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Érase una vez, cien mujeres españolas extraordinarias de las que nadie hablaba

Ilustración del cuento sobre Rebeca Atencia/ Lupe Cruz

Mónica Zas Marcos

Hay un momento en la vida de una persona en el que nadie mira con escepticismo a una mujer astronauta, científica o cirujana. Ese momento es la infancia. Por eso, no basta con ceñirse a los cuentos de siempre, de princesas en apuros y príncipes hermosos, y también es necesario nutrir la mente de los más pequeños con historias diferentes.

En No me cuentes cuentos no hay romances, torres ni dragones, sino mujeres fuertes y valientes que transformaron la Historia de España (la que siempre se escribe en masculino) con sus hazañas.

Esta obra nace de la colaboración entre el boletín de noticias Kloshletter, con la periodista Charo Marcos a la cabeza, y la agencia digital Prodigioso Volcán. Se trata de una recopilación de cien cuentos infantiles sobre españolas de vidas apasionantes y, como ocurre tantas veces, desconocidas.

“Escritoras, pintoras, guerreras, descubridoras, científicas o raperas cuyas hazañas han quedado enterradas en la historia, incluso las de las más actuales, por el simple hecho de ser mujeres”, como explican ellos mismos. Estamos en un momento muy dulce para este tipo de iniciativas, que ponen el foco en rescatar estas figuras para los más pequeños y, de paso, arrojar luz sobre la ignorancia de los adultos.

Hace unas semanas hablábamos de Supermujeres, superinventoras (Lunwerg), que homenajea en clave infantil a más de 90 pioneras que no aparecen en los libros de texto. Pero el fenómeno se dio a conocer especialmente con Cuento de buenas noches para niñas rebeldes (Destino). El libro de Elena Favilli y Francesca Cavallo se financió a través de un crowdfunding y en cuestión de meses vendió 360.000 copias en todo el mundo y obtuvo los derechos para traducirse a 26 idiomas.

Pero había algo que este lindo proyecto no tenía: mujeres españolas. Charo Marcos se dio cuenta del vacío y decidió llenarlo por su cuenta junto a otras periodistas. “Nos preguntamos a quién incluiríamos, hicimos un listado inicial y nos salieron casi 250 candidatas”, desvela la ideóloga de No me cuentes cuentos a eldiario.es.

Después llegó el complicado momento de la criba, de la que quedaron cien elegidas. “Atendimos a tres criterios principales: el primero, que perteneciesen al mayor número de sectores profesionales posible; el segundo, que sus trayectorias hubieran sido relevantes; y, por último, que fuesen representativas de cada parte de la geografía española y de todas las épocas”, explica Marcos.

De momento, se pueden leer tres historias en la web de este proyecto colectivo junto a sus respectivas ilustraciones. Su escritura es sencilla, limpia, llena de metáforas y sin demasiadas florituras. Siempre tienen muy en cuenta al público al que se dirige, por eso sorprenden algunas de las firmas más reconocidas de la actualidad política, como Montserrat Domínguez, que escribe el primero.

“Tenemos la suerte de que se han sumado un montón de periodistas conocidas como ella y que nos ayudan a la difusión de los cuentos”, dice Marcos. El de Domínguez se basa en Rebeca Atencia, una veterinaria gallega procedente de Ferrol que terminó dirigiendo el Centro de Rehabilitación de Chimpancés de Tchimpounga, una reserva natural del Congo donde viven más de 150 chimpancés y el único lugar del mundo donde se reintroducen en su hábitat natural.

Atencia ha tenido una vida tan apasionante como la de Jane Goodall (de hecho se formó en la escuela de la famosa primatóloga), pero no es ni la mitad de conocida. “Ese es el problema, muchas veces las niñas tienen que mirar hacia afuera para buscar referentes en según qué disciplinas. Pero en España hay grandes ejemplos”, se lamenta Charo Marcos.

“Cuando una niña piensa en qué quiere ser de mayor, lo primero que se le ocurre es enfermera o maestra, porque son las profesiones que tradicionalmente se han ligado a las mujeres. Ocurre lo mismo con la danza, la escritura o la pintura, pero también existen algunas científicas de la NASA a las que nadie conoce, o Ángela Ruíz Robles, que ya le gustaría a Steve Jobs haberla tenido en Apple”, afirma con rotundidad.

Marcos se refiere a la protagonista de la segunda entrega de No me cuentes cuentos, una gallega que fue la verdadera precursora del ebook en 1949. Ruth Prada firma su historia en apenas unos cuantos párrafos; los suficientes para inferir la desmesurada inteligencia de esta mujer.

El tercero y último -por el momento- habla de Egeria, la primera mujer conocida que se aventuró sola por el mundo en el siglo IV y dio cuenta de sus periplos por escrito. “Mañana tenemos preparado el cuento de una bailarina contemporánea. Nuestra idea es ir compensando, y demostrar que hubo mujeres muy valiosas a lo largo de los tiempos, y que lo siguen siendo”, concluye.

De Internet al colegio

Además de la página web, No me cuentes cuentos está trabajando en un proyecto educativo que acerque sus historias a los colegios. “Ya hemos hablado con algunos que están muy interesados y creo que en seguida podremos realizar unos talleres”, afirma Charo Marcos.

Antes de lanzarlo, Prodigioso Volcán organizó un experimento con niños y niñas para calibrar sus gustos y descubrir qué personajes les parecían más interesantes. La iniciativa fue todo un éxito, y las niñas se inclinaron hacia las historias de aviadoras, científicas o hackers. Esa fue la razón por la que decidieron entremezclar las mujeres contemporáneas con otras figuras más clásicas como Clara Campoamor.

“¿Por qué los niños quieren ser futbolistas? Porque están muy presentes en su vida. Ojalá consigamos que estas mujeres que han hecho cosas impresionantes puedan estar presentes en la vida de las niñas. Si quieren ser veterinarias o científicas, deben tener ejemplos cercanos”, dice Marcos.

Es importante educar a los niños y niñas para que se resistan a los estereotipos que hemos perpetuado en el mundo de los adultos. Ahí radica nuestra responsabilidad. “Ellos no están en las redes sociales ni son suscriptores de Kloshletter. El que tiene que descubrir el cuento es el adulto, no el niño. Si además sirve para que los mayores admiremos lo que no conocíamos, será maravilloso”.

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