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Arbina viaja a la Belle Epoque para extraer respuestas y conocer el presente

Arbina viaja a la Belle Epoque para extraer respuestas y conocer el presente

EFE

Zaragoza —

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“La historia no es que se repita, pero sí se le da un aire”. Esta una de las conclusiones que el escritor Álvaro Arbina ha sacado de su viaje a la Belle Epoque a través de su última novela, “La sinfonía del tiempo”, una mezcla de novela histórica y suspense que ya va por la tercera edición.

Para Arbina “más que dar respuestas”, la literatura tiene que ayudar a formular preguntas. “Es como si fuera una linterna que alumbra a tu alrededor en una noche oscura y que lo que está haciendo es mostrarte cuánta oscuridad hay a tu alrededor, cuántas preguntas”.

Según explica Arbina en una entrevista con Efe, su traslado a la Belle Epoque le ha servido para transmitir el mensaje de que hay que “mirar al pasado para conocer el presente. Nadie entiende la sinfonía de su tiempo pero sí es posible entender la de tiempos pasados y sacar respuestas”.

Arbina recuerda que la Belle Epoque fue un periodo histórico “fascinante” pero que “terminó en un desastre terrible”, como fue el estallido de la Primera Guerra Mundial.

Es lo que plasma en su último trabajo este joven escritor, una época con “revoluciones en todos los niveles”, desde el cultural al científico, tecnológico o matemático, con “multitud de invenciones” y en la que también quedaban patentes las “complejidades y contradicciones humanas” y el mundo de lo místico.

Con estas dos vertientes, Arbina (Vitoria 1990) va tejiendo una intriga que comienza con la desaparición en 1914 del marido de Elsa Craig en un supuesto viaje a París para contactar con mecenas del arte. En su búsqueda, las pistas la llevan de retorno a las tierras del Cantábrico donde se crió como hija de un empresario vasco para descubrir que otro antepasado suyo también desapareció treinta años antes.

Con un “suave goteo”, Arbina construye una intriga compuesta de pequeños enigmas donde se mezclan conspiraciones ambientadas en los hechos históricos de la época, no solo políticos, como el asesinato del General Prim o la guerra de Cuba, sino también amparados en la revolución industrial que acabó horadando la costa cantábrica en busca del valioso mineral de hierro que luego los altos hornos transformaban en acero, llenando de suburbios marginales las costas británicas pero también trayendo un progreso imparable.

“Como escritor siento que lo que tengo que hacer es contar la parte oscura de la historia, lo que no se ha contado, la parte real” ha explicado Arbina, quien resume que “La sinfonía del tiempo” es también “un homenaje a todas esas presencias anónimas relegadas al olvido y que también forman parte de la historia”.

El autor reconoce, no obstante, que sin su formación como arquitecto “no hubiera sido capaz de escribir una novela de estas dimensiones constructivas, de encajar tramas, subtramas y de contar una época tan compleja y contradictoria como la Belle Epoque”.

Una parte de la historia que él la cuenta conforme la ha ido aprendiendo. “Yo no soy una persona que sabe mucho y lo cuenta en un libro sino que soy una persona que explora con un libro” de modo que la literatura le sirve como “ejercicio” para su propio “descubrimiento y entendimiento” de la vida, asegura.

Salpicada de adjetivos y profusas descripciones con los que el lector puede ser capaz de escuchar, sentir y ver emociones y ambientes, Arbina lo justifica porque es una novela “para disfrutar, no para devorar rápido”.

Mientras su primera novela “La mujer del reloj”, que ya ha alcanzado cinco ediciones, la escribió compaginando su trabajo como arquitecto, el éxito que alcanzó le ha permitido los dos últimos años dedicarse solo a escribir, “aprovechar la oportunidad” y ver hasta dónde puede llegar.

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