado este nivel profesional gracias a su esfuerzo y perseverancia“, dijo el alcalde. Y también que la actuación, que había sido de diez, confirmó ”la confianza que tenían los olensanos en la vecina que han visto crecer“.

A pesar de la imperofilia del PP, Vox, Ciudadanos y los productos culturales de Nacho Cano, Chanel Terrero no es un éxito del mestizaje forzado por los españoles hace cinco siglos, sino de un plan de políticas migratorias que aspira a la inclusión, la convivencia y la participación. Y, sobre todo, no ven una invasión en la llegada de ciudadanos de otros países. Como puede leerse en la web del ayuntamiento de Olesa de Montserrat, se sienten orgullosos de su diversidad porque “aporta riqueza cultural a la villa y plantea el objetivo de conseguir la inclusión social, la convivencia y la participación activa del conjunto de la ciudadanía”. A pesar de todo, Chanel ha reconocido haber sufrido acoso en el colegio por ser extranjera. 

Aunque gracias a Chanel, Nacho Cano haya construido el relato del amor romántico y el mestizaje para el lanzamiento de su último espectáculo, ella es una ciudadana formada en una población que defiende la acogida al migrante, la comprensión del diferente y la planificación de las ayudas contra la discriminación. Su esfuerzo para llegar a Eurovisión y su contexto social, político y económico no coincide con el relato nacionalista que abandera la derecha española.

Para Ana Díaz Serrano, historiadora e investigadora Ramón y Cajal de la Universidad de Murcia, la idea de mestizaje es “muy peligrosa”. “Su uso desde el hispanismo decimonónico esboza el agradecimiento por una mezcla que mejora lo americano (entendiendo como tal lo indígena) europeizándolo. Ya a finales del siglo XX se utilizó para equilibrar el choque entre la leyenda negra y la leyenda rosa, precisamente en las cercanías de las celebraciones del Quinto Centenario. El hecho de que fuera promovido por hispanistas europeos le otorgó un halo de neutralidad y, por ello, de llave para abrir una de las puertas hacia la verdad histórica de lo que pasó cuando América apareció en los mapas europeos, sin tener que complicarnos con usar términos como ”descubrimiento“, ”encuentro“, ”invasión“ o incluso ”colonización“, indica la historiadora.

La mayor trampa, añade, ha sido dar por hecho el “mestizaje”, siempre, en todo lugar, como un “proceso imparable e incluso deseable”. Lo indígena ha carecido de interés y ha sido descartado en esta reconstrucción del mestizaje. “El mestizaje más que borrar la historia de los pueblos indígenas, la adjunta a una historia de lo europeo”, explica Ana Díaz.

De hecho, la reconstrucción histórica de la hispanidad ha querido beber únicamente de los escritos conservados en Simancas y el Archivo de Indias, donde se custodian las voces de los militares españoles. Y solamente de ellos. Ha dejado fuera del debate a los pueblos dominados y ágrafos, que fueron víctimas de las armas, pero sobre todo del relato de la historia, escrita por los invasores que los aniquilaron. Frente a los relatos conservadores, los historiadores progresistas han añadido a los estudios del pasado la etnohistoria, la historia de las minorías contada desde su propia experiencia. Abrieron los manuales a las voces silenciadas, que se contaron y se estudiaron a ellas mismas durante la poscolonización.

Cuando América no necesitó a nadie para contarse, España perdió la hegemonía del relato y una vez sin poder llegaron los mitos. La misión de la historiografía es neutralizar estos mitos políticos y “completar las páginas de la historia que se han ido dejando en blanco”, como dice Ana Díaz. Nacho Cano insistirá en los estereotipos decimonónicos, pero ya no contará con Chanel Terrero para legitimarlos. 

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