Un niño afgano se escurre por el interior de su chaleco salvavidas y se pierde en el mar en Lesbos
Ocurrió de noche, bajo la lluvia, con el mar embravecido. En una de las decenas de lanchas que llegan cada día a Lesbos (Grecia), un niño pequeño, de nacionalidad afgana, se perdió en el agua. Iba sujeto a su padre con un chaleco salvavidas demasiado grande. Se deslizó por el interior del mismo y desapareció en el mar.
Sus padres, devastados, lloraban desconsolados, junto a sus otros dos hijos, mientras voluntarios de Proactiva, una red de socorristas - entre ellos catalanes- buscaban al pequeño en el agua. Nada. Transcurrieron las horas y la esperanza fue perdiéndose.
“Hemos perdido a un niño, a una familia afgana se le ha escurrido uno de sus niños del chaleco salvavidas y se ha perdido en el mar”, dice el mensaje que uno de los testigos en la zona nos envía.
“Inmenso dolor”
“Rabia, impotencia y dolor: sentimientos devastadores cuando eres testigo de la desaparición de un niño en una travesía infernal, una noche cerrada y con mar embravecido”, han escrito miembros de Proactiva en su página de Facebook.
“Rabia ante la falta de escrúpulos de las mafias que trafican con las vidas de personas desesperadas”, señalan, en alusión a las organizaciones que cobran hasta 5.400 euros para llevar a cinco personas en una lancha.
“Rabia ante la intolerable pasividad e inoperancia de los gobiernos que permiten que esto suceda”, prosiguen, en referencia a la falta de ayuda necesaria para hacer frente a la llegada de los refugiados, para garantizar sus vidas o para evitar que asuman rutas peligrosas como el Mediterráneo en estos días de temporal.
“Impotencia cuando te lanzas en su búsqueda y no lo consigues. Inmenso dolor”, afirman integrantes de Proactiva presentes en Lesbos, en referencia al niño desaparecido. “Hoy hemos vivido la peor jornada desde que llegamos a la isla. Llueve torrencialmente desde hace dos días, hay temporal y bajas temperaturas, los botes siguen llegando, el riesgo de sus vidas es enorme, y no pasa nada”, denuncian.
La noticia de la desaparición del niño corrió de boca en boca entre voluntarios, periodistas y refugiados. “Hemos perdido a un niño”, “hemos perdido a un niño”, y la frase retumbaba entre los presentes como un martillazo.
“Esto es horrible, llega gente continuamente, pero las autoridades european miran hacia otro lado”, denuncia el fotoperiodista Juan Carlos Mohr, presente en Lesbos, en conversación telefónica con eldiario.es
Hipotermias y llantos
A pesar de las tormentas, del frío, de la lluvia constante que empapa en cuestión de segundos, siguen llegando decenas de lanchas diarias a Lesbos. De hecho, la pasada semana se alcanzó la cifra récord, con unos 48.000 refugiados que tocaron las costas griegas procedentes de Turquía.
Las imágenes del momento en que pisan tierra en este vídeo publicado por eldiario.es no dejan indiferentes: claros síntomas de hipotermia, tiritonas, desmayos, llantos, niños consolando a sus padres y madres que sollozan tras verse a salvo...
La llegada a Europa no es sinónimo de salvación. Quedan aún muchos obstáculos en esta carrera por etapas, y uno de los primeros es el campo de Moria, en Lesbos, sobrepasado por la cantidad de personas que recibe diariamente, y en el que los refugiados no cuentan con la atención adecuada. Es más, como en tantos otros campos por los que pasarán posteriormente en su ruta europea, sufren condiciones de insalubridad, maltrato y atención insuficiente para cubrir sus necesidades más básicas.