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Roger Federer, el maestro inmortal

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Nicolás Ribas

El año 2016 fue tal vez la peor temporada de la carrera de Roger Federer. Supuso para el tenista suizo no ganar ningún título, hecho que no ocurría desde el año 2000, en los inicios de su carrera. Pero ya nadie se acuerda de ello. Y es que después de medio año alejado de la pista por una lesión en el menisco de su rodilla izquierda, el maestro ha vuelto para desplegar su mejor juego, el que le llevó a conquistar el Open de Australia el pasado domingo.

La victoria fue frente a Rafa Nadal, su rival más especial, en una espectacular final a cinco mangas en la que podría haber pasado cualquier cosa. “En el tenis no hay empates, pero si los hubiera aceptaría orgulloso compartirlo contigo esta noche Rafa”, dijo el helvético nada más recoger el trofeo en la Rod Laver Arena. Nadal encajó la derrota con deportividad: “Probablemente Roger lo ha merecido más que yo”.

La admiración es mutua. Ambos son los mejores tenistas del siglo XXI y volvieron a dar una vibrante lección de tenis y deportividad, seis años después de la última gran final de Grand Slam en la que se enfrentaron, el Roland Garros de 2011.

Los recursos de un campeón

Roger Federer es uno de los tenistas con más recursos del mundo y capaz de dominar todos los aspectos del juego. Es impecable en el manejo de los tiempos y los ritmos de cada partido. Posee un servicio rompedor que dificulta mucho el resto de sus rivales, cuando no consigue el punto por la vía rápida mediante el saque directo. Utiliza indistintamente el revés y la derecha cortada cuando tiene que aguantar y la derecha o el revés ganador, en paralelo o cruzado, cuando tiene que rematar.

Combina el peloteo de fondo, con los tiros rápidos y las subidas brillantes a la red, asfixiando y dejando sin opción a sus rivales. A menudo da la sensación de que esto del tenis es un juego de niños para él, ganando los partidos con una facilidad pasmosa, pareciera que sin sudar. Pero también sabe lo que es emplearse a fondo, demostrar que puede ganar por físico y que sabe divertirse sufriendo.

Ha demostrado que a sus 35 años ha reinventado su juego y que incluso tiene más matices y variantes que cuando era el número uno del mundo. Y es difícil de batir cuando la cabeza no le juega una mala pasada.

Federer parece eterno, una leyenda, alguien que siempre será recordado por su juego y sus logros y su simple presencia le hace bien al tenis. Después de 17 años de su debut en el torneo ante una leyenda como Michael Chang, a quien venció en tres sets, y siendo a sus 18 años solo un proyecto de gran tenista, se hizo con su decimoctavo Grand Slam tras su partido número 100 en el Open de Australia. Una hazaña épica que le convierte en el único jugador en la historia en ganar al menos cinco veces tres torneos distintos del Grand Slam.

Federer es mucho más que un tenista. Es uno de los deportistas más importantes del siglo XXI por los valores que transmite más allá de las pistas de juego, lo que le ha valido el reconocimiento del mundo entero. Un inmortal con un puesto privilegiado en el Salón de la Fama del Tenis Internacional.

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