Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

'Locas de alegría': 'Thelma y Louise' a la italiana

Fotograma de 'Locas de Alegría'

Rubén Lardín

El cine italiano tiene una larga tradición de personajes que no se sabe si huyen o persiguen algo. Son marginales benditos, dichosos amorales que entienden el mundo pero no lo comprenden, y que, al percibirlo en toda su complejidad, se ven impelidos a saltarse a la torera las leyes estúpidas de los hombres.

Locas de alegría, el último fenómeno comercial del cine italiano, aspira a jugar en esa liga de películas liberadoras a partir de la historia de dos mujeres que suman fuerzas y emprenden un viaje en el que pretenderán adelantar a la realidad por la izquierda.

Dios las cría y el viento las amontona

El 31 de marzo de 2005 entró en vigor en Italia una ley que ordenaba la clausura de los hospitales psiquiátricos judiciales. Hasta el día de hoy, según informan unos mensajes al final de Locas de alegría, tan solo la mitad de los internos ha encontrado un alojamiento alternativo en proyectos de rehabilitación o en hogares de acogida.

Esa dispersión parece ser el germen de esta película de Paolo Virzì que para desarrollar su argumento ha contado con la asesoría de una docena de especialistas entre psiquiatras, terapeutas y abogados. Profesionales que han guiado los pasos de Beatrice, una condesa millonaria de energía arrolladora, y Donatella, una joven retraída de historial marginal.

Dos mujeres con planteamientos distintos pero intereses similares que entablan conocimiento en un atípico hogar de acogida para individuos con desarreglos mentales. Son las actrices Valeria Bruni Tedeschi y Micaela Ramazzotti en dos interpretaciones muy desiguales pero premiadas ex aequo por jurados diplomáticos como el del último festival de Valladolid, donde la película también mereció la Espiga de Oro y el premio del público.

Ordinaria locura

Locas de alegría, sin embargo, no es una película de festival ni merece más distinción que la aprobación de la taquilla, que ha respondido con los brazos abiertos a esa mediocridad constituyente que también caracteriza el último cine francés de éxito y que se define en un aparente inconformismo social de partida, un entonado de comedia más sentimental que dramática y una tesis conservadora abrochando la función con alevosía.

Paolo Virzì habla de su película como de una sátira sobre la Italia de los inicios de la crisis y entra al trapo cuando la prensa le orienta a promocionarla como cine de mujeres. Si se tercia, tira de la pamema seudofeminista que hoy vende churras y merinas y se remite a Berlusconi para explicar las circunstancias de sus protagonistas, pero es todo cháchara habitual de cineasta porque en su película, y esto hay que decirlo en su honra, no hay nada más allá del honesto y ligero entretenimiento, ni siquiera oportunismo.

Locas de alegría se debate entre el enredo y la alegoría, a la que cederá solo por unos instantes de enajenación haciendo un guiño autoconsciente a Thelma y Louise, la película que todos teníamos en la cabeza antes de entrar al cine. El resto es una somera comedia sobre la amistad, un hilado de peripecias presuntamente excéntricas que al final se diluyen y entregan su discurso al conformismo.

Paolo Virzì no es De Sica ni es Dino Risi, y aunque la inversión de Valeria Bruni Tedeschi es notable, la locuacidad de su personaje tampoco basta para alcanzar en carisma a las construcciones memorables de un Vittorio Gassman.

Sin embargo, aunque evoluciona a trompicones y carente de originalidad, Locas de alegría nos lleva con ella de alguna manera, tal vez porque todos sus aspectos técnicos son invisibles, no hay aparato artístico a la vista ni rastro de ego estorbando la experiencia. Es auténtico cine popular del que se debe y se entrega al espectador, sin ofrecer mucho pero sobre todo sin pedir nada a cambio.

Etiquetas
stats