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La plaza maldita de Berlín que no tiene arreglo ni con tres “pecados arquitectónicos”

Visión artística del proyecto de rascacielos de la empresa francesa Covivio. © Sauerbruch Hutton / Luxigon

Aldo Mas

Berlín —

Martin Wagner, arquitecto y responsable de urbanismo en tiempos de la República de Weimar, fue el primero en tener una idea moderna de lo que debía ser Alexanderplatz. Eran los años 20 y había que resolver, en este céntrico punto de la ciudad, el muchísimo tráfico de transporte público y privado que ya entonces transitaba por allí.

Pero el concurso público que sacó Wagner dio muy poco de sí. Se levantaron dos edificios firmados por Peter Behrens, dos obras intemporales que aún mantienen el tipo en la plaza. Solo pudieron hacerse dos porque, entre otras cosas, los nazis forzaron a Wagner al exilio. Wagner era socialdemócrata, un enemigo del III Reich.

Aquella fue la primera tentativa que tuvo Alexanderplatz de adoptar una estética con armonía. Hoy, sin embargo, esta plaza, la más grande de Berlín, es lo contrario de la homogeneidad arquitectónica. Los edificios concebidos por Behrens con la bendición de Wagner dialogan hoy con una variedad de estilos arquitectónicos que no tiene ni pies ni cabeza. Durante los años de la República Democrática de Alemania (RDA), en los años 60, 70 y 80, Alexanderplatz gozó de armonía. Pero, visto está, aquello no podía durar.

Urbanísticamente, parece que una maldición hace imposible que Alexanderplatz sea un lugar identificado con un proyecto estable y concreto. Es más, se ha convertido en un lugar donde todo lo que se ha construido a partir de los 90 “es sencillamente horrible”, dice a eldiario.es Turit Fröbe, una reconocida urbanista e historiadora de la arquitectura afincada en Berlín. Para ella la situación no va a mejorar con los tres rascacielos que van a levantarse en la plaza. Dos de ellos se prevé que estén terminados antes de 2025.

“A mí los edificios feos me gustan, pero Alexanderplatz es ahora un espacio ilegible arquitectónicamente. Está vaciado de estilo. Es un patchwork, no hay una continuidad estética ni una idea de homogeneidad”, comenta Fröbe. Alude, en concreto, al Alexa, un centro comercial de Alexanderplatz construido en 2007 que llama la atención, según esta experta, porque su “forma de cubo, su color [entre rosa y rojo, ndlr.] y que está diseñado de manera que no tiene ninguna relación con el entorno”.

Así lo escribe Fröbe en su libro Die Kunst der Bausünde (Ed. Bastel Lübbel, 2013), algo así como El arte de construir pecados, un volumen donde creó el concepto de “pecados arquitectónicos”. Se refiere a esos proyectos que debido a su fealdad o por ser “errores de planificación urbanística”, entre otras cosas, hasta merece la pena preservar. La mirada de Fröbe es irónica, pero ella ve a los “pecados arquitectónicos” como algo útil. Cuando se construyen todo el mundo saben donde están. Al menos son un referente espacial, según Fröbe.

Si para Fröbe el Alexa tiene un pase, no ocurre lo mismo con los tres nuevos rascacielos que están proyectados para la Alexanderplatz. Inversores internacionales han seleccionado importantes segmentos de la plaza para levantar tres imponentes torres de ineludible impacto visual.

A finales del pasado mes de noviembre comenzaban las obras de un rascacielos de 150 metros, la bautizada como Alexander Berlin's Capital Tower, un proyecto de 35 plantas del inversor ruso MonArch. Se supone que estará terminado en 2023. Dos años mas tarde espera abrir sus puertas otro rascacielos. Éste será de factura francesa, pues la empresa responsable del proyecto es la firma gala Covivio.

El tercer proyecto lleva la firma de un arquitecto de prestigio global, el estadounidense Frank Gehry. De desarrollarlo es responsable la empresa estadounidense Hines, que también quiere levantar una torre de 150 metros en Alexanderplatz. Su realización parece estar en el aire porque exige un acuerdo entre los promotores y la Compañía de Transporte Berlinés (BVG, por sus siglas alemanas).

“Esas torres son egocéntricos solitarios”, comenta Fröbe, aludiendo a los edificios que marcarán el aspecto de Alexanderplatz a partir de la próxima década. “Esos proyectos me dan la sensación de que hasta sus responsables detestan el lugar, de que piensan que en Alexanderplatz ya no hay solución”, abunda esta historiadora de la arquitectura.

Por su puesto, los responsables de los rascacielos los presentan como “un proyecto entre el espíritu de los tiempos y el sabor de la gran ciudad”, en el caso del Alexander Berlin's Capital Tower, o como una iniciativa “innovadora y sostenible” en el de Covivio.

Sea como fuere, se trata de miles de metros cuadrados para oficinas y apartamentos a precios que seguramente serán abultados si el alza de los precios de la vivienda sigue su actual curso al alza en el céntrico distrito de Mitte. Este tipo de proyectos constituyen, a todas luces, un empujón hacia fuera para la escena local berlinesa, esa que no hace tanto estaba compuesta por artistas que probaban suerte en una ciudad más barata que otras grandes capitales europeas.

“En Berlín, ahora mismo, en cada milímetro de espacio libre se va a construir. Cada trocito de verde que hay en la ciudad es para la construcción. Hasta hace un par de años, la ciudad era conocida por esos grandes espacios muertos y por sus alquileres baratos”, explica Fröbe. “Pero ahora esto se ha perdido completamente, los alquileres se han hecho increíblemente caros. Por todas partes se piensa y se hacen proyectos de grandes edificios”, añade.

No lejos de donde está previsto se levanten esos tres rascacielos, en lo que fue la Casa de la Estadística de la RDA, un colectivo de artistas y activistas salidos de movimientos culturales y sociales trata de dar una nueva vida a ese edificio, de aspecto ruinoso y grandes proporciones. Cuenta unos 46.000 metros cuadrados. “Esa iniciativa es una gran oportunidad para Alexanderplatz, que podría tener otro uso, para otra gente que haría posible movilizar a otra industria y otros sectores de la sociedad. Porque, por el momento, ahora mismo, todos los proyectos chocan unos contra otros”, estima Fröbe.

La Casa de la Estadística fue levantada a finales de los años 60. Forma parte de las muchas obras que, durante los años de la RDA, cambiaron para bien Alexanderplatz, según las explicaciones de Fröbe. “En tiempos de la RDA, se respetaron los edificios de Behrens, y se hicieron planes muy interesantes, con mucho espacio para los peatones y los vehículos. Entre los años 50 y 70 se llevaron a cabo interesantes planes que ponían en valor edificios como La Casa de los Maestros, El Palacio de Congresos, el Interhotel o la Torre de la televisión”, señala esta experta. La mayoría de esas construcciones llevan la firma del arquitecto en jefe del Berlín comunista, Hermann Henselmann.

En Alexanderplatz, no se puede hablar de orden arquitectónico tras la desaparición de la dictadura comunista. Tras la caída del muro, Alexanderplatz comenzó a perder el norte estético. No fue, sin embargo, por los planes diseñados a principios de los 90 por el arquitecto Hans Kollhoff. Él también quiso, en vano, levantar rascacielos en la plaza.

Lo que sí se hizo, sin embargo, nada más caer la RDA, fue destruir el gran centro comercial Centrum cuya fachada de metal lo hacía inconfundible. Fue destruido y, en su lugar, se levantó otro centro comercial, al que Fröbe le reprocha 2falta de personalidad“. ”Los responsables de planificación, que venían de la Alemania Occidental, no valoraban los edificios de la RDA“, apunta la historiadora.

Para ella, ahí está la clave para entender por qué Alexanderplatz dejó de ser un lugar armónico para convertirse en un espacio estéticamente desconcertante. Promete serlo aún más con la llegada de los tres nuevos rascacielos.

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