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No vuelven los autocines porque nunca se han ido

Cine Drive-In norteamericano

Francesc Miró

Los autocines de España no están en peligro de extinción. De hecho, se podría decir que disfrutan de salud. O, al menos, de la misma salud que llevan teniendo desde hace tiempo. Ni buena ni mala. Pero siguen resistiendo.

En los cincuenta, el boom americano del autocine planteó hasta 5.000 a lo largo y ancho de EEUU. En Europa, los primeros se montaron alrededor de las bases militares extranjeras estadounidenses después de la II Guerra Mundial. Por entonces, muchos empresarios con visión, y no necesariamente demasiado dinero, compraron terrenos y los allanaron. Con poner una pantalla y cobrar entrada, ya lo podían llamar autocine. 

En España, la moda americana llegó en 1959, cuando dos empresarios abrieron Motocine Barajas, el primer autocine español. Una aventura desproporcionada asentada sobre un terreno de 40.000 metros cuadrados en la que tenían cabida 700 coches. Hoy, casi sesenta años después, Madrid volverá a tener un autocine.

Pero lo cierto es que hay y ha habido autocines en España desde entonces. Sin hacer demasiado ruido, actualmente existen siete. Y eso sin contar el de Madrid, que abrirá sus puertas, previsiblemente, a finales de agosto. De los presentes hoy, los hay que llevan más de treinta años resistiendo contra viento y marea. Parece ser, que les queda cuerda para rato.

Larga tradición en las costas valencianas

“Nosotros empezamos el 1 de junio de 1981. Es decir, que llevamos 35 años en esto, aunque parezca mentira”, nos cuenta Luis Notario, gerente del Autocine Star en la playa de El Saler de Valencia. “Quisimos montar un negocio y creíamos que un autocine ofrecía algo muy particular. Era algo que habíamos visto en Barcelona cuando pasábamos por la A2, y que pensamos que tenía salida en nuestra tierra”, cuenta Notario.

A él le inspiró El Autocine, así se llamaba el cine al aire libre situado en El Prat de Llobregat, un montaje de más de 18.000 metros cuadrados y capacidad para 395 coches que resistió seis años hasta echar el cierre en 1983. Para entonces, Autocine Star ya llevaba dos años abierto y en activo.

Para Carlos Miralles, gerente y programador del autocine Drive-in de Denia “es un error considerar a los autocines algo clásico o viejo. Es algo moderno, pero debe ofrecer un producto acorde con el público actual”, asegura. 

El Drive-in abrió un 9 de junio de 1979, y en aquél momento, poner un autocine no era una idea tan descabellada. “Nosotros montamos el autocine cuando muchos cines locales estaban cerrando debido al auge de los multisalas”, explica Miralles. “Aquellos cines locales daban programación a ciudades y pueblos. Así que parecía buena idea poder ofrecer un cine de alcance comarcal, que respondiese a las demandas de estas ciudades que se habían quedado sin alternativas”, cuenta.

Miralles no ve tan mal el sector actualmente. “Esto de los autocines va siempre evolucionando a mejor. Muchos autocines que se abren nuevos, no tienen las capacidades necesarias para llevarlo de manera adecuada. No es 'mira, me compro un terreno y abro un autocine', hay que saber programar y saber llevar la gestión de tus capacidades”, resume.

Germán Martínez, gerente de Autocine El Sur, en la ciudad de Mutxamel, Alicante, cuenta que la aventura del cine en el que trabaja empezó también por la misma época. “Por allá, por 1978 empezó la construcción de un sueño de Robert Belmas, que ya tenía experiencia en autocines”, dice. “Se le ocurrió que podría funcionar un autocine en una zona cercana a la costa y desde septiembre de 1980 está abierto. Y aquí seguimos”, cuenta.

Según Miralles, no es casualidad que en la costa valenciana existan tres autocines, y que todos ellos sigan en activo. “Aunque sí que se han montado algunos en el norte, la tradición que tenemos en la costa valenciana viene muy ligada al clima y el buen funcionamiento de la época veraniega”, confiesa el gerente del emplazamiento de Denia.

Mismos problemas, mismas soluciones

“No somos muy diferentes a los cines normales. Nos afectan los mismos problemas: nos afecta el IVA, la piratería, la crisis... A nuestro cine vienes a ver películas, solo que aparcas el coche delante de la pantalla”, defiende el gerente de Autocine Star, Luis Notario.

Lo cierto es que muchos son los autocines que han ido abriendo y cerrando a lo largo de toda España. Hoy en día, más allá de la costa valenciana, aguanta el Autocine Gijón con más de veinte años de proyecciones a sus espaldas. A este se sumaron los Autocine de Cantabria, Autocine Getxo y Autocine Ribadesella, todos montados desde hace apenas dos años. De hecho, el último abrió sus puertas hace escasos meses.

No todo es un camino de rosas: los autocines también se enfrentan a la desestacionalización por abrir todo el año. Y es que malviven después de la época veraniega.

“La mayoría estamos abiertos los doce meses del año pero, por alguna razón, la gente suele pensar que solo abrimos en verano”, nos cuenta Notario. Para Germán Martínez, de Mutxamel, es evidente que “hay más afluencia en verano”, pero él, añade que “la gente tiene la opción de traerse sillas y sentarse fuera del coche para ver las películas y esto da más libertad”.

Para el gerente del Autocine El Sur, la cosa se complica porque no sólo es cuestión del buen tiempo. El público que acude en verano no es el mismo que el que acude el resto del año. “Hay que diferenciar: en verano suelen ser familias y parejas de entre 18 y 40 años, mientras que en invierno la cosa cambia y casi no hay familias. Lo que sí hay son parejas y grupos de amigos”.

Aquí reside el otro gran reto; hay que saber programar. El público objetivo de un autocine es más limitado y no se puede proyectar todo lo que uno quiera. “Hay que ser muy profesional a la hora de programar, no puedes ofrecer exactamente lo mismo que un multisalas al uso, porque tu público es mucho más complejo”, resume Carlos Miralles.

Para el gerente del autocine de Denia, “la programación no atrae solo a las parejitas, que es una imagen que nos han vendido, también a padres con hijos”.  “Muchos llevan a los niños a un cine de este tipo porque si molestan, lo hacen solo a los que están dentro del coche”, dice Miralles.

Otro secreto está en las dobles sesiones y los maratones, productos hábiles que atraen otro tipo de público. Aunque muchas veces también sean opciones comerciales destinadas a facilitar el funcionamiento particular de la sala.

“Ofrecemos dos sesiones al precio de una básicamente porque queremos pasar más de una película al día. Pero imagínate hacer salir a trescientos coches al acabar una peli, para volver a meterlos antes de que empiece la siguiente” nos cuenta Luis Notario.

Ahora también en la capital

El Autocine Madrid abrirá sus puertas a finales de agosto o principios de septiembre, si todo va bien. “Es una idea con la que llevábamos tiempo trabajando. Dos años de buscar el terreno adecuado para lo que queríamos montar”, dice Javier Fernández, uno de los cuatro emprendedores que han puesto en marcha el proyecto.

Ellos lo ven esperanzados, “es un plan que ilusiona a la gente, una manera diferente de ir al cine que ahora mismo no existe en Madrid. Así que queremos ofrecer algo alternativo”, nos cuenta Fernández. Para ello, la programación ya parte de una apuesta diferente, “vamos a compaginar estrenos comerciales con reestrenos de clásicos”.

La idea que subyace, no obstante, es la de construir una zona de ocio a las afueras de Madrid. “Hemos conseguido permisos para estar abiertos desde las seis de la tarde hasta las dos de la madrugada. Además habrá zonas de descanso, food trucks donde comer y bares en los que tomar una copa después de la peli”, explica Fernández.

Una apuesta por un terreno de 25.000 metros cuadrados en el que tendrán cabida cerca de 350 coches. Bien es cierto que no será “el autocine más grande de Europa”, como lo han promocionado, puesto que en España los hay con capacidad para albergar hasta 400 coches. Fuera de nuestro país, en Alemania, los hay que tienen capacidad para 600 o 1.000 a las afueras de ciudades como Essen y Múnich. Aunque también es cierto que su superficie sí será de las más grandes y ofrecerá algo de lo que la capital carece. De hecho, si somos sinceros, de lo que casi todo el país carece. Aunque ahí siguen resistiendo los pocos que quedan. Esperemos que aún les queden fuerzas para lo que está por venir.

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