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El BCE recorta los tipos de interés por segunda vez y deja la referencia en el 3,5% tras el ajuste técnico

Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (BCE).

Daniel Yebra

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El Banco Central Europeo (BCE) ha cumplido con el guion y ha decidido recortar los tipos de interés oficiales 0,25 puntos este jueves. Es la segunda bajada de un cuarto de punto en este ciclo de austeridad monetaria. El primer 'alivio' fue en junio, aunque las condiciones de financiación (el coste de las hipotecas y del resto de préstamos) siguen siendo “restrictivas”, como las describe el propio BCE y que quiere decir que dañan la capacidad de compra de las familias y de invertir de las empresas.

En julio, el consejo de gobierno de la institución decidió mantenerse a la espera, pese a la moderación de la inflación. Las subidas de precios se moderaron al 2,2% en el conjunto de la eurozona en agosto, en tasa interanual. Y al 2,3% en España, pegada al objetivo teórico del BCE.

Además, los economistas de la institución han actualizado sus previsiones y proyectan una inflación general media del 2,5% en 2024, del 2,2% en 2025 y del 1,9% en 2026, sin cambios respecto a junio. Respecto al crecimiento económico, el BCE espera un avance del PIB el 0,8% en 2024, aumentando al 1,3% en 2025 y al 1,5% en 2026. El organismo admite una “ligera revisión a la baja” debido “a una contribución más débil de la demanda interna en los próximos trimestres”.

“Con la inflación ya controlada en la eurozona, la clave ahora es evitar la recesión de Alemania y Francia”, resumía este mismo jueves Nacho Álvarez, profesor de la UCM y ex secretario de estado de Derechos Sociales, en el primer Gobierno de coalición. La agresiva estrategia del BCE de dañar la economía para luchar contra las subidas de precios asumía este riesgo y la destrucción de puestos de trabajo. Una amenaza que España, de momento, está salvando excepcionalmente por distintas causas.

En la rueda de prensa posterior a la reunión del consejo de gobierno del BCE, Lagarde ha dejado pocas pistas sobre sus próximos pasos y ha mantenido el enfoque de “dependencia de los datos” y de “reunión a reunión”. La próxima será dentro de seis semanas, a finales de octubre.

La reunión sobre política monetaria de este jueves ha tenido algunas circunstancias especiales. A nivel anecdótico y en el ámbito nacional, ha sido la del estreno del nuevo gobernador del Banco de España, José Luis Escrivá, que ha tomado su asiento junto al resto de gobernadores de los bancos centrales de cada socio del euro y junto a los miembros del comité ejecutivo del BCE, que preside Christine Lagarde y en el que es vicepresidente Luis de Guindos. A nivel técnico, la institución ha cambiado la forma de mirar el 'precio' del dinero. La referencia ya no es el tipo de interés de las operaciones principales de financiación entre los bancos sino el tipo de interés de la facilidad de depósito.



En palabras más llanas, la referencia ya no es el tipo de interés al que los bancos obtienen liquidez. ¿Por qué? Porque a las entidades financieras les sobra la liquidez, tras las políticas expansivas que el BCE ha aplicado en los últimos años para favorecer la la salida de la crisis financiera, primero, y de la pandemia, después. Entonces, la referencia pasa a ser el tipo de interés al que el Eurosistema remunera —con dinero público, por cierto— esa liquidez que les sobra a los bancos y que depositan en los bancos centrales de sus países.

En resumen, los tipos de interés de referencia, los de la facilidad de depósito, se quedan en el 3,5%. Hay otro cambio técnico, el 'pasillo' o diferencia entre esta facilidad de depósito y el tipo de interés de las operaciones principales de financiación era hasta ahora de medio punto. Ese 'pasillo' o diferencia se reduce a 0,15 puntos. El resultados es que el tipo de interés de las operaciones principales de financiación ha sido recortado en 0,6 puntos este jueves, hasta el 3,65% desde el 4,25% en los que se quedó en julio.

Todos estos cambios se anunciaron en marzo. Junto a otras herramientas de la política monetaria que buscan garantizar la liquidez del sector bancario y que continúan beneficiándolo directamente. Por ejemplo, el BCE decidió mantener el requisito de reservas a los bancos en un coeficiente del 1% (aquí está la explicación técnica). Igualmente, la remuneración de estas reservas mínimas que las entidades deben guardar en el Eurosistema —el Banco de España en nuestro caso, y el resto de bancos centrales de cada país del euro: Bundesbank, Banca d'Italia o Banque de France— permanece “sin cambios en el 0%”, apunta la institución en su comunicado. De esta manera, el resto del dinero que los bancos 'aparquen' en los bancos centrales seguirá remunerado según el tipo de interés de la facilidad de depósito (que actualmente está en el 3,5%), con dinero público.

Las propuestas de Sumar en España o de diferentes grupos de presión europeos para elevar el porcentaje de dinero exento de remuneración del total que los bancos aparcan en los bancos centrales han caído en saco roto. “Los bancos de la eurozona están obteniendo sustanciales beneficios extraordinarios libres de riesgo que superaron los 140.000 millones de euros en 2023, simplemente depositando fondos en el Eurosistema”, arranca una carta abierta publicada en marzo por Positive Money EU, una organización sin ánimo de lucro que pelea por un sistema monetario y bancario más justo y equitativo. 

Estas ganancias “extraordinarias” rozaron los 10.000 millones para las entidades españolas en 2023. Se trata en realidad, según Sumar, de una transferencia pública. Además, representan una buena parte de sus ganancias récord: 26.000 millones en el caso de los grandes bancos, que también han aprovechado la expansión de sus márgenes por las subidas de tipos y su traslación al euríbor de las hipotecas y al coste de los préstamos en general.

Lagarde cita a Draghi

Este jueves, Lagarde ha citado el informe publicado esta semana del ex presidente del BCE Mario Draghi. Esta referencia es importante porque la conclusión del documento es que hace falta una inversión anual de 800.000 millones de euros para que la eurozona pueda competir con Estados Unidos y con China. Un esfuerzo público y privado y conjunto que el informe contempla que debería estar apoyado por deuda conjunta. Es decir, por la emisión de eurobonos, lo que durante la gran crisis financiera fue un tabú para el BCE y para la Comisión Europea que solo se rompió para financiera el Plan de Recuperación de la pandemia.

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