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Botella recula ante las críticas y decide que se vuelva a colocar el rótulo de Fernán Gómez en el teatro

Retiran las letras del Teatro Fernán Gómez de Madrid / @UTMACSA

Prado Campos

Ana Botella ha dado marcha atrás. La alcaldesa de Madrid ha decidido recular y a pesar de que el miércoles, sin aviso de ningún tipo y con mucha discreción, operarios municipales despojaban al Teatro Fernán Gómez del rótulo que le daba su nombre, hoy ha ordenado que se vuelvan a colocar, según han confirmado a eldiario.es fuentes del teatro. La alcaldesa ha pedido la restitución “inmediata” de las letras a su estado original, en contra de la decisión adoptada ayer por la dirección del teatro de eliminarlas, hasta que lleguen los nuevos carteles identificativos del centro, según ha indicado a Efe un portavoz municipal.

Esta decisión de última hora llega tras las protestas que se han sucedido en las redes sociales por parte del sector cultural y el público por la retirada del rótulo, que veían tras este cambio de nomenclatura el plan municipal de modificar la forma de financiar los espacios culturales públicos de la capital con la vista en la externalización de su gestión. Y además las letras se quitaron unas horas antes de que se cumpliera el sexto aniversario del fallecimiento del prolífico actor, guionista, director, dramaturgo y académico español y tras las recientes noticias de la intención de Madrid de privatizar sus teatros.

Operarios municipales han repuesto en la noche del jueves el rótulo (imagen de @PreParadoMacsa)

El centro pasará a llamarse, tal y como aprobó el Gobierno municipal en un decreto publicado en el BOAM del 17 de octubre, Centro Cultural de la Villa/Teatro Fernán-Gómez. Mantiene así sus dos últimos nombres. Una semana después del fallecimiento de Fernán Gómez, en noviembre de 2007, el pleno del Ayuntamiento, con Alberto Ruiz-Gallardón al frente, le daba este nombre. Ahora, una lona publicitando la exposición de los Guerreros de Xi'An tapará el hueco en blanco que desde ayer ha quedado en el teatro. Según fuentes del teatro, con el tiempo se colocarán carteles con el nombre oficial en los laterales.

Dentro y fuera del mundo de la cultura las reacciones no tardaron en multiplicarse tras conocer la desaparición del rótulo. Y con una conclusión mayoritaria: es un gesto que ahonda en lo que hay detrás: la privatización de los teatros públicos de Madrid.

“Me parece lamentable que estén despojando a la ciudad de un patrimonio que es de todos para el beneficio de unos pocos. La tan manida argumentación de que lo privado funciona mejor que lo público se ha demostrado que es falsa, con ejemplos tan claros y recientes como los hospitales y la limpieza de Madrid. Lo público significa que es patrimonio de todos y el beneficio es colectivo, y la rentabilidad de lo público no solo se mide por el número de espectadores y en beneficios generados, sino por la rentabilidad en cuanto a riqueza cultural, en apuestas novedosas, en encontrar valores culturales nuevos... Eso genera riqueza”, explica el actor y director Juan Diego Botto.

Los planes privatizadores de los teatros madrileños ya se han hecho públicos. Una línea de acción que ponía sobre la mesa la semana pasada Pablo del Amo, consejero delegado de la empresa pública responsable de dichos espacios, dejaba claro que la vista está puesta únicamente en su rentabilidad. En un documento oficial aseguraba que “Madrid Destino empezará a cambiar radicalmente su modelo de financiación y de actuación. Migrará desde un modelo de financiación mayoritariamente mediante subvención (transferencias corrientes procedentes del Ayuntamiento) hacia un modelo empresarial de ingresos vía aportación de los socios del sector privado y de otras entidades, así como la prestación de servicios o venta de productos”.

“Una figura incuestionable”

José Tono, coordinador del teatro tras el despido de Miguel Munárriz y director del CentroCentro, aseguraba en un documento publicado por El País que este cambio responde a razones “prácticas” ya que, apuntaba, el nombre de Centro Cultural de la Villa “sigue siendo el de referencia en el imaginario colectivo de la ciudad”. Pero también dejaba claro que lo que buscaba en el fondo era poder rentabilizar este espacio público evitando “el perjuicio” de que “la extensa denominación de Teatro Fernán Gómez-Centro de Arte excluye el resto de las actividades realizadas por el centro, su sala de exposiciones y espacios anejos de alquiler”

Decir que cambian el nombre porque la gente se confunde “es una explicación absurda y una argumentación de ínfima calidad”, afirma Botto. A la que se suman las maneras: “Lo han hecho sin dar explicaciones y con una falta de respeto notable en el aniversario de su muerte. Nadie puede cuestionar que Fernando Fernán Gómez es una de las figuras más importantes de la cultura de finales del siglo XX. El único que llegó a la RAE; su trabajo en el cine es incuestionable como actor y director, en el teatro ha sido imprescindible, como dramaturgo una figura esencial en la historia de final del siglo pasado y como humanista no tiene cuestionamiento. Su herencia es patrimonio colectivo como lo es Machado, Lorca o Valle-Inclán. Es una figura incuestionable. La gestión municipal en Madrid tiene esa virtud de que su capacidad para nuestra sorpresa es ilimitada, acumula una cantidad de frases disparatadas y de decisiones insólitas como esta”, remacha.

“Odio a la cultura”

Para el actor Carlos Bardem, este gesto deja patente “el odio de esta gente hacia todo lo que representa la cultura y hacia una persona, escritor, actor, director, un intelectual, que debía ser un referente de este país. Y la falta de tacto solo se explica desde la estupidez, que es algo que caracteriza a esta alcadesa, o desde la rabia y la inquina, y cualquiera de las dos razones son lamentables”.

Bardem pone el acento en lo grave que es “cambiar el nombre para tener una marca comercial. Si cambias el nombre de un intelectual y un patrimonio cultural de este país es para poner en almoneda y subasta ese teatro. Que le pongan el nombre que quiera y, una vez más, hacer negocio con un bien común que es de todos para privatizarlo y que los amigos hagan negocio. En resumen, la escena cultural de Madrid ya de por sí es paupérrima y esto la empobrece más. A este paso acabaremos teniendo luminarias como Leticia Sabater”.

Desconcertado se muestra también el director de cine Montxo Armendáriz tras conocer la noticia a través de eldiario.es. Desde Santo Domingo señala vía Twitter que siente “asombro e indignación. No entiendo qué razón pueden dar”. Por su parte, el actor Emilio Gutiérrez Caba destaca que la la política “de privatizaciones del Gobierno del PP es brutal, además de una hipocresía gigantesca. No les da vergüenza cometer otra tropelía. Estos teatros pueden funcionar perfectamente bajo gestión pública, pero hay que hacerlo bien y hablar con gente que sepa de esto y no con esta panda de mastuerzos”. Añade que a Fernán Gómez, que se retiró de las tablas precisamente en el teatro que llevaba su nombre haciendo El alcalde de Zalamea, “le habrá gustado que hayan quitado su nombre. Fue un homenaje en su momento del Ayuntamiento pero allá donde esté habrá dicho que por fin se ha hecho justicia y han retirado mi nombre de ese horrible espacio escénico”.

“Lo están haciendo todo de tapadillo y cuando se hacen así las cosas, es por algo”, explica Jesús Llopis, representante por CCOO del Comité de Empresa de Madrid Destino. Milagros Hernández, portavoz de IU en Las Artes, señala que “la semana pasada ya cambiaron el sello poniendo en grande Centro Cultural de la Villa y en muy pequeño Fernán Gómez. Pensamos que esto claramente tiene que ver con las operaciones comerciales que quieren hacer en el teatro muy al estilo de la estación de metro Vodafone Sol. Es muy preocupante el nivel de privatización de lo público en el que estamos entrado”.

Aitor Tejada, con una larga trayectoria como actor y ahora dramaturgo y productor de Kamikaze Producciones, recalca la importancia de mantener los teatros públicos por su función social y cultural imprescindible. “Parece que el teatro público no es necesario y ahora mismo es muy necesario, como el privado o incluso más. Ambos tienen que convivir porque no pueden existir teatros solo de gestión privada, que evidentemente corren menos riesgos y buscan unos beneficios, igual que cualquier empresa: Así, habrá textos que no se podrá montar porque no son comerciales. Para eso está también el teatro público, para arriesgar en cuanto a textos y captar nuevos públicos que, además, es el futuro del teatro”.

La marea roja de la Plataforma en Defensa de la Cultura ha organizado para este sábado un abrazo colectivo al Teatro Fernán Gómez para defender “que siga siendo público, el empleo de los trabajadores municipales y lo que entendemos que es una agresión frontal al mundo de la cultural”, explica Francisco del Barrio, secretario del Ateneo Madrid y miembro de la plataforma. Tras este acto, que tendrá lugar a las 11.00, se unirán a la manifestación convocada por la marea ciudadana y la cumbre social, que saldrá a las 12.00 de Atocha.

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