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Entrevista
Sophie Muller, representante de Acnur en España

Sophie Muller, representante de Acnur en España: “El fraude de las citas para pedir asilo es peligroso y debilita el sistema”

Sophie Muller, representante de Acnur en España

Gabriela Sánchez

20 de junio de 2022 00:42 h

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Sophie Muller ha dedicado los últimos 20 años a escudriñar los sistemas de asilo del mundo a través de su trabajo en el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur). Desde Ginebra, pudo conocer la panorámica de la protección internacional a nivel global. En el terreno, formó parte de operaciones en Benín, Timor Oriental y Burundi. Desde 2019, es la representante de Acnur en España.

Ese bagaje de décadas permite a Muller hacer balance del sistema de protección internacional en España tras varios años convulsos en las políticas de acogida del país. Lo hace con la diplomacia que caracteriza a una agencia de la ONU, pero sus palabras deslizan reproches a las autoridades, especialmente cuando señala las trabas a las que se enfrentan miles de personas para poder registrar su solicitud de asilo en suelo español y el negocio generado alrededor de la petición de citas de extranjería.

Desde febrero, hablamos de refugiados y todos los focos parecen apuntar a Ucrania. ¿Cuáles son las otras crisis de desplazamiento forzado que ahora parecen más olvidadas?

La situación en el mundo es muy precaria en ese sentido. Hace muy poco tiempo, vivimos la crisis de Afganistán. Pero también nos preocupa la situación en Sudán, de Etiopía y, naturalmente, las personas desplazadas de Venezuela y del Sahel. La mayoría de los refugiados que habían salido antes de la guerra en Ucrania eran de Siria, de Afganistán y de Myanmar. Estos tres países, junto a Sudán y Venezuela, siguen generando año tras año, desafortunadamente, un gran número de personas desplazadas de manera forzosa. 

Las consecuencias de las nuevas crisis, como la de Ucrania, y la situación de cambio climático aceleran los riesgos que empujan los desplazamientos forzosos.

Usted conoce bien los sistemas de asilo de distintos países europeos, ¿cómo valoraría el sistema de asilo en España? ¿cuál es su situación?

España tiene una situación compleja por su ubicación geográfica -con su frontera marítima, Ceuta y Melilla- y sus relaciones culturales con Latinoamérica. La gran mayoría de solicitantes de asilo son de Latinoamérica, Perú, Venezuela y Colombia, una tendencia repetida en los últimos años. En 2021, también vimos el aumento de las llegadas y las solicitudes de marroquíes, malienses y costamarfileños, especialmente relacionadas por las llegadas marítimas a Canarias. A partir del 2019, se ha generado otro tipo de perfiles de entradas por la situación en el Sahel, por la complejidad también de la relación entre España y su vecino del sur. Los números no son muy grandes, pero son situaciones difíciles de gestionar y que fluctúan mucho en función de las relaciones bilaterales de España con los países de tránsito y con países de origen. Y a esto se suma la guerra en Ucrania. 

¿Dónde encuentra los mayores fallos? 

El sistema de protección se divide en tres grandes partes: acceso al sistema, el procedimiento y la acogida. En el acceso al sistema, que incluye la entrada a España y al procedimiento, España tiene algo muy bueno: Salvamento Marítimo, que marca un ejemplo en Europa, salvando vidas y haciendo posible que personas que toman riesgos enormes para llegar a Europa con embarcaciones, muchas veces peligrosas y débiles, puedan estar a salvo. Pero en el acceso al procedimiento de asilo nos encontramos las mayores dificultades.

Recibimos muchas llamadas, muchas preguntas y solicitudes de apoyo, porque personas quieren pedir asilo y no lo consiguen. No logran tener cita para poder pedir asilo. Hay una riqueza administrativa española que hace que cada comisaría, cada provincia, puede tener su propia dinámica, lo que puede generar buenas prácticas de manera autónoma, pero también puede provocar dificultades, pues no hay una manera homogénea de poder pedir cita para pedir asilo. Y, con las subidas de las llegadas que estamos viendo otra vez tras la pandemia, los recursos no están a la altura de la demanda: este es un reto importante del año 2022. En cuanto al procedimiento de asilo, la oficina de asilo refugio ha dado un salto cuantitativo y cualitativo también importante, pero hay más trabajo por hacer.

El Gobierno de España ha respondido a la crisis de refugiados de Ucrania con gran rapidez. En pocos días ha habilitado miles de plazas para quienes huyen de la invasión rusa. ¿Ha impactado este despliegue en la acogida del resto de solicitantes de asilo?

Ha afectado al sistema en su conjunto. Yo no diría a nacionalidades en particular, el esfuerzo de generar plazas, para responder a estas llegadas brutales, rápidas, de perfiles muy vulnerables, ha hecho que otros que no pertenecían a este colectivo quizás no han encontrado la misma velocidad de respuesta por falta de recursos. 

ONG cuestionan que haya plazas libres en los centros de recepción y derivación de ucranianos, mientras se están quedando en la calle solicitantes de asilo que no encuentran camas en el sistema de acogida. ¿Tienen constancia de que está ocurriendo?

Tenemos conocimiento. En su mayoría viene de lo mismo: por la dificultad de no poder pedir asilo, lo que provoca que muchas personas que tienen la voluntad de solicitarlo, no lo pueden registrar, lo que bloquea su entrada en el sistema de acogida. 

El Gobierno ha demostrado que puede activar un sistema ágil para pedir protección y aumentar el número de plazas. Sin embargo, desde hace años hay problemas con las citas para pedir asilo. ¿Qué hace falta para que el Ejecutivo lo solucione?

Hay que poner más recursos y homogeneizar los protocolos. Nos llega que hay situaciones de fraude en relación a las citas para pedir asilo. Hay personas que consiguen muchísimas citas, que después venden. Estas situaciones de fraude son muy peligrosas y debilitan todo el sistema. Las autoridades de la institución de asilo deben evitarlo para proteger a las personas que lo necesitan. Tienen que pensar mecanismos para que se permita pedir citas de tal manera que la oficina pueda confirmar oficialmente la identidad de quien la solicita. Y eso en muchas ocasiones es difícil porque muchas de estas personas vienen sin documentación. Hay que encontrar fórmulas más ágiles de hacerlo a través de un trabajo innovador. 

¿Es tan difícil? Llevamos años con esta situación.

Pienso que es factible totalmente. Hemos visto lo que se ha hecho con Ucrania ha sido innovador y, aunque no sirve para todos los casos porque exige un triaje previo, es una muy buena práctica de la que tenemos que aprender para todo. Aunque el proceso de estudiar la solicitud de asilo es más complicado, la tramitación de la propia cita no debería ser muy complejo.

Un momento clave en la acogida de refugiados en 2021 fue la evacuación de afganos en una operación muy bien valorada por Acnur. Meses después, ¿cómo están estas personas? Los testimonios de algunas de ellas denotan una ruptura de expectativas tras su llegada a España. ¿Por qué?

Estas personas estaban en una situación muy difícil en su país de origen, solo podían salir por una vía, y fueron evacuadas. España se ofreció a acoger a colaboradores y otras perfiles, que fueron llevados a un sitio muy alejado de mano de las propias autoridades. Por eso, estas personas tenían quizá mayores expectativas: porque España les ha traído. No es una población que ha tenido dos años de camino, de pasar por un país de tránsito a otros países antes de llegar con una cierta desesperación. Tenían una situación difícil, pero fue muy rápido, y tuvieron que salir sin saber lo que podía ofrecer España. 

Y lo que aquí se les ha ofrecido ha decepcionado a muchos. Porque han llegado al mismo sistema de acogida que el resto de refugiados que llegan por otras vías. Y, entonces, quizás no ha sido la atención individualizada que estaban esperando estas poblaciones, que creyeron que tendrían un mayor apoyo en la inclusión, la búsqueda de trabajo o pisos individuales. Tenían este tipo de esperanza y muchos no la encontraron. Porque hay dos retos fundamentales en la acogida en España: la vivienda y el trabajo. 

¿Qué está pasando con los nacionales de terceros países residentes en Ucrania que vienen a España a pedir protección temporal? El Gobierno prometió que les iba a aceptar y, según confirman Acnur y las ONG que los atienden, está habiendo muchos problemas. ¿Qué tienen documentado?

Tenemos conocimiento de que hay grandes dificultades. En los CREADE (los centros de recepción de refugiados de Ucrania) nuestros equipos hablan con personas de distintas nacionalidades que provienen de Ucrania y que no pueden pedir protección temporal. Entendemos que se trata de un reto porque, el proceso de la protección temporal [el mecanismo específico activado para la crisis de Ucrania] es automático y no funciona para nacionales de terceros países, porque en este caso se exige analizar si esta persona puede volver a su país de origen.

Para los ucranianos está claro que no pueden regresar pero, para otras nacionalidades, es necesario interrumpir la automatización para que las autoridades que no son de la Policía puedan valorarlo. Yo pienso que ese debería ser un trabajo de la Oficina de Asilo y Refugio.

¿Han pedido explicaciones al Ministerio del Interior?

Hoy mismo [el pasado martes] he pedido al Ministerio de Interior si nos puede confirmar cuál es el protocolo, porque estamos frente a una situación cada vez menos clara. Vemos que para algunos parece que hay una respuesta pero, para otros, no.

Aún no hemos recibido una posición oficial. Hace un tiempo, Interior nos dijo que no podían aceptar estas solicitudes porque justamente faltaba este nuevo protocolo y que se estaba trabajando en ello. Seguimos pendientes, porque también lo necesitamos en nuestro trabajo para avisar e informar a las personas que nos piden apoyo.

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