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LOS DISCOS DE LA SEMANA

El fastasmagórico universo de Pram que serviría de banda sonora al cine de Wes Anderson

Luis J. Menéndez

Pram

Across the MeridianDomino / Music As UsualPOST-ROCK8/10Across the Meridian

Arranca este disco con los vientos de Shimmer and Dissappear y la sensación es doble: por un lado de que Pram nunca terminaron de irse del todo, a pesar de su silencio discográfico desde 2007. Y también que la banda británica, en activo desde hace más de veinticinco años, debería llevar al menos la mitad de su carrera trabajando junto a cineastas como Guillermo del Toro, Jean-Pierre Jeunet, Wes Anderson o Michel Gondry, todos ellos de poderoso imaginario visual.

Poco han cambiado las cosas en el fastasmagórico universo de Pram desde que Simon Reynolds acuñó el término de post-rock intentando englobar a una serie de bandas británicas de imaginación desbordante y difícil catalogación. La evolución del grupo de Birmingham a lo largo de todos estos años es tan escasa -de hecho es prácticamente nula- como inconfundible su identidad y garantista el nivel de su discografía: no hay disco de Pram que pite en los controles de calidad.

Y por supuesto tampoco estas doce canciones que, como es habitual en la casa, combinan lo instrumental y cinematográfico con cinco temas interpretados por su vocalista de siempre, Rosie Cuckston. Todos ellos son una deliciosa empanada mental cocinada a partir de ingredientes como el BBC Radiophonic Workshop, el pop canterburyano, las bandas sonoras de sci-fi de serie Z -theremin incluido- y la música compuesta con instrumentos de juguete.

Sin su existencia se hace imposible imaginar el nacimiento de otras bandas tan sobresalientes como Broadcast (de hecho el batería de estos, Steve Perkins, llegó a formar parte de Pram) y sólo por eso ya merecen un puesto en los altares y que este retorno discográfico sea acogido con redoble de tambores.

 

Ty Segall & White Fence

Ty Segall & White Fence

JoyDrag City / Postock!ROCK7/10Joy

Seis años después de la publicación de Hair, Segall y Tim Presley -el hombre tras el sobrenombre artístico de White Fence- vuelven a afrontar conjuntamente la composición e interpretación de todo un disco. En realidad, los dos son almas libres. Ty Segall se ha ganado a pulso la consideración y el respeto de la comunidad garagera a golpe de lanzamientos constantes, ya sea bajo su propio nombre, en colaboraciones con otros músicos como Mikal Cronin o King Tuff, o formando parte de proyectos colectivos como Fuzz, GØGGS o Sic Alps. Todos ellos con un nivel medio de notable para arriba.

Por su parte, el también californiano Tim Presley se ha distinguido por su amor por la psicodelia en proyectos como Drinks (junto a Cate LeBon), Darker My Love o White Fence. Y hasta ha llegado a formar parte de bandas tan relevantes como los históricos The Fall de Mark E. Smith o The Strange Boys.

Son pues, cada cual con sus peculiaridades, almas gemelas por su incontinencia creativa y por la más que demostrada pasión que ambos profesan por el rock psicodélico clásico y el sonido lo-fi. En esencia, esos son los márgenes en los que se mueve Joy, un disco que como casi todo lo que han firmado Segall y Presley difícilmente se sitúa a la altura de las grandes obras maestras del género pero que cuenta con un indudable interés.

Other Way podría ser una toma olvidada de los jóvenes Nirvana, los que practicaban un rock pesado, setentero y cabezón. Do Your Hair es un tontorrón y (tal vez por ello) encantador ejercicio de sencilla psicodelia pop, mientras que Body Behaviour se sitúa a medio camino de The Who y los Electric Prunes. Y, en su extravagancia, temas como Tommy’s Place parecen reconocer explícitamente la ascendencia del gran Syd Barrett. Difícilmente ningún amante de estos sonidos se sentirá decepcionado.

 

Body/Head

Body/Head

The SwitchMatador / Popstock!NOISE6/10The Switch

Históricamente se ha considerado que la música de Sonic Youth se debatía entre dos personalidades: la de Thurston Moore y la de Lee Ranaldo, representante cada uno a su manera de la lucha entre el extremismo guitarrero y la pasión por la cultura pop. Para los otros dos componentes de la banda, la bajista Kim Gordon y Steve Shelley parecía reservado un papel cohesionador y secundario. Y eso a pesar de que sobre Gordon recaía a menudo igualmente la responsabilidad de ejercer de imagen -la más reconocible al menos- del grupo.

Sin embargo, a raíz de la desintegración de Sonic Youth como consecuencia de la ruptura sentimental entre Gordon y Moore, los pasos de cada uno invitan a una revisión sobre cuáles eran  los equilibrios de poder dentro del grupo. Moore, si bien es cierto que ha seguido haciendo colaboraciones en proyectos de improvisación, ha puesto buena parte de sus energías en una serie de discos que muestran una faceta art-rock no tan salvaje y decididamente mucho menos experimental que Sonic Youth.

Lee Ranaldo, por su parte, se ha entregado al homenaje a los clásicos con trabajos que esencialmente tienen que ver con el legado hippy de Neil Young o Grateful Deal. Sin embargo, en ese mismo tiempo, Kim Gordon ha publicado varios discos junto al guitarrista Bill Nace bajo el nombre de Body/Head en los que se entrega sin cortapisas al ruido. A ese noise (sin rock) del que Sonic Youth se convirtieron en máximos estandartes durante la década de los 80.

Si hubiera que buscar referencias de la banda a la que ha dedicado buena parte de su vida que conectaran con los cinco temas de The Switch, posiblemente serían los discos que Sonic Youth publicaron dentro de su propio sello, SYR, en los que daban rienda suelta a su vena más free e improvisadora. También, todo hay que decirlo, era esa la vertiente más árida y menos interesante de cuantas abordó la seminal banda neoyorquina.

Al menos aquí no se hacen trampas al solitario: con los únicos recursos de la voz de Gordon y dos guitarras explorando los límites de la distorsión, The Switch podría perfectamente haber funcionado veinte años atrás como uno de los múltiples proyectos subterráneos y en paralelo de la banda madre. Pero en 2018 al escuchar este material se impone la sensación de déjà vu.

 

Chastity

Chastity

Death LustCaptured Tracks / Popstock!HARDCORE8/10Death Lust

Pocos elementos en la sociedad norteamericana han hecho tanto por el desarrollo del rock como el clima opresivo que se respira en las comunidades más tradicionales. Brandon Williams creció en Whitby, una ciudad de 100.000 habitantes del sur de Ontario (Canadá) que tiene como mayor orgullo a los Dunlops, el equipo de hockey sobre hielo que ganó el campeonato mundial en 1958. No parece el tipo de lugar idÓneo para que un chaval con inquietudes y curiosidad por el lado salvaje de la vida crezca y se desarrolle con cierta normalidad.

Tras publicar una cassette titulada simplemente Tape en el afamado sello independiente neoyorquino Captured Tracks Williams, rebautizado ya como Chastity, debuta oficialmente en formato largo con Death Lust. Una colección de once canciones que él mismo describe como una reacción al depresivo ambiente en el que creció.

Esto se traduce, claro, en explosiones de rabia punk como los dos temas que abren el disco, Children y Choke, algún que otro ejercicio de tensa electricidad bajo la que puede detectarse grandes dosis de melancolía, y brutalidades cercanas al espíritu posthardcore como Negative with Reason to Be. El disco al completo podría describirse como una actualización de los postulados de los Dinosaur Jr. de la etapa SST traducidos al lenguaje, las preocupaciones y la estética de la generación millennial.

 

Laurel Halo

Laurel Halo

Raw Silk Uncut WoodLatencyELECTRÓNICA7/10Raw Silk Uncut Wood

Desde que su primer álbum Quarantine vio la luz en 2012 cada paso de Laurel Halo se ha convertido en un movimiento inesperado que a pesar de ello contaba con un inconfundible sello marca de la casa. Su música ha transitado por territorios como el jazz, la IDM, el pop de vanguardia y -por encima de todo- el ambient.

Esta suerte de mini álbum que supera los treinta minutos de duración, su primera referencia para el sello francés Latency,  retoma la faceta más conocida de la artista de Michigan y vuelve encajar dentro de la etiqueta ambient. Si bien Halo aspira a bastante más que a componer un tipo de música inofensiva cuya utilidad sea puramente funcional o decorativa.

Raw Silk Uncut Wood, el tema que da nombre a este trabajo, toma prestado su título de un proverbio extraído del Tao-Te-Ching: “Lo fiable es conocer la seda virgen, mantener la madera sin cortar”. Podría interpretarse como una invitación a acercarse a la música de la forma más intuitiva posible y, efectivamente, esta colaboración de Halo con el percusionista Eli Keszler y el cellista Oliver Coates tiene en apariencia algo de eso, de libre aproximación por la vía de la improvisación.

El citado tema titular y el tema de cierre, Nahbarkeit, ambos por encima de los diez minutos de duración, encajan perfectamente en el arquetipo de música ambiental, con diferentes capas de textura superponiéndose de forma más o menos amenazante y ausencia casi total de percusiones. Mercury, sin embargo, un tema que ha interpretado en su reciente paso por nuestro país con la ayuda de Eli Keszler a la batería, es una suerte de jazz cinematográfico e impresionista, que podría haber servido de banda sonora para aquellas primera cintas de Jean-Luc Godard o Louis Malle.

 

Luluc

Luluc

SculptorSub Pop / Popstock!POP-FOLK7/10Sculptor

Grabado con la ayuda de Aaron Dessner de The National, quien ejerció un soberbio trabajo como productor del disco, Passerby (2014) fue una joya que pasó injustamente desapercibida en los balances de final del año en que vio la luz. Un disco de folk-pop de cámara, intenso y emocionante que recomendar de forma vehemente a los aficionados al género y, más concretamente, a los amantes de la faceta más reposada de Low.

Aaron Dessner también pasa a echar una mano en este tercer álbum del dúo australiano con centro de operaciones en Brooklyn, aunque en esta ocasión su aportación se limita a grabar guitarras para un par de temas. No es el único ilustre que se asoma por Sculptor: J. Mascis pulsa las seis cuerdas en Me and Jasper y el Dirty Three Jim White le da a los parches en Genius.

Suficiente para considerar este trabajo el más mediático y aquel que más posibilidades tiene de sacar cabeza de los tres que Luluc han publicado hasta la fecha. Y eso a pesar de que Sculptor no alcanza los niveles de inspiración y de evanescente belleza de su predecesor.

No por ello es un mal disco. La voz de Zoë Randell sigue elevando muy por encima de la media unas canciones que, aunque más arregladas que en sus trabajos previos, siguen haciendo de la sencillez virtud. No es de extrañar que con esta propuesta Luluc hayan llamado la atención de ilustres como Lucinda Williams o Joe Boyd, el descubridor de entre otros muchos Pink Floyd, Fairport Convention o Nick Drake.

 

Swans

Swans

Soundtracks for the BlindYoung God / Mute / [PIAS]ROCK / EXPERIMENTAL8/10Soundtracks for the Blind

Tras varios años de cuidadoso trabajo aparentemente Young God -el sello del líder de Swans, Michael Gira- y Mute ponen punto y final a su calendario de reediciones, con el que han devuelto a las tiendas la práctica totalidad de referencias de la banda desde su lejano debut, el ya mítico Filth (1983). Esta última entrega nos devuelve un disco que se había vuelto prácticamente imposible de encontrar con el paso de los años y que además cuenta con una importancia singular dentro de la discografía del grupo, a pesar de que en el momento de su publicación se recibió como poco menos que una excentricidad.

Soundtracks for the Blind se publicó en 1996 con la banda en proceso de disolución (el adiós oficial llegaría un año más tarde) y con Gira convertido más que nunca en el verdadero cerebro creativo de la misma. El disco, de hecho, parte de grabaciones de la época, pero también recuperadas del archivo de Swans, a las que Gira termina de dar forma personalmente en una suerte de collage sonoro.

Visto con perspectiva, el disco se ha considerado precursor de la segunda oleada del sonido post-rock, la que esencialmente representaron los canadienses Godspeed You Black Emperor!, quienes precisamente un año más tarde de la aparición de Soundtracks for the Blind publicaron su primer largo.

En cualquier caso y más allá de las conexiones con una nueva generación de músicos, Soundtracks for the Blind conecta esencialmente con las diferentes etapas creativas de la propia banda: el sonido no wave representado en Yum-Yab Killers, la etapa gótica que identificamos con el paso de Jarboe por el grupo, y hasta lo que aún estaba por venir: la monumental trilogía formada por The Seer (2012), To Be Kind (2014) y The Glowing Man (2016) que ha terminado por cimentar la fama de Swans como una de las bandas más impactantes e iconoclastas de la Historia del rock.

Además esta edición incluye el EP, igualmente publicado en 1996, Die Tür Ist Zu, y que el pasado Record Store Day ya fue reeditado en vinilo. Aunque oficialmente se le atribuye la categoría de disco corto, en realidad se acerca a la hora de duración y contiene una serie de composiciones de directo y de estudio, con versiones en alemán de dos temas de Soundtracks for the Blind y tomas alternativas de canciones de ese mismo disco.

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