Los 10 discos que definen el 2018
Christine & The Queens, icono del género fluido
Posiblemente el 2018 se recordará por ser el año en que las mujeres salieron a la calle con movilizaciones multitudinarias en todo el mundo. Chris no sólo reivindica el empoderamiento de la mujer a partir de un discurso tan explícito como la conversación entre dos obreretes acodados en la barra de un bar.
El tercer disco de Héloïse Letissier rehuye el encasillamiento sexual y se convierte en alegato a favor del género fluido. Y lo hace con un puñado de canciones interpretadas en inglés y en su lengua materna, el francés, que muestran su admiración por las producciones de Quincy Jones y el pop bailable de los 80.
Fatoumata Diawara y el drama de la inmigración
Siete años se ha hecho esperar la continuación de aquel debut, Fatou, con la que la artista maliense se convirtió en uno de los fenómenos de la World Music. En ese tiempo Fatoumata Diawara se ha transformado desde su retiro en París en todo un icono que se ha manifestado abiertamente en contra del conflicto que se vive en el norte de su país y también en ejemplo de la lucha de las mujeres de la África Subsahariana.
Todo eso y también cuestiones tan sangrantes como el drama de la inmigración, está presente en las letras de Fenfo, un disco en el que tradición y una producción que apunta al público occidental se dan la mano, y del que participan músicos tan relevantes como Sidiki, Matthieu Chedid o Vincent Ségal.
Idles, el efecto curativo del rock
Más allá de los beligerantes discursos anti brexit que coronaron sus citas en directo por nuestro país, Joy as an Act of Resistance supone una celebración de la supervivencia y del mero hecho de seguir respirando cada mañana. La muerte de la hija de Joe Talbot, frontman y autor de las letras del disco, sobrevuela todo el álbum aunque apenas en una canción, June, se hace explícita: “Baby shoes for sale / never worn” (“zapatos de bebé a la venta / sin usar”).
El resto del disco busca fuerzas de donde no las hay para completar un ejercicio de rock brutalista, con guitarras al límite y una base rítmica que golpea como un martillo.
J. Balvin, Medellín capital musical del mundo
No es un secreto ni mucho menos que el reguetón se ha hecho de unos años a esta parte con el dominio de las listas en medio mundo, EEUU incluido. En cualquier caso al género, desprestigiado por letras de dudoso gusto y unas producciones ramplonas las más de las veces, le hacía falta una vuelta de tuerca que llevara sus ritmos bailables e infecciosos un paso más allá.
En esencia eso es Vibras, trabajo que el propio J. Balvin ha definido como “un álbum que se hizo para que aquellos a los que no les gustaba el reguetón en particular o la música latina en general, por el motivo que fuera, dijeran: ‘Guau, me estaba perdiendo algo’”.
Vibras no sólo lo ha conseguido, sino que ha ido un poco más allá y ha cambiado el foco hacia territorios que poco menos que se consideraban el tercer mundo de la música popular. Hasta ahora los grandes discos superventas, también aquellos firmados por músicos latinos –de Gloria Estefan en los ochenta a Camila Cabello hoy-, se habían grabado en EEUU con un equipo esencialmente anglosajón.
Apoyándose en productores como Tainy, Balvin ha demostrado que a estas alturas del siglo XXI una industria musical a priori periférica como la colombiana puede producir música de relevancia mundial y además hacerlo cantando en castellano. Rosalía, que aparece como invitada en un tema del disco, sin duda tomó buena nota de ello cara a El mal querer, publicado unos meses más tarde.
Janelle Monae, salir del armario en la América de Trump
Si en los años anteriores la comunidad afroamericana entregó discos abiertamente políticos como el de Kendrick Lamar, en este 2018 el álbum más destacado facturado en EEUU es esta sobresaliente colección de canciones en la que se dan cita algunos de los héroes de Monae: el pasado representado por Prince o Brian Wilson y el presente de Pharrell Williams o Grimes.
Pero más allá de su deslumbrante colisión de estilos –rap, pop, soul, funk,…- Dirty Computer cuenta con un valor añadido en estos tiempos oscuros de retroceso en las libertades individuales en los EEUU de Trump: su oda a la libertad de elección sexual representada de forma explícita en ese “Deja que los rumores sean ciertos”, que canta en Don't Judge Me (“No me juzgues”).
La Estrella de David: España, Catalunya y el desamor
Estaremos de acuerdo en que Consagración dista mucho de ser un álbum político. Desde luego no en la línea de formaciones como Zoo, que han explicitado en sus canciones sus posiciones con respecto al conflicto catalán. Sin embargo pocos discos como este ejercicio de canción melódica y krautrock cañí representan la desazón de una ruptura, ya sea esta la de una pareja o la de dos comunidades como Catalunya y el resto de España.
Que cada cual que lo lea en la clave en que desee: entre referencias a noches infinitas que acaban en el Museo del Jamón y cruzar la Ronda del Dalt en busca de un amor, David Rodríguez, ese talento estrafalario nacido en Sant Feliu que lleva tres décadas nutriendo de ideas al pop independiente de nuestro país, se convierte con este ejercicio de pop romántico en la personificación del amor-odio que domina la relación Madrid-Barcelona. Si alguien tiene una solución al conflicto ese es él: que le pongan al frente de las negociaciones.
Los Hermanos Cubero le cantan a la tristeza
Hay discos a los que nadie debería acercarse con las manos desnudas. Quique dibuja la tristeza es uno de ellos, un ejercicio de pornografía emocional subyugante, que surge de ese preciso instante en el que todo a tu alrededor amenaza con derrumbarse y desaparecer para siempre.
El fallecimiento de la esposa de uno de los componentes del dúo de Guadalajara es el motor y el tema único de un álbum tan hermoso y descarnado en lo formal como devastador desde el punto de vista emocional.
Nils Frahm, el sonido de la vieja Europa
Desde que Krzysztof Kieślowski firmara la trilogía Azul / Blanco / Rojo pocos artistas habían representado en su obra la esencia de la vieja Europa como el alemán Nils Frahm en este disco maravilloso titulado All Melody.
Aunque su música, puramente instrumental, se muestra totalmente desideologizada, las dos patas sobre las que se sostienen las doce piezas que forman el disco reivindican dos tradiciones musicales netamente europeas: por un lado la música clásica en su vertiente más romántica y por el otro la escena berlinesa de clubs.
Para ello se ayuda de un coro radicado en Londres, Shards, órganos clásicos, una sección de cuerdas y, por supuesto, toda la experiencia acumulada en su ciudad, Berlín, donde ha fundado los espectaculares Durton Studios.
Sus recientes visitas a Madrid y Barcelona ante una audiencia que asistía pasmada a cómo Frahm reproducía en directo y a tiempo real las múltiples capas All Melody, no hizo más que multiplicar la admiración ante un músico de otro planeta.
Rosalía, lo español se abre al mundo
Por supuesto que otros artistas españoles habían conseguido en el pasado despertar atención internacional, desde el clan de los Iglesias a Alejandro Sanz o Bunbury por citar a los más relevantes. O Delorean, Hinds, Mourn, Mala Rodríguez o El Guincho no hace tanto tiempo, todos ellos limitados a un circuito independiente que las más de las veces genera mejores críticas que emolumentos. Algo habrá servido de hecho la experiencia de El Guincho, productor del disco y una de las figuras claves en el despegue internacional de una artista total que en lo esencial no se parece a ninguna de las figuras antes citadas: Rosalía.
La cantante ha aspirado a crear un género musical a su medida, colisión de flamenco y nuevas músicas urbanas, y presentarlo en un formato reservado para las grandes estrellas del pop y el r’n’b internacional.
2018 ha sido el año de sus despegue y, si todo sale bien, 2019 será el de su consagración: cabeza de cartel en grandes festivales como Primavera Sound en el que compartirá show con J. Balvin. El mero hecho de que un evento de enfoque tan anglosajón como es el Primavera haya puesto buena parte de su suerte en manos de una artista nacional como Rosalía da la medida del terreno que pisa la catalana.
Tirzah, la sensibilidad de la Inglaterra post-Brexit
Cuesta trabajo encontrar en los últimos años en el Reino Unido propuestas a la altura de su glorioso pasado en el terreno del pop. Este año sin ir más lejos posiblemente el álbum más representativo para la prensa de las islas sea el último de The 1975, una combinación de sensibilidad ultracomercial con el análisis de las relaciones emocionales en la era digital.
Sin embargo, nosotros preferimos destacar este disco de debut de una artista sin la fanfarria marketiniana que rodea a The 1975, e infinitamente más satisfactoria en el aspecto musical. Apoyada por su amiga Mica Levi (Micachu), que en buena medida se ha encargado de musicar estas canciones, Tirzah Mastin componen un tratado de las relaciones sentimentales que conecta con tradiciones orgullosamente británicas como el trip hop o la primera oleada post-rock.