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Omar Radi, el periodista perseguido por Marruecos que empujó la resolución del Parlamento Europeo

Omar Radi

Sonia Moreno

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Desde la cárcel, el periodista marroquí y activista de derechos humanos Omar Radi, premio Reporteros sin Fronteras 2022, ha conseguido que su persecución por parte de Marruecos sea reprobada en el Parlamento Europeo, junto a la de otros dos periodistas detenidos en el país magrebí, Souleiman Raissouni y Toufiq Bouachrine.

Radi, condenado a seis años de prisión, lleva detenido desde julio de 2020 por cargos de espionaje y de violación. “Omar va bien, relativamente. Soporta la prisión con valentía”, explica a elDiario.es su padre, Driss Radi. “Está en aislamiento completo, pasa en su celda 24 horas. Solicitó pasear en el patio con otros detenidos, para hablar un poco y distraerse, pero la dirección de la cárcel no le ha otorgado ese derecho”, cuenta.

El periodista lleva desde julio de 2020 en prisión preventiva y en régimen de aislamiento. Según documentó Amnistía Internacional, el Gobierno de Marruecos le sometió “a años de hostigamiento”. El juicio de Omar “estuvo plagado de principio a fin de graves violaciones de las garantías procesales”, concluyó la organización en un informe centrado en su caso. Lo mismo ocurrió en el proceso de apelación.

Sus compañeros de profesión, como Imad Stitou, alertan de las duras condiciones sufridas por Radi y otros informadores en prisión. “Se les obliga a elegir entre la peste y el cólera, o estar en una celda individual y no comunicarse físicamente con nadie ni siquiera durante la salida diaria; si eligen una celda colectiva, se les envía a presos que tienen instrucciones de impedirles dormir y de intimidarles. Es una tortura”, denuncia el periodista y colega de los encarcelados.

Su trabajo

Radi, periodista de investigación independiente, saltó de redacción en redacción en diarios críticos y con independencia editorial, como Le Desk –del que fue uno de los fundadores– o Lakome, medios independientes críticos con las autoridades. Lakome tuvo que cerrar, después de condenar a su director, Ali Anouzla, por “incitar a actos terroristas” en 2013. Ambos medios sacaron a la luz el caso del indulto al pederasta español Daniel Galván.

El periodista también destapó la adquisición de terrenos a precios irrisorios por parte de cargos públicos, que salpicó a ministros y a asesores del rey Mohamed VI. Entre estos, el entonces embajador en España, Mohamed Fadel Benyaich, hermano de la actual embajadora, Karima Benyaich. Ambos se criaron en el palacio real con el monarca alauita después de que su padre, médico personal de Hassan II, falleciera en un atentado.

Además de desenmascarar los escándalos de corrupción estatal, Radi siempre ha defendido los derechos humanos. Encabezó las manifestaciones del 20 de febrero, movimiento surgido en Marruecos durante la Primavera Árabe en 2011; y cubrió las protestas de Hirak en el Rif, donde defendió los derechos sociales y económicos de la región. Esta labor acabó desencadenando años de acoso y persecución.

Persecución judicial

A pesar de ser detenido el 29 de julio de 2020 y condenado un año más tarde, ya había comparecido anteriormente ante la justicia en dos ocasiones. La primera vez fue juzgado por la publicación de un tuit en su cuenta personal en el que calificó de “verdugo” al juez Lahcen Tolfi, quien había confirmado la sentencia de los activistas rifeños del Hirak. Radi fue condenado a cuatro meses de prisión.

Finalmente, solo pasó unos días en la cárcel gracias al impulso de una campaña mediática en su defensa. El hashtag #FreeOmarRadi inundó las redes y un centenar de periodistas, escritores, cineastas, diputados e incluso el lingüista y filósofo Noam Chomsky firmaron un manifiesto que denunciaba el encarcelamiento de Radi. La noticia llegó a los medios internacionales y el apoyo logrado dentro y fuera de Marruecos consiguió sacarlo de la prisión de Oukacha en Casablanca.

Distintas campañas de organismos de defensa de la libertad de prensa, ONG y asociaciones de derechos humanos denuncian desde hace años el acoso a Omar Radi y la falta de garantías en su proceso, así como la falsedad de las acusaciones.

La llamada de atención también llegó por parte de un gran aliado de Marruecos. El portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos, Ned Price, señaló que los juicios contra los periodistas en Marruecos contradicen lo recogido en la reforma constitucional impulsada por el país magrebí en 2011. La Casa Blanca no recibió una respuesta oficial, más allá de una contestación del director de prisiones, Mohamed Salah Tamek, que lo interpretó como una injerencia en la Justicia de Marruecos.

Espiado con Pegasus

La persecución contra los periodistas no se mitigó. Seis meses después, en junio de 2020, Amnistía Internacional reveló en un informe que el teléfono de Omar Radi había sufrido un ataque con el programa espía Pegasus del grupo israelí NSO. Desde entonces, el reportero fue sometido a largos y constantes interrogatorios en dependencias policiales, según denunció él y su entorno.

El 29 de julio de 2020, las autoridades lo detuvieron y lo acusaron de “espionaje” y de “perjudicar la seguridad interna y externa del Estado”, basándose para ello en que Radi había recibido fondos de fuentes “vinculadas a agencias de inteligencia extranjeras”. Amnistía Internacional considera que estos cargos “son falsos”, ya que están “relacionados con subvenciones para la investigación en el contexto de una beca de periodismo y de servicios de consultoría autónomos, actividades protegidas por el derecho a la libertad de expresión”.

También se presentaron cargos de violación y agresión sexual, tras una denuncia de una excompañera en Le Desk. Él niega la acusación. “Es fundamental que todas las acusaciones de agresión sexual se investiguen debidamente y que quienes perpetran dichas agresiones respondan de sus actos ante la justicia. Sin embargo, con independencia de la gravedad de los cargos formulados contra él, las autoridades deben garantizar que recibe un trato justo y un juicio con las debidas garantías”, recalca Amnistía Internacional.

Las autoridades marroquíes le negaron su carné prensa durante más de una década, lo que permitió al Gobierno argumentar que estaba excluido de la protección legal en virtud del Código de Prensa marroquí.

“Creo que es una acumulación de posturas tomadas durante varios años. Se le está castigando por el conjunto de su obra, pero el detonante fue el hecho de que hiciera público el espionaje de su teléfono por parte de Pegasus y no lo ocultara. El régimen marroquí no aceptó que un solo individuo no corruptible le humillara delante de todo el mundo”, afirma su compañero y amigo Imad Stitou.

El colega de Radi abandonó Marruecos y se instaló en Túnez hace algo más un año “porque ya no podía ejercer mi profesión libremente en mi país”, aunque todavía no ha iniciado ningún trámite para solicitar el asilo. Fue acusado y condenado a seis meses de libertad condicional al declarar, como testigo de la acusación de violación de Omar Radi, que las relaciones con la denunciante habían sido consentidas.

La familia Radi aplaude a Europa

La resolución de urgencia de derechos humanos en Marruecos, refrendada el jueves por una mayoría en el Parlamento Europeo, estima que en su sentencia “se violaron numerosas garantías procesales, en un juicio injusto y parcial”. También considera “falsos los cargos de espionaje” por los que se ha encarcelado a Radi. De esta manera, el Parlamento Europeo pone fin a su silencio sobre las vulneraciones de los derechos humanos en Marruecos, en lo referente al acoso y encarcelamiento de periodistas y activistas.

Su familia aplaude la resolución. “Efectivamente, damos la bienvenida al voto a la resolución del Parlamento Europeo. Para nosotros es un presagio para la situación de los detenidos políticos en Marruecos. Podría, yo creo, ser una esperanza de libertad para todos los periodistas y para Omar, mi hijo”, celebra Driss Radi.

Más crítico es el periodista Imad Stitou. “La decisión es simbólica porque viene de las instituciones europeas que representan la democracia de los aliados del régimen marroquí. Hasta ahora y durante más de dos décadas Marruecos siempre ha evitado una resolución similar con la ayuda de estos aliados que hicieron la vista gorda”, denuncia Stitou. A su juicio, la declaración “se debe a un contexto muy especial, ya que no hubiera sido posible sin el Marocgate. El Parlamento Europeo es una institución política, por lo que es un mensaje político enviado desde Europa a Marruecos”.

“La solución debe ser interna, nacional y marroquí. La libertad de los periodistas y los presos políticos y escuchar la voz de la razón es la única solución del régimen marroquí. El régimen debe admitir que la política de falsificación de archivos sexuales para acallar voces ha fracasado”, sostiene el compañero de Radi.

La condena del Parlamento Europeo se une al apoyo incondicional que recibe Omar Radi, una persona muy querida, respetada y valorada por sus compañeros de la prensa marroquí y extranjera. Durante el acoso que ha sufrido los últimos años, Marruecos también intentó silenciar a los periodistas, abogados, activistas que han defendido la inocencia de Radi y su juicio falso. El último en entrar en prisión, en noviembre de 2022, fue el abogado y exministro de Derechos Humanos Mohamed Zian, que lo apoyó y criticó duramente al régimen marroquí.

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