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El Teatro Real, los duros peldaños hacia el reconocimiento internacional

Las claves del Real hacia la cima: compromiso y "apuesta por la excelencia"
Madrid —

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Madrid, 11 may (EFE).- La del Teatro Real es una historia de superación que ha logrado salvar múltiples baches desde que naciera como Real Teatro de los Caños del Peral en 1738 hasta el reconocimiento a mejor teatro del mundo en los International Opera Award, considerados los Oscar del sector, tras ser el primero en reabrir durante la pandemia.

Aunque sus orígenes se remontan al siglo XVIII y a su inauguración con la ópera “Demetrio”, el espacio estuvo ligado a la política en dos ocasiones: en 1814 con la celebración de sesiones de las Cortes Constituyentes de Cádiz y en 1841, cuando acogió al Congreso de los Diputados.

Antes, en 1818, se inició la remodelación de la Plaza de Oriente en la que Fernando VII ordenó la construcción de un teatro de ópera en el solar en el que estuvo el Real Teatro de los Caños del Peral con la intención de que pudiera equipararse con los mejores de Europa, según la web del coliseo.

Esa ambición se toparía con dificultades como la falta de presupuesto o la muerte del arquitecto encargado, Antonio López Aguado, por lo que las obras se prolongaron durante 33 años. Más aún se alargaron las iniciadas tras un hundimiento que obligó a su cierre provisional en 1925: más de cuatro décadas de trabajos, una Guerra Civil y una dura posguerra lo mantuvieron inactivo.

Cuando reabrió en 1966 fue como auditorio y sede del Real Conservatorio Superior de Música y Escuela de Arte Dramático, pero Madrid quería un espacio que pudiera competir con La Scala de Milán, el Palais Garnier de París, la Staatsoper de Viena o el Bolshoi de Moscú y se emprendieron nuevas obras de rehabilitación en 1991.

El 11 de octubre de 1997 y bajo la presidencia de los entonces reyes Juan Carlos y Sofía, el Teatro Real inicia una nueva etapa con la ópera “La vida breve” y el ballet “El sombrero de tres picos”, aunque no arranca con los estrenos mundiales hasta 2000 con “Don Quijote”, de Cristóbal Halffter.

Diferentes intendentes han trabajado desde entonces por el reconocimiento internacional del coliseo madrileño, desde Stephane Lissner hasta el actual dúo formado por Joan Matabosch como director artístico e Ivor Bolton como musical, sin olvidar a Gerard Mortier, que asumió ambos cargos de 2010 a 2013 con una programación no exenta de polémicas.

Si el ya fallecido belga Mortier -quien dijo que transformaría el Real en un “laboratorio de la ópera del siglo XXI”- fue contratado por su carácter “revolucionario e innovador” capaz de movilizar a todo el público y “sobre todo al más joven”, según el director general del Real desde 2012, Ignacio García-Belenguer- quien le sucedió en el cargo, Matabosch, apostó más por las grandes coproducciones internacionales.

También recuperó las grandes obras del repertorio, pero sin dejar de lado las piezas del siglo XX.

El Real se ha abierto a las transmisiones en directo para todo el mundo, recitales ajenos a la ópera como Antony and the Johnsons, Bunbury o David Bisbal, al flamenco y a talleres formativos, y se ha propuesto crear cantera con el programa Real Junior.

Al margen de las cuestiones artísticas, en los últimos años ha superado problemas presupuestarios -salvando la pérdida de financiación pública con aportaciones privadas e ingresos de actividades propias en un modelo “único en Europa”, según su presidente, Gregorio Marañón- y ha vivido su fusión con el Teatro de la Zarzuela, aprobado por un Real Decreto del Gobierno en 2018.

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