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El tecnopop de los raros de la clase de los 80

Oviformia, circa 1981

Jesús Rocamora

Madrid, 23 de febrero de 1981. Mientras Tejero y un grupo de guardias civiles irrumpen armados con sus pistolas y con aquellos mostachos que parecían dibujados por Ibáñez, Lucho Prosper, Clara Morán y Germán Espada ensayan en la casa del primero. Tienen que ponerse las pilas porque en pocos días tendría lugar en Madrid el primer Simposium Tecno, un encuentro pionero que reunirá a los primeros exploradores del pop electrónico patrio, encabezados por el Aviador Dro y sus Obreros Especializados.

Alertados por la madre de Lucho, el grupo deja los instrumentos por un momento y se planta delante del televisor. Clara es sobrina de Calvo-Sotelo, que hace un momento acaba de ser encañonado en el Congreso de los Diputados. ¿Qué está pasando?

“Estuvimos un rato viendo la tele y… ¡luego volvimos a ensayar! Creo incluso que nos lanzamos a las calles a buscar una revista de moda llamada Depeche Mode para inspirarnos para la ropa que íbamos a llevar en el Simposium”, recuerda hoy Clara Morán. “Llamé a mi madre, que estaba tranquila. Mi padre estaba de viaje, así que estábamos las dos solas. Cuando llegó la hora de volver a casa, que fue pronto porque al día siguiente había cole, volví con ella y allí esperamos noticias. No hubo excesiva alarma en mi familia. No hubo nada de eso de subirnos al coche y salir del país. Y yo en aquel momento no me pregunté por qué, al fin y al cabo, era una quinceañera que estaba a mis cosas. No era indiferencia, creo que teníamos mucha prisa por dejar atrás la lucha política, de pasar página y de ser jóvenes y disfrutarlo. Evidentemente, al día siguiente nos emocionamos cuando la gente salió a la calle a manifestarse por la democracia. En retrospectiva creo que nuestra actitud se debió a que, simplemente, nunca se nos pasó por la cabeza que fuera a salir mal y que pudiéramos volver a una dictadura”.

Madrid, 9 de marzo de 1981. Durante la celebración del Simposium, que tenía previsto durar de las ocho de la tarde a la una de la mañana, la Guardia Civil irrumpe, de nuevo con aquellos bigotes tan pasados de moda, en la sala Marquee de Madrid, en la zona de Avenida de América, mientras Aviador Dro está encima del escenario. Como me contaba en una entrevista Servando Carballar de Aviador Dro, “el concierto terminó con nosotros tocando Anarquía en el Planeta y con la Guardia Civil llevándose a la gente por vestir raro, por vestir como maricones, que decían ellos. Fue muy significativo y respondió mucho a la realidad de ese momento”. Entre la gente a la que se llevaron estaba Germán, el cantante de Oviformia.

Así también lo recuerda Clara: “Entró la policía a hacer una redada y se liaron a detener a gente bajo la ley de vagos y maleantes vigente entonces. Nosotros nos habíamos hecho un estilismo un poco cantoso: vestidos de plástico con reflectores de bici pegados en la frente y el pelo empolvado. Vieron a Ger por la sala y lo trincaron. Se organizó un comité de rescate a la comisaría y al final lo soltaron. Lo pasó muy mal pero ha dado luego para muchas risas, sobre todo pensando en la cara de los policías cuando aparecieron por allí los de Aviador vestidos con sus trajes antiradiación, Lucho y el maître de Marquee vestido de smoking con las hermanas de Ger”.

Hablemos de vosotros

Con la ayuda de Jesús Ordovás “y las fuerzas del más allá”, el sello Elefant recupera estos días, bajo el título Hablamos de nosotros, las grabaciones desperdigadas que el grupo realizó entre 1981 y 1984, ya con Paco Iriarte a la guitarra. Puede considerarse el primer álbum del grupo, treinta años después de su desaparición. Algunos temas fueron grabados por ellos mismos con el objetivo de mover las maquetas por la radio y otros fueron grabados por Televisión Española con la intención de rodar vídeos para programas como Pista Libre o Popgrama, que daban difusión a los grupos de la época.

“Montamos Oviformia SCI en otoño de 1980”, cuenta Lucho. “Teníamos entonces 18 años, menos Clara, que tenía dieciséis. Vivíamos con nuestros padres y estudiábamos. Yo llevaba tocando con otros grupos desde los 14 y había llegado el momento de montar mi propio grupo. Era un momento muy interesante, hacía poco tiempo que estábamos en democracia y el país estaba en una especie de euforia de libertad que favorecía mucho cualquier iniciativa. Era la Movida”. El interés mostrado por Alaska y los Pegamoides, Zombies y Paraíso han hecho que Oviformia adquiriera la categoría de grupo de culto. De hecho, Fernando Márquez, el Zurdo, tuvo intención de formar parte del grupo, aunque finalmente la cosa no cuajó.

Para Clara, “éramos, sencillamente, unos chavales de BUP a principios de los 80. Un poco los raros de la clase, esos a los que les gustaba más Genesis que Supertramp y más aficionados a ir a la Filmoteca a ver frikeríos como el Rocky Horror Show o un ciclo de Ken Russell que al cine a ver Grease. Buscar referencias a finales de los 70 y principios de los 80 en España era muy difícil, casi una cuestión de azar y algo aleatorio: alguien te daba una pista de una cosa, otro de otra, y así…”.

Las letras y el envoltorio sintético de canciones como Hablamos De Nosotros, Mi Teletipo, Una Nota Di Bianco, La Luna La Nuit y Fashion Magazines hoy remiten a una época irrepetible para los adoradores del retrofuturismo, donde los robots y las nuevas tecnologías se dan la mano con la moda y la cultura en las grandes ciudades, canciones que hablan de la necesidad vital de ser moderno en una España de croqueta y palillo.

Un sonido rechazado por los puristas del rock

Aunque hoy los sintetizadores están completamente asimilados por músicos, crítica y público, es complicado imaginar por qué un grupo de jóvenes como ellos –o como los propios Aviador Dro, que habían empezado unos años antes– optaron por el camino difícil, por elegir unos instrumentos que no eran tan asequibles económicamente, que venían acompañados de un manual que había que empollarse y por un sonido que era rechazado por los puristas del rock. Y un sonido que, aunque un minuto después comenzaría a ser popular gracias a grupos como The Human League u OMD, todavía era marciano para el gran público. Lo fácil era montar un grupo a partir de guitarra, bajo y batería. “Lo de hacer música electrónica era algo que yo tuve siempre claro. Me gustaba el krautrock y la música cósmica alemana. También nos gustaba Bowie y el glam. El tecno pop era una mezcla de esas cosas. Y acababan de salir los Korg que eran sintetizadores más asequibles que los Moog”, cuenta Lucho.

Así que vendió el piano que le había comprado su padre para estudiar en el conservatorio y se compró el primer MS20. Luego se hicieron con el primer sintetizador, y fue Clara que aprendió a manejarlo. “Yo tenía un poco de formación musical porque había dado clases de piano pero, sobre todo, mucha disposición a empollarme los manuales de los primeros sintetizadores y secuenciadores analógicos que parecían la Espasa Calpe de lo densos que eran”, dice Clara.

“Programarlos era toda una aventura, cada nota y cada golpe se conseguía mezclando ondas, efectos… y cada vez que salíamos al escenario llevábamos encima todos los diagramas de programación. Entre tema y tema teníamos que parar unos minutos para programar el siguiente tema. Exigía mucha paciencia del público. No pensábamos en el mercado, ni en los medios, ni tampoco era una profesión. Eso vino después, cuando la industria discográfica entró en escena para hacer caja de lo que se ha llamado la Movida”.

“Por aquellas dificultades en directo, el grupo intentaba tocar en lugares diferentes a los del rock, como galerías de arte u otro tipo de locales. Además el público rockero no aceptaba bien eso de que no lleváramos guitarras y batería”, dice Lucho. ¿Existió una escena tecnopop? “Más que una escena había una escenita”, remata Clara. “Nos conocíamos todos y éramos público los unos de los otros. No recuerdo muy bien cómo conocimos al Aviador, creo que fue en un concierto suyo, pero en seguida empezamos a vernos y a conspirar para el Simposium. Tocar con sintes y con cajas de ritmo unía mucho. No era algo muy popular y en alguna ocasión nos valió los insultos y las agresiones del público”.

A partir del espíritu punk, del rechazo a la estética rock y, por supuesto, armados de instrumentos sacados de una nave espacial, como sintetizadores y cajas de ritmo, aquellos grupos se revelaban realmente contra la cultura establecida y mostraban “una sensibilidad común hacia la tecnología”, además de compartir “una nueva forma de entender el pop en festivales, eventos, líneas de pensamiento, identidad gráfica, de acción; una especie de movimiento de afinidad tecno pop internacional que se fue produciendo y que finalmente se afianzó como estilo musical exclusivamente: tecno pop o synth pop”, como se recordaba el año pasado en La Voz de la Ciencia con motivo del Simposium Tecno 2013.

Hablemos de la Transición

¿Era normal ese desapego por lo que ocurría en la política en la época, ese escaso interés de parte de la juventud por lo que pasaba en política? Muchas revisiones que se hacen a día de hoy de La Movida y, en general, de la Transición, denuncian que no fue tan modélica como nos vendieron. Lucho confirma que “teníamos un desapego absoluto con los temas políticos. El haber pasado de una dictadura a una democracia era más que suficiente y el futuro era prometedor. Y yo personalmente sí que opino que la Transición fue modélica. No soy nada revisionista. Eso de torear a toro pasado es muy fácil y tramposo”.

Para Clara, “evidentemente la Transición no vive días de gloria, visto lo visto no es para menos. Yo he vivido en primera persona la política de la época por mi familia, y he visto entusiasmo e ideales, y también honestidad. El pacto entre fuerzas políticas y sociales para hacer la transición entre la dictadura y la democracia dejó hueco a cosas muy negativas y ahora estamos pagando las consecuencias, pero en el momento era un auténtico milagro. No pensábamos en política porque sentíamos que se había conseguido, es así de fácil. Estábamos cansados de luchas políticas y sólo queríamos ser jóvenes y modernos. Puede parecer una frivolidad, y así lo veían por ejemplo mis hermanos mayores que sí habían corrido delante de los grises en la facultad y habían acabado alguna vez en la DGS. Nosotros no. Así que dimos carpetazo al asunto y decidimos vivir de otra manera”.

Oviformia SCI tiene previsto hacer algunas presentaciones en directo para celebrar la salida del disco y como homenaje, pero no se plantea una gira. “Puede que grabemos algo nuevo en un futuro”, dispara Lucho. Para Clara, esta reedición “ha sido como redescubrir una época de mi vida, recordar muchas cosas y encontrarles sentido a otras. Ha sido genial también el recibimiento del disco por parte de gente que ha estado ahí durante tres décadas, creyendo más en el grupo que nosotros mismos”. A los que se queden con ganas de más: tras cerrar Oviformia SCI, el grupo se reformuló como Heróica y dejaron un legado de tres discos perfectos para seguir buceando en nuestro brillante retrofuturismo. Pero eso es otra historia.

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