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Djalo, amigo de uno de los desaparecidos del naufragio de Alborán, salvó su vida por casualidad

Abajo, el Hadj A.D., desaparecido en el naufragio de Alborán, junto a sus amigos en Tánger. Foto: Imagen cedida por Djalo.

Sonia Moreno

Rabat (Marruecos) —

Djalo y El Hadj son amigos de Guinea, del mismo barrio, pero retomaron su amistad en los últimos meses en Marruecos. El Hadj era el más experimentado. “Llevaba nueve meses en el país”, explica Djalo en una entrevista con eldiario.es. Desde hace días, no sabe nada de su amigo. Se embarcó la madrugada del 2 de julio en la patera que se hundió en el mar de Alborán y de la que Salvamento Marítimo solo logró rescatar a tres personas.

El Hadj es uno de los 49 desaparecidos en el mar desde hace una semana. Djalo, que pretendía también llegar a España, se salvó por azar. En el último momento, se quedó en tierra por no poder pagar su pasaje. Ahora se encuentra en la ciudad marroquí de Nador, desde donde recuerda a su amigo. “Era una persona muy amable y tranquila, era respetada”, dice.

El joven desaparecido estaba en la veintena y llegó “legalmente” al país vecino en avión hasta Casablanca con un deseo, “pasar de Marruecos a España”, según apunta su compañero. Vivía en Tánger desde hace nueve meses. Desde allí se desplazó para embarcar rumbo a Europa desde la localidad de Alhucemas.

Tenía la ilusión, como tantos jóvenes subsaharianos, de jugar al fútbol en España. “Él sabía jugar de verdad, estaba en una escuela de fútbol en Dakar (Senegal), donde estudiaba”, presume con voz triste su compañero. También, señala, era el “único hijo varón de la familia” y soñaba con poder ofrecer una mejor vida a su madre y a su hermana, buscando un trabajo y enviando dinero, como hacen la mayoría de migrantes cuando se instalan en Europa.

Una casualidad que salvó su vida

Djalo solo lleva cuatro meses en Marruecos. Nunca había intentado “pasar por mar”, pero sí ha tratado de “saltar” las vallas de Ceuta y Melilla “muchas veces”, aunque, asegura, “es difícil porque hay policía por todos los lados”. Este joven salvó su vida por casualidad. Estaba con el grupo de 52 personas que embarcó desde la costa cercana a Alhucemas pero, al final no pudo subirse a la patera porque no tenía suficiente dinero para pagar a los traficantes.

Ahora, dice, buscará otras vías de entrada a Europa. “No quiero atravesar por mar, es peligroso y arriesgado”, lamenta. Está asustado, asegura que le tiene más “pánico” desde que El Hadj desapareció el fin de semana pasado en el Mar de Alborán en el mayor naufragio registrado en la zona.

Salvamento Marítimo interrumpió este jueves la búsqueda de los cuerpos de las 49 personas desaparecidas. “Quizás, donde encontraron la patera semihundida no es donde están, pero miraron por si apareciera alguno u ocurriera un milagro y hubiera una persona superviviente”, detalla en una conversación telefónica Helena Maleno, portavoz de la ONG Caminando Fronteras.

Djalo, por su parte, echa la culpa de lo que le sucedió a su amigo al clima. “Desgraciadamente hubo un cambio de tiempo que no estaba previsto y no les salió el viaje como lo tenían planeado” porque –explica– “cada vez que se intenta cruzar por mar se tiene en cuenta la meteorología para ver si es conveniente o no salir”. Además, recuerda, “la mayor parte de los muertos no sabía nadar”.

Según las estimaciones de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), 110 personas han perdido la vida en su intento de cruzar el Estrecho de Gibraltar en lo que va de 2017. La Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA), sin embargo, eleva esta cifra a 203 muertes desde enero. 

“La policía va a cazarnos como a salvajes”

Ahora, Djalo está “tranquilo” cerca de Nador, ciudad cercana a Melilla, huyendo de las redadas de Marruecos en los montes colindantes a la ciudad autónoma que el martes fueron denunciadas por Caminando Fronteras desde Tánger. “No hago nada, desgraciadamente”, se queja al mencionar cómo es su día a día. “Dormimos en la calle y por la mañana cogemos nuestras bolsas para ir a buscar la comida a los mercados”, comenta.

Tras intentar atravesar por Ceuta, el joven cuenta que se trasladó del bosque de Tánger huyendo de la policía porque “va todo el tiempo a cazarnos como a salvajes”. Denuncia que las fuerzas del orden marroquí “se enriquecen con los negros que queremos llegar a España”, en referencia a cuando les confiscan sus pertenencias en las redadas.

Mohamed Khone de Costa de Marfil hizo la misma ruta que El Hadj hace dos meses y llegó a su meta, pero asegura por teléfono a eldiario.es que “no es fácil”. Lo intentó tres veces antes de lograr entrar en España en una embarcación. Se considera un afortunado porque está vivo. Ahora vive en Bilbao. Es una de las alrededor de 6.000 personas rescatadas por Salvamento Marítimo en lo que llevamos de año. La cifra ya iguala a la de todo 2016.

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