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Carlos Berlanga, el artista global que heredó el gen de la genialidad

Carlos Berlanga, el artista global que heredó el gen de la genialidad

Alfredo Oliveros

Oviedo —

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Carlos Berlanga, de quien este año se cumple el vigésimo aniversario de su muerte, fue un “artista global y completo” que no dejaba de crear y de hacer cosas porque había heredado el “gen de la genialidad” de su padre, el mítico director de cintas como El verdugo o La escopeta nacional, a quien llegó a superar en creatividad.

Al menos así lo ve José Luis García Berlanga, el hermano del este artista multidisciplinar que hoy ha participado en el acto inaugural de la muestra “Carlos Berlanga. El eterno retorno”, que a partir de mañana y hasta el 17 de abril podrá visitarse en el Centro Cultural Oscar Niemeyer, de Avilés.

“Carlos probablemente es el que heredó el gen de la genialidad, incluso superando a mi padre, en la facilidad creativa que tenía”, y así se puede observar en la muestra organizada por Pablo Cycet, amigo y colega de profesión del artista y con quien pintó alguno de los últimos cuadros, que se pueden ver también en esta muestra.

Una colección de más de 200 pinturas, dibujos, su única escultura conocida, trabajos de diseño gráfico, originales autógrafos de letras de sus canciones, bocetos o materiales de trabajo componen este repaso por el singular universo de Carlos.

“Era un artista global y completo, al que, además, le era imposible dejar de estar creando y hacer cosas”, ha dicho de su hermano, al que todo el mundo conoce por su música y por sus canciones, tan presentes hoy como el día en que salieron de su imaginación: A quién le importa, Perlas ensangrentadas, Bailando, Ni tú ni nadie o Cómo pudiste hacerme esto a mí, fruto de sus sucesivas etapas en Kaka de Luxe, Alaska y los Pegamoides o Alaska y Dinarama.

En la muestra se pueden ver también piezas tan curiosas como la donada para la ocasión por la familia: un cuadro inacabado pintado a cuatro manos, padre e hijo, siendo este último un adolescente.

También una de las primeras esculturas creadas a partir de unas piedras que recogía en Oropesa, donde veraneaba con su familia, que luego vendía junto a su inseparable Nacho Canut en un puesto del rastro de Madrid, donde el destino comenzó a muñir la movida madrileña con un primer encuentro con Olvido Gara (Alaska), entonces con 14 o 15 años de edad.

José Luis ha definido aquellos tiempos como “momentos de libertad y de curiosidad hacia todo lo nuevo que venía, y de eso se fueron empapando”.

Para todo el que lo conoció, y como él mismo reconocía, era más pintor que músico, aunque esta última faceta le catapultara a la gloria.

De hecho, la muestra se completa con un espacio sonoro en el que se puede escuchar una antología de sus mejores canciones durante el concierto de presentación de Alaska y Dinarama en el programa de TVE La edad de oro, así como una entrevista realizada a los miembros del grupo.

Además, uno de los máximos exponentes de la movida madrileña, convertido en un referente internacional del cine, Pedro Almodóvar, cedió su colección “berlanguiana” a “El eterno retorno”.

El director manchego dice de él en el catálogo editado para la ocasión: “Tengo la sensación de que su obra, pictórica o musical, se le caía de las manos en un parto espontáneo y sin dolor”.

Con El eterno retorno, vuelve a sonar el corazón de Carlos Berlanga, veinte años después de su fallecimiento, como las mil campanas de su Ni tú no nadie.

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