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Interior deporta a dos activistas rifeños a los que les ha denegado el asilo

Policías en el Centro de Internamiento de Aluche, Madrid.

Sonia Moreno

Rabat (Marruecos) —

“Prefiero la muerte que volver a Marruecos. Si nos devuelven tendremos problemas con el régimen; y nos esperan torturas y violaciones. Nos pueden caer muchos años de cárcel. Me buscaron durante tres meses, entraron en mi casa, cogieron mi móvil, me quitaron la documentación, y huí al campo hasta que pillé la patera. Pido que no me devuelvan. Lo que me pase será culpa del Gobierno español”. 

Las palabras de Soufyan a este medio desde el Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Aluche en Madrid, eran un ruego pocas horas antes de su inminente expulsión de España. No lo ha logrado. Durante la mañana de este miércoles, a las 10.15, ha sido devuelto a Marruecos junto a su compañero Emad en un avión de la compañía Swiftair, según han confirmado fuentes cercanas al caso a eldiario.es.

Los jóvenes habían solicitado asilo, pero se lo han denegado. Entonces iniciaron una huelga de hambre como protesta. Tras 11 días sin comer, Soufyan hablaba sin fuerzas y con doce kilos de menos. Si no toma azúcar sufre temblores y, denunciaba “la Policía no nos la da”. A él y a su compañero Emad les han examinado diariamente dos médicos. “Tienen las pupilas amarillas, ya no pueden andar, a Emad le dan taquicardias, y Soufyan se desmayó cuando le denegaron el recurso de asilo, y tuvo que ser trasladado a la enfermería”, relatan rifeños residentes en Madrid tras la última visita al CIE.

Según ha podido saber eldiario.es, los abogados de oficio han reiterado las medidas cautelarísimas a la Audiencia Nacional el martes 19 de junio por la tarde, víspera de la expulsión, cuando fueron informados por otros activistas. Los rifeños y rifeñas residentes en España escribieron una carta dirigida a Pedro Sánchez en la que solicitan la paralización de esta expulsión, además le piden que revise el marco legal existente que legitima la existencia de los CIE. Non consiguieron frenar la devolución.

Los familiares de Soufyan, de 23 años le aconsejaban desde Alhucemas que se quedara en España porque, dicen, “la policía pregunta por él y le buscan”. En Marruecos le avisaron de que se apartara del Movimiento del Rif, conocido como Hirak, que desde finales de 2016 reclama mejoras económicas y sociales para la región marroquí. “Me pidieron que parara, les dije que sí para que me soltaran, pero han detenido a todos mis compañeros así que no puedo dejar la lucha. En cualquier manifestación buscaban pretextos para arrestarnos”, detalla Soufyan.

No han corrido la misma suerte que sus 12 compañeros con los que cruzaron el Mediterráneo en patera, desde el Rif a Motril, durante 26 horas el pasado mes de mayo. Las autoridades españoles les denegaron la condición de refugiados porque consideran que “sus perfiles no son de interés para la persecución del Gobierno marroquí” al nos ser periodistas o blogueros, y niegan que en Marruecos “esté habiendo en este momento represión”, según información remitida a los abogados de oficio que han llevado el caso.

Los detenidos y los propios letrados desconocen por qué otros cinco rifeños de la misma patera han salido del CIE con la tarjeta roja de refugiados. Para Soufyan, “ha sido pura suerte. Estuve en más manifestaciones que cualquiera y no me quieren proteger”, recalca. Desde el Movimiento en Madrid, explican que “es aleatorio, les podía tocar a uno o a otro porque no quieren conceder el asilo a todos para evitar el llamado 'efecto llamada”.

“En Marruecos la represión será brutal”

Antes de ser devuelto, Emad alertaba de que “en Marruecos la represión será brutal” y rogaba más tiempo para poder aportar pruebas que puedan justificar su implicación en el Hirak. Quienes le visitaron insisten en su “en estado psicológico deteriorado”.

Es el mayor de tres hermanos de una familia de la localidad de Beni Bouaiach en Alhucemas, y participó activamente en las protestas del Movimiento Popular animando a jóvenes a unirse a las manifestaciones, como demostró su abogada con una imagen. Fue arrestado en la protesta del 20 de julio de 2017 en Alhucemas, extinguida con gases lacrimógenos por las fuerzas de seguridad y pasó dos días en la comisaría junto a otros 350 manifestantes. Antes de embarcarse en la patera, dormía en diferentes alojamientos, cuenta que incluso pasó tiempo en el bosque, porque en varias ocasiones le fueron a buscar a su casa, según su relato.

Entre 14 jóvenes rifeños se organizaron para conseguir una patera y salir del país ante el acoso a manifestantes y más de un millar de arrestados en el último año. Fueron detenidos en aguas de la costa española y pasaron tres días en la comisaría de Motril. Cuatro -que llevaban documentación- fueron devueltos a Marruecos, mientras los otros siete fueron trasladados al CIE de Madrid.

Les adjudicaron dos abogados de oficio, expertos en Extranjería pero no en asilo, y aseguran que no les han permitido ser asistidos por organizaciones de defensa de los refugiados. Los letrados no recibieron notificación de la expulsión de sus clientes a pesar de que en su recurso se especifica con documentación que en Marruecos no estarían seguros.

Varias organizaciones de derechos humanos, como Amnistía Internacional, Human Rights Watch y la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH) han calificado a los detenidos del Rif como “presos y presas de conciencia” y vienen denunciando desde hace un año el “trato degradante en las cárceles, la falta de garantías jurídicas en los procesos judiciales y las condenas extralimitadas en contra de la libertad de expresión y de información”.

En Marruecos, el abogado de los presos del Hirak Mohamed Ziani se ha mostrado preocupado ante la vuelta de estos chicos porque, dice, “van directos a las torturas”. Él mismo sufrió la detención de sus hijos el 7 de junio para que se personara ante la justicia, y está recapacitando si seguirá con la defensa de los activistas. “Se quitan a los abogados del medio. No es noble coger a mis hijos como rehenes. Es fascismo”, confesó en Rabat. Otro de los letrados, el rifeño y activista Abdessadek El Bouchtaoui, huyó de una condena de año y medio de cárcel y vive en Europa.

Un año después de las detenciones, Alhucemas continúa controlada por las fuerzas de seguridad marroquíes, se siguen celebrando juicios a manifestantes, hay más de 500 personas detenidas en diez cárceles del país, según información aportada por el abogado en Alhucemas, Abdelmajid Azaryah; y algunos ciudadanos permanecen ocultos y otros refugiados en diferentes países europeos.

Más jóvenes rifeños siguen huyendo de Marruecos por las fronteras o en patera. Entre los Centros de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Ceuta y Melilla suman más de veinticinco solicitudes de asilo, y esperan su traslado a la península.

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