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El Tribunal de Cuentas de la UE: “Los centros de registro de migrantes en Grecia no son apropiados”

Imagen de archivo. Migrantes afganos y paquistaníes protestan contra su deportación en el centro de detención de Moria, isla de Lesbos, Grecia, en abril de 2016.

Icíar Gutiérrez

“Escapé de Siria para no ir a la cárcel y ahora estoy en una prisión”. Se lo dijo Ibrahim (nombre ficticio), un sirio de unos 30 años, a Amnistía Internacional en el hotspot de Moria, en la isla de Lesbos. Son la primera parada de los refugiados y migrantes que consiguen llegar a Grecia y a Italia. Y, en muchas ocasiones, la última.

Los centros de registro, ideados por la Unión Europea para agilizar la identificación de los recién llegados, se han convertido, según las ONG, en auténticos “centros de detención” donde las personas permanecen retenidas durante meses a la espera de que se resuelva su solicitud de asilo. 

Ahora, un informe del Tribunal de Cuentas de la UE ha constatado la masificación de estos “puntos críticos”, la lentitud del sistema de reubicación y la falta de instalaciones adecuadas para alojar a los menores no acompañados. “Pese a la considerable ayuda de la UE, al final de 2016 las instalaciones de acogida existentes en ambos países todavía no eran apropiadas para recibir (Italia) o alojar (Grecia) adecuadamente al número de migrantes que llegaban”, señala en su estudio el órgano encargado de fiscalizar el uso de los fondos de la Unión Europea. 

En el caso del país heleno, que cuenta con cinco puntos de registro con una capacidad para 7.450 personas, los auditores europeos concluyen que “incluso con muchas menos llegadas que antes” –debido al cierre de la ruta de los Balcanes y el acuerdo UE-Turquía– “el número de migrantes que llega a los hotspots es mayor que el de los que salen”. Más de 62.000 refugiados se encuentran en territorio griego, según datos del Gobierno.

La investigación refleja que, desde la puesta en marcha del acuerdo con el país vecino, las personas han pasado de estar días en estos centros, a períodos “mucho más largos, de meses” debido a la falta de autorización para salir hacia el continente. Los procesos de asilo, reubicación en otro país europeo y retorno son, apunta el Tribunal de Cuentas, “a menudo lentos y tropiezan con diversos tipos de obstrucciones que incumben principalmente a los Estados miembros”. 

La consecuencia principal es la “congestión” de los centros. El estudio hace especial hincapié en la situación de las islas griegas de Lesbos, Quíos y Samos, donde muchos solicitantes de asilo han improvisado refugios temporales debido a la masificación de las viviendas –contenedores–. También recoge las denuncias de las ONG en relación a las condiciones de los campamentos: escasez de mantas, falta de intimidad, insuficiente acceso a la atención médica, calidad de la comida y escasez de agua.

Los centros masificados también son un problema en Italia. Las autoridades calculan que cerca de un 70% de los migrantes desembarcan fuera de los hotspots, que cuentan en total con 1.600 plazas, “claramente insuficiente” en un país donde se han llegado a registrar picos de más de 2.000 llegadas diarias.

El Tribunal de Cuentas se vuelve a referir a “la falta de compromisos de acogida” por parte de los países miembros: en septiembre del año pasado, Italia solo había recibido 3.809 compromisos de reubicación, apenas un 10% del total comprometido.

El diagnóstico se suma a la lista de irregularidades que las ONG que trabajan en estos países llevan tiempo denunciando. Oxfam alertó hace un año de que la “falta de información” sobre el proceso de asilo generaba “miedo e incertidumbre” entre los refugiados y migrantes que se encontraban en los centros italianos. En ellos, Amnistía Internacional (AI) también ha documentado “abusos, engaños y expulsiones”. En Grecia, Médicos Sin Fronteras ha pedido la apertura de estos centros, al considerar que las personas “forzadas a vivir hacinadas están siendo retenidas ilegalmente”. 

Fallos en la atención a menores no acompañados

El trato a los menores que llegan solos a ambos países es la otra gran llamada de atención del tribunal. Grecia e Italia albergaban en septiembre a 2.500 y 20.000 menores no acompañados, respectivamente. “A finales de 2016, todavía faltaban instalaciones apropiadas para alojar a los menores no acompañados y efectuar sus trámites de conformidad con las normas internacionales” sostiene Hans Gustaf Wessberg, uno de los dos responsables del informe. “Debemos abordar este problema con urgencia”, añade.

En el centro de Moria, los expertos detectaron que hasta 90 menores no acompañados se encontraban retenidos en “condiciones restrictivas en el campamento, separados de los adultos”. La mayoría llevaba, dicen, más de tres meses allí. En Italia, que, según explican, no cuenta con instalaciones específicas suficientes, muchos menores llevaban “largos periodos retenidos en los puntos críticos en condiciones inapropiadas, pese a que la normativa dispone que se les conceda prioridad”.

Por esta razón, los auditores recomiendan a la Comisión Europea que se designe un agente de protección de menores para cada centro de acogida, así como que “brinde más apoyo” para aumentar la capacidad de las instalaciones, acelerar la tramitación de las solicitudes y facilitar “información clara” a los migrantes y refugiados. Pese a las críticas, el Tribunal considera que los hotspots han mejorado el porcentaje de registros y de toma de huellas dactilares, el objetivo inicial que perseguía la UE cuando los creó en 2015 para hacer frente al aumento de las llegadas.

“Ratas y cucarachas” en el campo griego de Elliniko

Quienes iniciaron su camino antes del acuerdo con Turquía no quedaron retenidos en estos centros de registro –ubicados en “puntos calientes” de llegada como las islas–, pero también se han encontrado con unas condiciones de acogida precarias en la península griega. “Todo el mundo pierde la cabeza en Elliniko”. Así resume una refugiada cómo es vivir en los tres campamentos a las afueras de Atenas, según un testimonio recopilado por Amnistía Internacional.

La sala de un aeropuerto en desuso o las antiguas instalaciones olímpicas de hockey y béisbol hacen las veces de campos abiertos en Elliniko, donde más de mil personas, en su mayoría procedentes de Afganistán, viven en tiendas de campaña. Llegaron hace más de un año, cuando cerraron la frontera con Macedonia. Algunos de ellos fueron trasladados a Atenas tras el desalojo del campo de Idomeni.

“Hay muchos campos donde las condiciones son malas, pero en Elliniko son inaceptables, crueles, inhumanas”, explica Mónica Costa, responsable de campañas sobre refugiados de Amnistía Internacional en Europa, en una conversación con eldiario.es. “Son lugares que no están preparados para alojar a gente, son inhabitables e inseguros”, apunta.

Aseos y duchas “insuficientes”, una intimidad “limitada”, residentes que se quejan de la presencia de “ratas y cucarachas” y problemas de salud mental como depresión, ansiedad e intentos de suicidio. A las precarias condiciones de acogida denunciadas por la ONG se une la falta de seguridad, que afecta, sobre todo, a las mujeres y las niñas en forma de “acoso verbal constante y riesgo de sufrir violencia sexual y de género”.

“En los campos puede entrar y salir cualquiera. Algunas mujeres nos han contado que no pueden abandonar las tiendas. Sufren amenazas verbales cuando van al baño, que en ocasiones están alejados y no tienen cerrojos en las puertas. Están sometidas a un nivel de estrés muy elevado”, relata Costa, que visitó los campos el pasado marzo. “Tampoco hay suficiente personal femenino, hay pocas intérpretes”, prosigue. 

“Las personas se sienten abandonadas y discriminadas en Elliniko”, dice la responsable de AI, tras puntualizar que sus únicas opciones son pedir asilo en Grecia o ser devueltos, ya que los afganos no tienen acceso al programa de reubicación. “Pero los países pueden aceptar a más gente a través de visados humanitarios y la reunificación familiar”, asegura. “Grecia también les tiene que ofrecer una alternativa de alojamiento digna y segura. Antes tienen que hablar con ellos e identificar sus necesidades porque ya han creado redes en la zona”, sentencia.

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