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De la lucha contra la minería, a la cuna de la rebeldía zapatista

Domingo Ankuash, líder indígena ecuatoriano que lucha en su comunidad contra la acción de las empresas mineras, en San Cristobal de las Casas, Chiapas (México)/ Fotografía: Jaime Giménez

Jaime Giménez / Andrea Fajardo

Chiapas (México) —

Domingo Ankuash llegó a Chiapas. Tras un proceso plagado de trabas burocráticas, el líder indígena de la Amazonía ecuatoriana pisó territorio zapatista para acudir al Festival Mundial de las Resistencias y las Rebeldías contra el Capitalismo. Representando al pueblo Shuar, que lucha desde hace años contra proyectos de explotación minera en su territorio, viajó con un claro objetivo: compartir experiencias con aquellos que llevan más de dos décadas organizándose a través del autogobierno instaurado por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en el estado de Chiapas. Rodeado de pasamontañas y pañuelos rojos como símbolos de resistencia, Domingo interiorizó, asegura, uno de los lemas repetidos una y otra vez durante estos días: “Otro mundo es posible”.

La visita de Domingo a territorio zapatista supuso una oportunidad para que el líder Shuar llevara de vuelta a su pueblo el discurso del EZLN y de otras comunidades indígenas de México. El viaje del representante amazónico, invitado por el Congreso Nacional Indígena de México (CNI), se enmarcó dentro de un esfuerzo de varias organizaciones sociales –como la Red Transnacional Otros Saberes y la Asamblea de los Pueblos del Sur- para tejer redes de solidaridad en Latinoamérica. “Es necesario el contacto entre los pueblos de América Latina para recuperar palabras como autonomía y autodeterminación, que tanto utilizan los zapatistas”, explicó Domingo.

Desde su alzamiento el primer día del año 1994, coincidiendo con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte que unía económicamente a México con Estados Unidos y Canadá, el EZLN ha llevado a cabo la construcción de estructuras de Gobierno autónomo en los territorios que controla. Basándose en el lema de “mandar obedeciendo”, el EZLN cedió el poder de toma de decisiones a las comunidades indígenas que lo apoyaban –sus bases civiles de apoyo-, supeditando la jerarquía militar de la guerrilla a las autoridades rotativas comunitarias.

En 1996 se firmaron los Acuerdos de San Andrés, mediante los cuales el gobierno mexicano se comprometió a reconocer en su Constitución los derechos de los pueblos indígenas de todo México. Dichos acuerdos no se materializaron en una ley hasta el año 2001. No obstante, los zapatistas consideraron traicionado el espíritu de San Andrés, pues la nueva norma no reconoció plenamente la autonomía y autodeterminación de los pueblos originarios. Como consecuencia, los zapatistas decidieron fortalecer la construcción del autogobierno en sus territorios, abandonando toda pretensión de negociar con el estado. Crearon entonces, en 2003, los caracoles y las Juntas de Buen Gobierno, máxima expresión de la autoridad zapatista, donde los cargos son ocupados por personas elegidas por las comunidades durante un tiempo limitado.

En un intento de contactar con otros pueblos del mundo, el EZLN ha organizado periódicamente diversos eventos internacionales. El más reciente fue el Festival de las Resistencias y las Rebeldías que tuvo lugar entre el 21 de diciembre de 2014 y el 3 de enero de 2015. Durante el acto, los asistentes compartieron sus experiencias de lucha contra proyectos que amenazan su forma de vida tradicional. Desde autopistas hasta centrales hidroeléctricas, pasando por parque eólicos o aeropuertos. Algo que a Domingo le suena muy familiar, pues el pueblo Shuar cuenta con una larga experiencia de resistencia frente a la explotación foránea de su territorio.

La lucha Shuar contra la minería a cielo abierto

Luciendo con orgullo su tradicional corona Shuar, confeccionada con plumas de guacamayo rojas y amarillas, Domingo Ankuash lleva años defendiendo el derecho de su pueblo a gestionar de forma autónoma su territorio. Situado en la Cordillera del Cóndor, en el confín suoriental del país, el territorio Shuar goza de una importante riqueza natural. Además de la abundante presencia de madera y agua, su suelo cuenta con diversos minerales entre los que destacan el cobre y el oro.

Estos minerales son objeto de deseo de varias empresas canadienses y chinas. El proyecto más ambicioso es el denominado Mirador, dentro del cual la empresa de capital chino Ecuacorriente pretende extraer 4.000 millones de toneladas de cobre en la provincia de Zamora Chinchipe a partir de 2015. Las organizaciones del pueblo Shuar se han opuesto reiteradamente a este tipo de iniciativas de megaminería a cielo abierto – o a “infierno abierto”, como la denomina Domingo-.

“El gobierno trata de comprar a los líderes Shuar para dividir al pueblo, pero muchos seguimos resistiendo”, asevera el dirigente amazónico, quien denuncia que el discurso indigenista del 'Buen Vivir' -que pone los derechos de la naturaleza por delante del crecimiento económico- utilizado por el ejecutivo de Rafael Correa no es más que papel mojado “para engañar a América Latina y al mundo”.

En los últimos meses, los Shuar han visto como tres de sus líderes han sido hallados muertos en circunstancias sospechosas. El último de ellos fue José Tendetza, encontrado sin vida el 4 de diciembre de 2014, pocos días antes de que emprendiera su planeado viaje a la Cumbre de los Pueblos en Lima para denunciar los excesos de las compañías mineras en el territorio Shuar.

En un primer momento, el gobierno alegó que Tendetza se había ahogado en el río mientras pescaba, aunque más tarde el ministro del Interior reconoció que la hipótesis más probable era el estrangulamiento. No obstante, no aportó datos sobre los sospechosos del crimen. Domingo no duda en afirmar que sus compañeros “fueron asesinados por la policía y el ejército de este régimen autoritario”.

Correa y el movimiento indígena

Conforme ha ido avanzado la presencia de Rafael Correa al frente del gobierno ecuatoriano, la relación con el movimiento indígena se ha deteriorado poco a poco. La decisión del gobierno de iniciar la explotación del Yasuní-ITT, así como el impulso de megaproyectos de extracción de recursos naturales en otras zonas con alta presencia de pueblos indígenas, han motivado el alejamiento entre ambas partes.

El último movimiento del ejecutivo de Correa que ha dado la puntilla a su relación con los pueblos originarios fue la decisión gubernamental de expulsar a la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (CONAIE) -importante organización en defensa del colectivo- de su histórico edificio en Quito. Pese a que la medida fue aplazada el 5 de enero, la amenaza de desalojo sigue pendiendo sobre la CONAIE, a quien el estado ecuatoriano cedió el uso del inmueble hace 25 años.

Domingo, quien fue presidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de la Amazonía Ecuatoriana (CONFENIAE), uno de los tres pilares de la CONAIE, se muestra impresionado ante la situación en México. Pese a que su pueblo también ha sido víctima de la represión del gobierno, el dirigente Shuar asume que la situación en México alcanza otro nivel. El caso de los 43 estudiantes desaparecidos en Ayotzinapa, Guerrero, hace casi cuatro meses es uno de los ejemplos.

Los padres y madres de los 43 de Ayotzinapa

Los padres y madres de los 43 ocuparon el puesto de honor, cedido por el EZLN, a lo largo de todo el festival. Los encapuchados zapatistas, pese a ser los coorganizadores del evento junto al CNI, apenas se dejaron ver públicamente, limitando su presencia a la noche del 31 de diciembre. Allí, envuelto en la niebla chiapaneca, rodeado por cientos de rostros mayas cubiertos por pasamontañas y pañuelos, permaneció Domingo escuchando con avidez el largo discurso del subcomandante Moisés, sucesor de Marcos al frente del EZLN.

“Nosotras y nosotros los zapatistas decimos que estamos en una sociedad donde somos explotados, reprimidos, despreciados y despojados por siglos de patrones y líderes, y hasta hoy, finales del 2014 y principios del 2015, así sigue la sociedad”, exclamó, mientras los fuegos artificiales que celebraban la llegada del nuevo año estallaban en los municipios cercanos.

Un día después, Domingo demostró la cercanía entre la lucha Shuar y la lucha zapatista y el resto de resistencias de los pueblos indígenas de México y América Latina. “Somos un pueblo que cree en sus derechos territoriales, cree en su dignidad y en su libertad y defiende su generación; cree en su autonomía y en su autodeterminación”, defendió ante los delegados del CNI.

Dignidad, libertad y autonomía fueron las palabras clave repetidas a lo largo de todo el festival. Tanto en Xochicuautla (Estado de México), donde se inauguró el encuentro, como en Amilcingo (Morelos) y en Monclova (Campeche), los pueblos indígenas mexicanos expresaron su dolor y su rabia ante los megaproyectos que, según ellos, atentan contra la vida de sus comunidades. “Nunca más un México sin nosotros”, el lema más sonado, reiterado una y otra vez por los participantes. Las más señaladas: las multinacionales y los “malos gobiernos”, acusados de ser los grandes culpables de sus problemas.

Pese a no haber podido estar presente en la mayor parte del evento, Domingo expresa en pocas palabras la esencia del encuentro zapatista: “No vivimos de los dólares; sino de la caza y la pesca. De la tierra, que es la única manera de sobrevivir en este planeta”.

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