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Lorca entre pinceles: el 'Romancero gitano' revive ilustrado

Cubierta del 'Romancero Gitano' ilustrado.

Álvaro Macías

Poco se puede añadir a la leyenda de Federico: hay una posibilidad increíble de escribir sobre él sin aportar nada. Quizá una anécdota soporte mejor el peso de esa afirmación, quizá la ilustre mejor, que de eso hablamos: en el concierto en el Olympia de París de Paco Ibáñez (diciembre de 1969), el cantautor, antes de entonar la Canción del jinete del granadino, advierte a los espectadores franceses: “Lorca es intraducible, es una proyección de imágenes e imágenes...”.

Lorca es exactamente eso: un símbolo, un cuadro, una fotografía tras otra, verso sobre verso. Y de esto se dieron cuenta en el Proyecto Gorrión, una iniciativa de crowdfunding para rescatar al poeta ahora que su obra está libre de derechos, ahora que es del pueblo, como siempre debió ser.

Y, precisamente para hacerlo nuevamente nuevo, traducible, comprensible por todos, para censar esa procesión de metáforas y nuevas esquinas visuales, este libro reúne a más de 250 ilustradores que ponen sus colores y sus técnicas al servicio del Romancero Gitano.

Todo empezó con una idea con mucho cuchillo. Álvaro Sobrino la empuñaba. Cogió del brazo para la causa a Aurora Gorrión e, Internet mediante, crearon un grupo de artistas y diseñadores gráficos, desde fotógrafos a ilustradores del lápiz al collage y se lanzaron al ruedo.

Se bautizaron Mil Coeditores. Ellos se guisan su puchero y sus páginas, cada borde o contraportada lo deciden por votación exhaustiva, el lucro se lo dejan a los otros porque sospechan que ahora, sin copyright, se sacarán libros de Lorca sin cuentagotas, buscando sacarle otro mordisco -crematístico- a su fruto.

Pero ellos lo que anhelaban era un tributo, rendir pleitesía, testarse. El resultado fue un micromecenazgo con un título alto: El mayor Romancero Gitano ilustrado. En principio, se conformaban con 3.500€ y han recaudado 26.576. El asombro les sacude la sonrisa. Certifican que la potencia del trallazo que fue la figura de Federico mantiene su eco intacto en nuestros días.

Los gitanos, la tierra...

“Un grupo de 'locos' decidimos ponernos de acuerdo para ilustrar entre todos el Romancero Gitano, yo creo que por la intensidad de la obra en sí, y porque queríamos hacer un libro de colección. Es el mayor Romancero Gitano ilustrado que existe. Y es nuestro”. El buen orgullo asoma el hocico en las palabras de Zoe M., una de las collagistas de esta trupé que palpita con sangre verde -viento, ramas-.

La elección del libro en cuestión no es baladí. “En el Romancero gitano habla con un poder visual que, para nosotros, que trabajamos gráficamente, era una gozada. Es el 'curro' que quieres que te den, una perita en dulce”, subraya Aurora Gorrión.

Hay, sin embargo, más voces en el libro que buscan otro ángulo del prisma. Garanto, ilustrador, comenta: “Había muchas ganas de que su obra saliera sin derechos para poder interpretarla, todos querían hacerla suya. Y el Romancero es muy español. Tiene que ver con religión, con amor, con nuestra esencia en las tradiciones, ahora que estamos en Semana Santa”.

Coincide con él Luis Miguez, quien afirma que el libro es “idiosincrático de España”. “La obra surrealista de Lorca tiene otras influencias, no tiene esa raíz”, añade, “porque Lorca atrae, pero el Romancero seguramente más. Es un libro que tiene épica y personajes trágicos”.

...la Luna, la muerte,...

Trágico. Una esdrújula que siempre acaba siendo el torvo adjetivo -pero incluso necesario- para nombrar el The End de Federico. De su asesinato en el barranco de Víznar no se ha extraído aún la bala y eso duele. Y jode. Qué mínimo que el homenaje.

“Siempre me ha dado lástima que lo asesinaran”, dice Lucilá, quien ha ilustrado Muerte de Antoñito el Camborio y quien asegura que hablar en el libro de la vida de Lorca y, sobre todo, de su muerte asesinada “es una bofetada” a quienes se lo llevaron. “No se puede olvidar, ni tapar, ni esconder”.

“No puedo hablar por boca de todos, pero no hace 80 años de la muerte de Lorca, hace 80 años de su asesinato. En mi opinión es importante mantener a Lorca vivo y en activo”, agrega Aurora Gorrión, resumiendo un sentir que sin ser colectivo tiene sin embargo el mismo calambre de ciertas verdades innegociables.

Luis Miguez no separa el antes y el después de aquel paseíllo, de aquel primer silencio sin ya su acento sobre la tierra: “Todas las interpretaciones que se hagan de Lorca están teñidas de luto. Es un poco inevitable pero tampoco habría que evitarlo, es una forma de homenajearle. Este puede ser un libro político”.

...la letra, la sangre...

Hablamos con Mr. Zé, el apodo que usa Félix Rodríguez cuando se trasunta en artista. Confiesa que Lorca es una de las personas que “más le ha aportado a la poesía estatal e internacionalmente” y que merece “respeto” por “la manera en la fue asesinado”. Apoya la tesis de que puede ser un libro político, pero en la medida en que es política la idea individual de cada artista. “Ya ha ocurrido hace poco con el Guernica o con Miguel Hernández: dependiendo de quien gana se le da un masaje a su mensaje”.

Destapa su propia polémica con frases como “Lorca es nuestro Che Guevara por transmitir más con la palabra que con cualquier disparo” o “cada obra tiene un significado y un contexto y sacarlas de ese contexto es peligroso”. Se siente en deuda con Federico. Eso se nota en su caligrafía. Mr. Zé ha sido el encargado de serigrafiar los versos lorquianos, de dotar de pulso manuscrito el Romance de la luna, luna, Thamar y Amnón, el de la Guardia civil o el de la pena negra.

“Tenía claro que debía ser una caligrafía gestual, cargada de fuerza, que no fuese lineal ni guardara las formas. Tenía que estar reflejada la garra de cuando lees sus poemas”, afirma antes de defender que “una palabra escrita más grande que otra significa mucho”.“La mano, cuando está escribiendo”, avanza, “se nota cuando le pone esa rabia o ese dulzor al verso que se escribe”.

“Espero con la caligrafía aportar una cosa a Lorca: que la gente no le lea de carrerilla, sino de corazón”, dice, haciendo hincapié en el esfuerzo algo mayor de los ojos para capturar todo verbo entintado.

...Lorca tras Federico: futuro verde

El libro es en blanco y negro, que homogeneiza y da común denominador. Y resta presupuesto. Y obliga a improvisar. “Buscaba evocar el alma de la poesía, para que quien lo contemplara sintiera que era parte de ese todo que hace el conjunto. Procuré trabajar mucho las texturas, porque como se editará en blanco y negro, con imágenes de tintas planas no habría conseguido una pieza delicada”, comenta Zoe M.

“Cada uno ha retratado a un Lorca particular y eso conforma el laberinto, una imagen enorme”, tira Luis Miguez el envite. Lo recogen Aurora Gorrión (“yo creo que Lorca hubiera disfrutado esta locura visual”) y Garanto: “Él estaría maravillado, quería regalar y transmitir su cultura”.

Ese regalo puede no acabar tras el poeta de Fuente Vaqueros. Dado que hay otros escritores cuyo copyright vale ahora menos que el orín de los perros -como la justicia para León Felipe-, desde Mil Coeditores se están planteando retratar la obra de Valle-Inclán o Unamuno, por poner ejemplos. Está en marcha la votación. A la poesía aún le resta mucha energía, o eso dan a entender, y mucho pincel: el arte la vela, vela, el arte, sí, la está velando.

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