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Historiadora mexicana alaba la audacia de Cortés en la toma de Tenochtitlán

Historiadora mexicana alaba la audacia de Cortés en la toma de Tenochtitlán
Ciudad de México —

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Ciudad de México, 28 abr (EFE).- La creación de una flota de 13 bergantines, “casi de la nada”, para atacar e iniciar el sitio Tenochtitlán y la posterior toma fueron una “idea audaz” del conquistador Hernán Cortés, según la historiadora Eugenia Reyes Ruiz.

Según la historia, hace ahora 500 años -el 28 de abril de 1521-, Cortés ordenó botar desde Texcoco, a unos 28 kilómetros de México-Tenochtitlán, las embarcaciones previamente construidas en Tlaxcala, a unos 120 kilómetros.

“La idea de armar los bergantines es otra muestra de lo brillante que fue Cortés como estratega”, explica la académica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y recuerda que el conquistador desarrolló “facetas espectaculares” como jefe de guerra, visionario, emprendedor, diplomático, político y escritor.

“Idear y hacer un sitio 'marítimo' en una laguna en una ciudad a más de 2.000 metros de altitud y a 500 kilómetros de la costa más cercana, es algo que hay que aplaudir, primero por la audacia de la idea y segundo por la complicación de crear, casi de la nada, una flota que no se había visto en el Altiplano mesoamericano”, apunta.

PLANEAMIENTO

Cortés llegó a este recurso de los bergantines tras analizar cómo atacar “una ciudad perfectamente aislada” y muy compleja en la distribución que tenía en ese momento, expone la especialista

“Tenochtitlán era una ciudad que se movía a nivel lacustre de una manera realmente ágil, aunque la enorme cantidad de barcas y canoas nunca se habían utilizado con fines de guerra”, explica.

Para Reyes Ruiz, la idea de los barcos, con los escasos recursos que tenía Cortés, “es uno de esos grandes momentos de la historia”.

Dijo que a veces se piensa “que todo fue sencillo y un día Cortés dijo: 'vamos a construir unos barcos, sitiamos Tenochtitlán, cae la ciudad, se escapa Cuauhtémoc y se acabó la historia' y no, en realidad fue un proceso largo, complicado y difícil”.

LOGÍSTICA

Para la académica de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán de la UNAM, el de Cortés también fue un trabajo “diplomático” porque para llegar a Tenochtitlán, desde Tlaxcala, tuvo que pasar por muchos otros pueblos que se hicieron sus aliados, dada las rivalidades y enfrentamientos con los aztecas.

Cortés “conoce el terreno” porque ya había llegado por tierra como “visitante” a Tenochtitlán, donde entró sin ningún problema, pero salió “a jalones y estirones”, tras el episodio de la Noche Triste, el 30 de junio de 1520.

Tras esa batalla entendió que “o era por las cuatro grandes calzadas que tenía la ciudad o no había manera fácil de entrar ya que todo lo demás era agua”.

En la Segunda Carta de Relación, fechada el 30 de octubre de 1520, Cortés da referencias de la ciudad.

“Esta gran ciudad de Temixtitan (Tenochtitlán) está fundada en esta laguna salada, y desde la tierra firme hasta el cuerpo de dicha ciudad, por cualquier parte que quisieren entrar a ella, hay dos leguas. Tienen cuatro entradas, todas de calzada hecha a mano, tan ancha como dos lanzas jinetas. Es tan grande la ciudad como Sevilla y Córdoba”, recuerda.

Además de esas calzadas, Reyes Ruiz indica que “había una enorme cantidad de canales, canaletas y espacios de circulación acuáticos que se conectaban con un montón de pequeños islotes y chinampas”.

De ahí, declara la historiadora, al parecer, le vino la idea de hacer “un doble sitio” por tierra y agua, y para eso tenía necesidad de embarcaciones.

LOS BARCOS

Según la historia, la empresa de los barcos se la encarga Cortés a finales de 1520 a Martín López, un maestro carpintero, calafatero, experto en impermeabilizar embarcaciones, pero se necesitaba madera y toda la parte de herrería, lo más escaso, para los bergantines.

Entonces, el conquistador mandó recuperar materiales de los barcos que encallaron en Veracruz, en los que llegó de Cuba, y a López le “lleva 6 o 7 meses construir los 13 bergantines” en Tlaxcala, de los cuales solo se botaron 12.

Cortés logra el apoyo de Texcoco y, con cerca de 8.000 aliados a “lomo de tameme” (cargadores indígenas), traslada toda la madera desde Tlaxcala.

Destaca que ese trabajo fue muy moderno, ya que “fue un prearmado de los barcos, en un estilo Ikea y para febrero de 1521 ya estaban listos, y solo faltaba armarlos”.

Reyes Ruiz menciona que una última dificultad fue unir el Lago de Texcoco con la parte oriental del Lago de Tenochtitlán, por lo que “se tuvo que construir un canal, una obra de ingeniería que rara vez se menciona, de unos cuatro kilómetros, forrado de madera, para bajar y botar los bergantines”.

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