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Aaron Bastani, el 'socialista millennial' que defiende un 'comunismo de lujo' gracias a la tecnología

Aaron Bastani. Foto: Verso Editorial.

Aldo Mas

La Enciclopedia Británica reconoce hasta media docena de comunismos. Distingue, por ejemplo, entre el comunismo marxista y el comunismo posterior a Karl Marx -autor de El Capital y el Manifiesto Comunista además de gran inspirador de esta doctrina política y económica-. Por otro lado quedan, entre otros, el comunismo no marxista, con el que se identifica el anarco-comunismo.

Dentro de unos años tal vez figure entre las muchas versiones del comunismo que recoge la mítica enciclopedia británica uno nuevo, el de Aaron Bastani. Este intelectual de 35 años, conocido mayormente por sus labor de comentarista en grandes periódicos como el británico The Guardian o el estadounidense The New York Times, ha acuñado una nueva variante.

'Comunismo de lujo' podría ser el nombre abreviado de la renovación defendida por Bastani. Sin embargo, este joven británico prefiere la expresión completa: “comunismo de lujo totalmente automatizado”. De hecho, así se titula su libro, publicado hace unos días en el mercado anglosajón: Fully Automated Luxury Communism: a manifesto (Ed. Verso, 2019).

“Tiene tres partes y la última es la que realmente se identifica con lo que sería un manifiesto”, explica Bastani a eldiario.es. “Trata sobre cómo podemos subordinar las tecnologías para resolver las crisis a las que nos enfrentamos, ir más allá y crear un mundo mejor que nunca”, abunda. Esa es su respuesta cuando se le pregunta si su libro es una renovación de El manifiesto comunista que escribiera Marx junto a Friedrich Engels en 1848.

Han pasado 171 años desde que aquel escrito saliera a la luz con el título original Manifest der Kommunistichen Partei o Manifiesto del Partido Comunista. Para Bastani, todo ese tiempo parece haber terminado dándole la razón a Marx, no tanto al Karl Marx de El Capital sino al de Grundrisse der Kritik der Politische Ökonomie o Elementos fundamentales para la crítica económica política, escritos entre 1857 y 1858. Se considera que ese volumen sirve de “borrador” para El Capital.

En ese borrador, según Bastani, está en el origen de su “comunismo de lujo”. “Los términos 'comunismo de lujo totalmente automatizado' surgieron en Alemania a principios de los años 2000 en círculos de activistas y artistas. En estos círculos se hablaba del Grundnissse, un volumen de Marx dedicado a la tecnología de su época. Para él, grosso modo, al capitalismo le era inherente una alternativa. Todo era cuestión de llegar a un contexto material concreto”, expone Bastani. Esa alternativa es el comunismo.

Según Bastani, puede que ese “contexto material” esté a la vuelta de la esquina. Las nuevas tecnologías, de aquí a pocos años, podrían “hacer llegar el cambio definitivo de la clase obrera”, según sus términos. Avances como la robotización, la revolución alimentaria que supone, por ejemplo, la carne fabricada en laboratorio, el mayor desarrollo de las energías limpias o la también imaginable minería espacial esconden buenas noticias para los trabajadores si se usan en su favor, según el autor.

Para Bastani, el desarrollo de las tecnologías relacionadas con la inteligencia artificial, la robótica, las energías renovables y un futuro de la salud mejorada a través de avances en campos como la genética permiten pensar, no tan a largo plazo, en la obsolescencia del capitalismo. Esos avances bien pueden haber ocurrido en sociedades capitalistas. Sin embargo, implican, según Bastani, grandes desafíos para el propio capitalismo.

“En los próximos 20 ó 25 años, la llegada al mercado laboral de potentes inteligencias artificiales es algo que va a trastocar tanto el mercado de trabajo que hará que las políticas económicas clásicas no serán válidas para contrarrestar esos efectos”, sostiene Bastani. “Esto no significa que todos estaremos desempleados, pero sí podría significar que el mercado de trabajo se reduzca masivamente y que haya una descomunal desigualdad entre la gente cuyo trabajo seguirá siendo útil, esa gente que disfrutará de grandes salarios, y la que no, con salarios en caída libre”, abunda.

Estas desigualdades son, a su modo de ver, ejemplo de las “contradicciones internas irresolubles” que está creando el capitalismo. El “comunismo de lujo”, sin embargo, sería el resultado de la resolución de esas contradicciones.

Hacia el “comunismo de lujo”, en tres pasos

Esa resolución pasaría por la puesta en marcha de una serie de medidas que implicarían romper definitivamente con el capitalismo gracias a la tecnología que trabaja no con ánimo de lucro, sino para el beneficio de la gente.

A saber, primero, “necesitamos servicios básicos universales, educación, vivienda, salud pública, transporte e información”, según Bastani.

Segundo, la implantación de un “socialismo municipalista”, que implica, entre otras cosas, que “si las instituciones públicas necesitan contratar a empresas externas, lo hagan pero siendo esas empresas iniciativas locales”, abunda el intelectual británico. Es decir, que si en una ciudad existe por ejemplo una red de coches autónomos, sin conductor, que estos sean municipales en lugar de pertenecer a una empresa privada con ánimo de lucro.

Y tercero, el abandono progresivo del uso de combustibles fósiles. Para las economías desarrolladas, Bastani plantea un calendario que tiene 2030 como fecha límite para ese abandono. A las economías no desarrolladas, Bastani les da hasta 2040. De esta forma, el problema de la escasez de recursos sería cosa del pasado.

“Hay que cambiar el sistema social para que las nuevas tecnologías generen abundancia. Pero esto no ocurrirá automáticamente”, justifica Bastani su hoja de ruta. Amenazan la “utopía realizable” que defiende el autor del manifiesto del “comunismo de lujo” la triple crisis a las que se enfrenta el planeta, una crisis que es a su vez climática, demográfica y económica.

“Alemania, por ejemplo, está sufriendo un fuerte envejecimiento. Y esto es una crisis de la reproducción social. Puede ser que en el futuro no haya suficiente gente joven para ocuparse de los mayores en 20 ó 30 años. Esa es una de las crisis. El futuro del capitalismo implica en este sentido el acabose para los sistemas sociales debido al envejecimiento de la población, y a esto hay que sumarle la automatización y demás”, sostiene Bastani, aludiendo al país de la canciller Angela Merkel, para muchos una ejemplar de historia exitosa del capitalismo contemporáneo.

La amenaza de la extrema derecha y su proyecto reaccionario

Tanto o más grave es la crisis generada por el calentamiento global. Ésta también constituye una oportunidad para el “proyecto reaccionario” que representan las ultraderechas. Según alerta Bastani, “la crisis climática significa varios millones de refugiados climáticos y, ahora mismo, la ultraderecha nativista tiene una más eficaz caja de herramientas políticas para 'resolver' el problema que la izquierda”, dice Bastani. “La extrema derecha dice: 'refugiados climáticos, ok, cerremos las fronteras, no viajemos, desglobalicemos la producción, vivamos solo para los blancos y pongamos las mujeres a resolver la crisis demográfica'”, añade. “Se puede acabar muy rápido en un proyecto reaccionario”, advierte Bastani.

Su proyecto, “el del comunismo de lujo”, está haciéndose un hueco en el debate público anglosajón. “Necesitamos un comunismo de lujo” era el titular de una reciente columna de opinión que el The New York Times concedía a Bastani para explicar su particular renovación de El manifiesto comunista. “Hace diez años, este tipo de cuestiones eran cosas de la retaguardia en la izquierda, especialmente en el mundo anglosajón”, concede Bastani. Ahora, sin embargo, él y otros etiquetados como “socialistas millennials” por la revista británica The Economist, se están ocupando de satisfacer una “curiosidad anglosajona nueva” por ideas izquierdistas.

Libros como el Manifiesto del comunismo de lujo son ahora material de inspiración para esa generación de políticos que son Alexandria Ocasio-Cortez, Bernie Sanders o Jeremy Corbyn. Su desembarco en Europa parece ser solo cuestión de tiempo.

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