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Elisa Ferrer, escritora: “La palabra novela me quedaba muy grande”

La escritora valenciana, Elisa Ferrer, acaba de ganar el premio Tusquets Editores de Novela 2019.

Laura Julián

Valencia —

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Elisa Ferrer (Alcúdia de Crespins, 1983) encontró su voz narrativa en Iowa (EEUU). Años antes, esta joven escritora dudaba a la hora de identificarse con su profesión: “¿Comunicóloga, guionista, administrativa? Nunca me habría definido como escritora, aunque lleve escribiendo toda la vida”. Licenciada en Comunicación Audiovisual en la Universitat de València, se mudó a Madrid para estudiar guión en la Escuela de Cine porque quería ser directora. Después de once años viviendo en la capital y trabajando como analista y guionista de televisión, decidió presentarse al máster de escritura creativa en Iowa con “un montón de cuentos” que tenía escritos y la aceptaron. Un personaje, Nuria, aparecía de forma habitual en sus relatos hasta que “el aliento de la historia” le pidió convertirse en su primera novela. Durante más dos años se dedicó a pulir su prosa en una ciudad que le permitió centrarse plenamente a ello. Temporada de avispas llega a las librerías el 12 de noviembre y ya cuenta con el reconocimiento unánime del Premio Tusquets como mejor novela. Actualmente, ya prepara una segunda desde el barrio valenciano de Russafa.

El jurado del Tusquets ha destacado de tu prosa la originalidad y la facilidad para emocionar. ¿Cómo es recibir este tipo de halagos por un comité que te define como “un descubrimiento literario”?

¡Es muy raro! Yo siento que he trabajado mucho en esta novela y he intentado que fuera un lenguaje muy limpio, muy fresco, muy coloquial. Es muy sorprendente que alguien lo lea y te anime a seguir escribiendo. Todavía no me lo creo. Lo recibí en shock y hasta que no vea el libro publicado y lo tenga entre las manos va a seguir siendo un shock.

¿Qué opinas de este tipo de reconocimientos?

No creía mucho en los concursos. Acababa de terminar la novela y Ana Merino, profesora nuestra en el máster de escritura creativa, siempre decía que teníamos que probar con los concursos. Quería empezar a mover la novela por editoriales y, no sé, lo veía como un mundo inabarcable. En mayo terminaba la aceptación de ejemplares y pensé: “Va, voy a probar”. Total era por mail... Ahora me ha sorprendido muy gratamente. Para una persona como yo, que acaba de empezar en esto -aunque no sea lo primero que he escrito-, es un reconocimiento que ayuda mucho para seguir escribiendo y creer en tu literatura. Creo que siempre continuaría escribiendo, pero no sé si seguiría intentando publicar si se convierte en algo muy complicado. Este premio me anima y ya he empezado una segunda novela.

En ‘Temporada de avisas’ una dibujante se queda sin empleo a causa de los recortes y aparece su padre, ausente desde su infancia. ¿Qué temáticas abordas en la novela?

Hay varias cosas que me interesan mucho. Una es la identidad relacionada con la familia. Cuando eres pequeño tienes un rol y, aunque tengas 40 años, sigues teniendo el mismo rol con tus padres o hermanos. También me interesaba abordar porqué a las madres se les perdona menos cosas o se les exige más que a los padres... Y otro tema es la memoria. ¿Quiénes hemos sido de niños?, ¿seguimos siendo la misma persona? Ese diálogo con uno mismo y con quien fuimos en la infancia también me interesaba.

La novela ni es autobiográfica, ni has buscado en tus experiencias… Es todo ficción.

Sí, sí.

¿Y te encuentras cómoda en la ficción?

Sí, me encanta la ficción. Me encanta crear personajes y que parezcan de verdad. Yo me los creo. La ficción sirve para explorar cosas que no hemos vivido y pensar cómo las viviríamos.

¿Qué representan las avispas?

Las avispas están muy presentes a lo largo de la novela porque Nuria, la protagonista, de pequeña tiene un trauma con estos insectos y supera esa fobia dibujándolas. Ese miedo sí que es real, me dan pavor las avispas.

¿Y qué temas tratas en la segunda novela?

No quiero decir mucho porque dicen que si cuentas lo que estás haciendo se desgasta. ¡Y es verdad! Me interesa mucho escribir sobre la identidad. Creo que en la sociedad en la que vivimos pesa mucho… El trabajo, la familia, todo marca la identidad. Y también crear personajes femeninos interesantes. Te puedo decir que está ubicada en València, eso sí que lo tengo muy claro. Y en otro momento, en los 80.

Quizás desde la ficción es más fácil romper con la identidad y con el peso de las etiquetas.

Sí, exactamente.

¿Y Nuria qué hace para romper con esa identidad?

De niños tenemos idealizados a nuestro padres. Cuando crecemos te das cuenta de que son seres humanos como nosotros, con sus defectos y virtudes, pero no son superhéroes. Nuria sí ha podido vivir ese proceso con su madre, pero no con su padre. Conocer a su padre le va a servir para conocerse a sí misma, salir un poco de esa etiqueta que ella tenía. Es un drama, pero también tiene toques de comedia.

¿Y la idea cuándo aparece?

Yo me fui a estudiar el máster en Iowa con el principio de la novela ya hecho. Fue lo que aceptaron. Escribí un cuento sobre la precariedad laboral y me gustó tanto el personaje que empecé a escribir más cuentos con ella. Una compañera me dijo: “¿Pero Eli, cuándo le vas a llamar a esto novela?” Y pensé: “Es verdad, estoy haciendo una novela”. Pero la palabra novela me quedaba muy grande. O quizás en Madrid tenía muy poco tiempo. Siempre me enfrentaba a la escritura de una manera fragmentada. En Iowa me senté y dije: “Tengo dos años por delante para este proyecto, ¡qué guay!”.

No sé si también influyen las inseguridades propias, creer poco en una misma...

Sí, totalmente. También es verdad que apenas tenía tiempo. Se convertía en un muro cuando estaba trabajando en Madrid. En Iowa también tuve un proceso de bloqueo, no sabía cómo continuar, te vienen todas las inseguridades y pensé: “Yo no puedo escribir una novela, ¿cómo voy a escribir yo esto?, ¿quién me he creído que soy?” Pero luego frenas, esperas un poco... Las inseguridades son muy comunes. Te replanteas un montón de cosas, pero yo creo que si no estás en ese momento crítico no eres capaz de ver tu obra con un poco de distancia, volverte a meter, enfrentarte a ella, darlo todo y ver qué pasa.

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