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Las 308 personas rescatadas por el Open Arms llegan a la bahía de Algeciras

La llegada del ‘Open Arms’ a Algeciras

Fabiola Barranco / Icíar Gutiérrez

El 9 de agosto, el barco de rescate Open Arms atracaba en Algeciras con 87 personas a bordo. La decisión de recibir al buque en el puerto andaluz confirmaba el giro del Gobierno en el protocolo que había activado previamente para acoger a los rescatados por las ONG que operan en el Mediterráneo: dejaba de optar por ciudades más próximas, como hizo con Valencia, Palma o Barcelona, y también de conceder un permiso de residencia temporal, que sí había otorgado antes a los migrantes rescatados por el Aquarius o el propio Open Arms.

Casi cinco meses después, las 308 personas que viajan desde hace una semana a bordo del buque de rescate de la ONG catalana han pisado tierra firme, de nuevo, en el muelle de Crinavis, unas dependencias que la Autoridad Portuaria de Algeciras posee en el término municipal de San Roque (Cádiz). Al igual que en agosto, el Ejecutivo ha decidido aplicar el “protocolo habitual” para quienes llegan en patera a las costas andaluzas.

Ambas decisiones no se hicieron públicas hasta este jueves, durante las horas previas al desembarco. Hasta la tarde de ayer, la tripulación no sabía si finalmente se debía atracar en el Puerto de Algeciras o en Crinavis. En agosto, el Gobierno defendió que este último puerto era el “mejor adaptado” para la recepción de migrantes.

En el interior del barco, los ocupantes se han despertado antes de lo habitual, con las luces del Peñón de Gibraltar como faro en la oscuridad de la noche. Amanecían poco a poco, familias y niños por un lado, el resto por otro. Giacomo, el médico, cuida de Tonia, una mujer embarazada de tres meses que ha pasado mala noche. Pero ha resistido a la travesía tras el rechazo de Malta y la falta de respuesta de Italia.

Koné sabía que llegaba a puerto. A Europa. Tiene tan solo diez años, viaja solo aunque le acompaña su amigo Adama, otro chico de 15 años. El menor ha empezado a repartir abrazos entre los voluntarios. Hace frío, pero él tiembla de tanto cariño. “Muchas gracias hermanos”, “os voy a echar de menos”, “gracias por salvarnos en el mar”. Es lo único que se escuchó a bordo del Open Arms mientras entraba en el puerto de San Roque. La música ha hecho despegar los pies del suelo a más de uno. Celebran estar vivos.

Entre los voluntarios y la tripulación también afloran sentimientos de agradecimiento. Zara, una pequeña de dos años que se ha ganado el cariño de todos, jugueteaba. El momento cumbre se ha vivido pocos minutos después, cuando el buque ha entrado en el puerto. “¡Boza! ¡Boza! ¡Boza! [victoria]”, cantaban felices los recién llegados. Entre ellos estaba Sara, de Camerún, que ha dado un brinco y se ha levantado para corearlo con sus hijas pequeñas. Está feliz, dice, porque está a salvo y más cerca de encontrar a su hijo Djibril, de 10 años, que está en Malta después de cruzar el mar solo.

El barco ha atracado en torno a las 9:00 horas tras 1.100 millas recorridas con 137 menores, 70 mujeres y 241 hombres rescatados en el Mediterráneo central a bordo. Algo más de una hora después, comenzaban a desembarcar. Zara, en brazos de su madre y con un gorro de Papá Noel, ha sido la primera. Koné ha sido el último de los niños en bajar. Desde el muelle, miraba asombrado y saludaba a la tripulación, que se asomaba para despedirse de él. Koné sonreía. Está en Europa.

Minutos antes de las 14:00 horas, Issa Ali y Harun Hamad, dos jóvenes de Chad, eran los últimos rescatados en abandonar el barco. Los dos esperaron hasta el final para ayudar a la tripulación y mantener el buen ambiente entre la gente. “Estoy muy feliz y emocionado. Nos salvasteis la vida en el mar y habéis dado todo lo mejor para nosotros. Gracias, gracias, gracias”, se despidió Issa.

Además de agradecer “todo el esfuerzo” al equipo, durante las despedidas muchos preguntaban si el Open Arms volvería a la zona de rescate en aguas libias, donde cientos de personas han perdido la vida este año. “Hay muchos hermanos que aún necesitan salir del infierno libio”, explicaba un joven de Sierra Leona.

Tras tocar tierra firme, los migrantes han sido atendidos en el puerto por el Equipo de Respuesta Inmediata en Emergencias de Cruz Roja. Fuentes de la organización humanitaria han confirmado a este medio que han activado el dispositivo que suele ponerse en marcha cuando llegan los rescatados por Salvamento Marítimo en el Estrecho o en el mar de Alborán. Este incluye una primera atención de emergencia con asistencia sanitaria en el caso de que lo precisen, alimentos y ropa.

Posteriormente, según informa Efe, han pasado a ser identificados en el Centro de Atención Temporal de Extranjeros (CATE), puesto en marcha en el mismo recinto portuario por el Gobierno central el pasado agosto. El centro dispone de 474 camas. De acuerdo con el protocolo habitual, los recién llegados en patera son retenidos en estas instalaciones gestionadas por la Policía Nacional durante un plazo máximo de 72 horas para proceder a su identificación.

“En la práctica, es un centro de detención donde las personas son privadas de libertad por el simple hecho de migrar. No deja de ser una comisaría gigante con más servicios que los polideportivos. Es cierto que mejora lo que había, pero más por el desastre que había antes que por contar con condiciones adecuadas”, opina Diego Boza, del área de Migraciones de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA). En un informe reciente, el Defensor del Pueblo constataba “mejoras” en relación con estas instalaciones “en relación con lo anteriormente observado”, pero siguió denunciando “carencias en las condiciones jurídicas con una asistencia letrada que, en general, no reúne los estándares mínimos”.

Durante estas 72 horas, la normativa obliga a ofrecer la posibilidad de pedir asilo. En el operativo que recibirá a los rescatados por el Open Arms estará presente un equipo de la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) para proporcionar información sobre protección internacional y el procedimiento de asilo, “así como para apoyar en la identificación de casos con necesidades específicas”, como víctimas de trata o menores no acompañados.

Fuentes del organismo explican que se trata del mismo equipo que ya brindaba apoyo en las costas andaluzas y detallan que desde agosto ha reforzado su presencia en los principales puntos de la costa del sur como Tarifa, Motril, Málaga o Algeciras junto a la ONG CEAR, que también estará presente en la recepción. Asimismo, en un comunicado, Save the Children ha explicado que uno de sus equipos brindará atención a los más pequeños.

En qué consiste el protocolo habitual

Quienes piden asilo y su solicitud es admitida, deben ser derivados a los dispositivos de acogida. Las personas rescatadas por el Open Arms aseguran proceder de Somalia, un total de 101. También de Nigeria, Sudán o Siria, así como de una decena de nacionalidades más. Algunos, por tanto, son países emisores de un gran número de solicitantes de asilo por lo que podrían pedir protección en España.

Según el procedimiento habitual, en los casos que no soliciten protección internacional o su petición no sea admitida a trámite, la Policía Nacional, procede a la apertura de los expedientes de expulsión correspondientes, lo que supone el inicio de los trámites para ser deportados a sus países. Este proceso no es inmediato y puede durar meses o no llegar a producirse. Generalmente, quedan en libertad tras pasar retenidos ese máximo de tres días. Algunas de ellas pasan a la red de acogida del programa de atención humanitaria del Ministerio de Trabajo y Migraciones. En algunos casos, reciben una solicitud de internamiento en un CIE.

A bordo del Open Arms no viajan personas originarias de Marruecos o Argelia, países que cuentan con acuerdo de devolución con España lo que facilita y agiliza la expulsión. Por tanto, tienen más posibilidades de poder permanecer en suelo europeo aunque no reciban el mismo permiso de estancia temporal que fue otorgado a los rescatados por el Aquarius y el Open Arms, de 45 y 30 días, el pasado verano.

Esta iniciativa fue aplaudida por las ONG especializadas en derechos humanos, pues durante ese plazo los recién llegados tenían tiempo para recuperarse de la dura travesía y solicitar asilo en caso de lo que necesitaran sin pasar nada más llegar por dependencias policiales.

El pasado agosto, el Gobierno cambió de criterio y dejó de conceder este permiso, estableciendo diferencias con el Aquarius por “la situación de crisis humanitaria existente en el barco”. La decisión se fue produciendo de forma paulatina, reduciendo los días de permiso humanitario o ligando su concesión a la decisión de la Policía tras el desembarco. Aunque este medio se ha puesto en contacto con Moncloa para conocer si los rescatados recibirán esta autorización, de momento no ha obtenido respuesta. También se desconocen otros detalles, como lo que va a ocurrir con los menores no acompañados que han viajado a bordo del barco de rescate, de cuya tutela se encarga la Junta de Andalucía.

Organismos como Acnur alabaron el dispositivo puesto en marcha el pasado 10 de junio en Valencia para recibir a las 629 a bordo del buque Aquarius, frente la “descoordinación” y la “improvisación” que, según han documentado las ONG especializadas, lleva tiempo caracterizando el proceso de recepción en las costas españolas. El Defensor del Pueblo también lleva años denunciando “los fallos y las carencias” del sistema de primera acogida. Este verano, por ejemplo, centenares de migrantes recién llegados se vieron forzados a dormir en barcos de Salvamento Marítimo o en condiciones de hacinamiento.

Para Boza, de la APDHA, la recepción de las más de 300 personas que han llegado a Cádiz este viernes deja algunos interrogantes. Uno de los principales: qué va a pasar con ellas a partir de ahora. “¿Se va a predominar la expulsión, como se hace habitualmente, o se va a ser consecuente, se les va a proteger y garantizar vías de acogida, ya sea para proseguir su viaje o incorporarse en nuestra sociedad? Si se articulan mecanismos reales, también nos gustaría que se pudieran acoger a ellos las personas que llegan a diario a nuestras costas”, sentencia.

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CORRECCIÓN: Una versión original de este artículo informaba de que habían llegado 311 personas a Algeciras, según cifras proporcionadas por la ONG catalana. Finalmente, han sido 308 migrantes, ya que tres de ellos fueron evacuados por Malta e Italia, precisa la organización.

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