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Rato se olvida de la innovadora empresa de investigación en microalgas que ayudó a lanzar en 2007

Rodrigo Rato.

Antonio M. Vélez

Rodrigo Rato, el poliimputado exvicepresidente del Gobierno, se ha olvidado de Algaenergy, la innovadora empresa de investigación en microalgas que contribuyó a crear a finales de 2007, unos meses después de su abrupta dimisión como director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), como uno de sus socios fundadores.

Entonces, Rato, que concentra buena parte de sus inversiones en el sector inmobiliario, aportó 10.000 euros en el capital inicial de la empresa, que le daban derecho a una participación de en torno 10%. A pesar de los millones de euros que se embolsó posteriormente, primero como asesor del banco de negocios Lazard, y luego como presidente de Caja Madrid y Bankia, “no ha hecho nada más”, dicen desde la empresa, con sede en el Parque Empresarial La Moraleja en Alcobendas (Madrid).

Rato, que tiene sus bienes inmovilizados por orden judicial, todavía sigue vinculado a Algaenergy a través de Arada SL, sociedad mediante la cual el expolítico vehicula su participación. Arada es la cabecera de buena parte de los negocios en España de Rato, que es su administrador único. Su objeto social es la producción de energía hidroeléctrica y es una de las dos sociedades que tienen a su nombre el despacho profesional del expresidente de Bankia, un local de 110 metros cuadrados en la calle Castelló de Madrid, situado a corta distancia de su vivienda, en el Barrio de Salamanca. Arada también posee más de 10.000 metros cuadrados de terreno rústico a las afueras de Gijón.

Arada acabó 2013 en quiebra técnica, según informaba esta semana El Economista. Pasó de perder 18.302 euros en 2012 a unos números rojos de 2,16 millones en el ejercicio siguiente, cuando, con unos activos valorados en 4,4 millones, registró un patrimonio neto negativo de 1,9 millones, lo que la situó en causa de disolución, a causa de una inversión hotelera que resultó un fracaso, según explicó el propio Rato al diario económico.

Su hombre de confianza en el consejo

Arada conserva un pequeño paquete accionarial en Algaenergy cuya dimensión la empresa biotecnológica no precisa por tratarse de información “confidencial”. Está representada en el consejo de administración por Miguel Ángel Montero Quevedo, considerado el administrador en la sombra de las empresas de Rato. En el consejo de Algaenergy también se sienta el científico Miguel García Guerrero, director general de la Fundación General CSIC y presidente del Comité de Ética del mayor organismo público de investigación en España.

Algaenergy, que actualmente tiene un capital de 642.800 euros, facturó en 2013 (último ejercicio disponible), apenas 17.155 euros (un 63,4% menos), algo lógico ya que apenas tiene actividad comercial, y perdió 908.718 euros (un 3,3% menos). Su plantilla era de nueve empleados, dos menos que en 2012.

La empresa se constituyó el 11 de noviembre de 2007. Al proyecto, que tiene como máximo accionista a su presidente, el abogado Augusto Rodríguez-Villa Matons (que, entre otras cosas, ha sido presidente de Mazda, Kia, Chevrolet y Cadillac en España), se incorporaron posteriormente inversores de postín: Iberdrola (en 2009), que sigue como accionista y socio tecnológico, y Repsol, que entró en el capital en 2010 aunque lo abandonó en junio pasado de forma “amistosa” y “como consecuencia de un cambio en la estrategia interna” de la petrolera, según Algaenergy.

“Decía que no tenía dinero”

Fuentes de la empresa admiten que el escándalo de fraude fiscal de Rato “hace daño”. Y reniegan de él. “Tenemos la mala suerte de que se metió en el proyecto en el inicio, creíamos que podría aportar recursos y nos iba a ayudar, pero no lo hizo; decía que no tenía dinero”, indican esas fuentes, que recuerdan que el expresidente de Bankia no ha acudido a ninguna de las sucesivas ampliaciones de capital que ha llevado a cabo la empresa en sus más de siete años de existencia para financiar su crecimiento.

Dados los largos ciclos de maduración de la I+D, Algaenergy está todavía en una fase clave y delicada, la de despegue. Nunca ha obtenido beneficios, aunque es reconocida en el sector de la biotecnología en España: “Tienen una planta piloto de producción de algas, una base tecnológica fuerte, están en proyectos europeos... otra cosa es que les salga bien la jugada”, dice una fuente que conoce los entresijos del sistema español de innovación, que considera “imposible” que la influencia de Rato haya podido hacer mella en los comités científicos que han evaluado las múltiples ayudas públicas recibidas por la empresa en los últimos años.

Algaenergy ha recibido desde su creación cientos de miles de euros en subvenciones y créditos blandos de, entre otras instancias, el Ministerio de Industria, la Comunidad de Madrid y la Comisión Europea, que la ha seleccionado como una de las 155 pymes con mayor potencial de crecimiento en Europa. La empresa no precisa el montante total de estas ayudas públicas.

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