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La carrera alemana por la independencia del gas ruso se alargará hasta 2024

Planta de procesamiento de gas natural ruso en Lubmin, Alemania.

Aldo Mas

Berlín —
30 de abril de 2022 21:34 h

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El vicecanciller alemán y ministro de Economía, el ecologista Robert Habeck, anunciaba esta semana que su país está a punto de dejar su dependencia del petróleo ruso. “Puedo decirles que un embargo para Alemania es gestionable”, decía Habeck aludiendo al cese de compras europeas de petróleo ruso.

Esa medida sancionadora contra la Rusia de Vladímir Putin por su guerra contra Ucrania, de la que se lleva semanas debatiendo en los foros europeos, podría sumarse al ya anunciado embargo europeo contra el carbón ruso, aprobado a principios de mes en Bruselas.

Alemania, que había convertido los muy asequibles hidrocarburos rusos en una de las bases de su éxito industrial internacional, tiene ahora a Habeck trabajando a destajo para desconectarse de las fuentes de energías de Rusia desde que comenzó la invasión a Ucrania. Que Moscú decidiera tomar la iniciativa de atacar a otro país soberano era algo en lo que nunca pensaron las élites germanas.

Ahora, sin embargo, el Gobierno del canciller Olaf Scholz, y especialmente su ministro de Economía, se alejan de una tradicional relación germano-rusa basada en la cooperación, sobre todo, en lo que a energía se refiere. De ahí, por ejemplo, la congelación del gasoducto Nord Stream 2, una infraestructura ya construida que iba a traer gas a Alemania directamente desde Rusia por el mar Báltico pero que no ha llegado a ponerse en funcionamiento por el reconocimiento ruso de las Repúblicas Populares de Donetsk y de Lugansk, situadas en el este de Ucrania.

No obstante, carbón, petróleo y gas son, para Berlín, fuentes de energía muy diferentes. De las dos primeras, Habeck ya ha sabido independizar a Alemania. En primer lugar, según las explicaciones que ha dado el propio vicecanciller, porque las empresas que tenían contratos con proveedores de energía rusos no los han renovado. En vista de la guerra en Ucrania, los nuevos contratos se han firmado con otros suministradores.

Esto ha ocurrido con una rapidez “demencial”, según el término de Habeck. En ocho semanas, la dependencia alemana del petróleo ruso era del 35%. Ahora es del 12%. En marzo ya había bajado al 25%.

Según cuentas recientes del Centro para la Investigación sobre Energía y Aire Limpio (CREA, por sus siglas en inglés), un centro de estudios con sede en Helsinki, desde que se declaró la guerra de Rusia contra Ucrania, “Alemania ha sido de lejos el mayor importador de petróleo, gas y carbón de Rusia, totalizando compras por valor de 9.100 millones de euros, seguido de Italia (6.900 millones de euros), China (6.700 millones de euros), los Países Bajos (5.600 millones de euros), Turquía (4.100 millones de euros) y Francia (3.800 millones de euros)”.

A diferencia de lo que ocurre con el carbón y el petróleo, con el gas, la dependencia alemana no puede desaparecer tan rápido, de acuerdo con las explicaciones que dan en el Ministerio de Habeck. Allí dicen que se trabaja “con mucha presión para superar la gran y errónea dependencia” del gas ruso. Así aluden a las décadas pasadas, con gobiernos de conservadores y socialdemócratas en Berlín, en los que siempre se intensificaron los acuerdos energéticos con Moscú.

Antes de que empezara la invasión, se estimaba que Alemania importaba de Rusia algo más del 50% del gas que utilizan hogares e industria germanos. Según el ministerio de Habeck, ese porcentaje no se reducirá hasta significar “independencia alemana” hasta bien entrado el 2024.

Desde que comenzó la guerra, las importaciones de gas se han reducido, pero aún están en niveles muy altos. Representan un 35% de todo el gas que compra Alemania. Ese porcentaje es tan significativo que, según cuentas recientes del Bundesbank, el banco central alemán, Alemania sufriría una recesión de un 2% en caso de que se produjera un embargo al gas ruso o si Moscú cerrase el grifo.

A Habeck se le ha visto en las últimas semanas de gira por otros países de los que obtener gas natural. En este sentido los recientes viajes que ha hecho a Noruega, Estados Unidos y Catar son los más destacados. También el gas natural de Holanda interesa especialmente en Berlín.

Hay poco gas en el mercado para sustituir al de Rusia

“Pero en Noruega y los Países Bajos hay muy poco potencial de poder obtener gas con el que sustituir al de Rusia”, dice a elDiario.es Hubertus Bardt, responsable de estudios en el Instituto de la Economía Alemana (IW, por sus siglas alemanas), un centro de investigación económica con sede en Colonia. Para él, hay pocas alternativas al gas ruso, hoy por hoy, por problemas “de capacidades del mercado y de la propia oferta”.

Incluso ver el 2024 como “año de la independencia del gas ruso” suena, a su entender, “bastante optimista”. “Para que eso ocurra tienen que pasar muchas cosas. Porque para ese año Alemania va a seguir sin terminal propia para recibir gas natural líquido, se supone que dependeríamos entonces de Catar o de Estados Unidos, donde habría que aumentar capacidades de producción y firmarse contratos de larga duración”, explica este experto.

En las cuentas que se hacen en el Gobierno alemán, Alemania podrá estrenar sus propias terminales para gas natural líquido importado en 2026. De ahí que se hable ahora de la necesidad de que Alemania alquile terminales portátiles para importar este tipo de gas.

Según el diario económico Handelsblatt, Alemania podría acceder en breve a alguna de las escasas 48 terminales portátiles para gas natural líquido que hay en el mundo. Adquirirlas será una operación costosa. Al día, su alquiler ronda los 200.000 dólares (unos 190.000 euros), según el Handelsblatt.

Las energías renovables, la libertad frente a Rusa... a largo plazo

Dado que Rusia ya ha cerrado el grifo del gas a Polonia y Bulgaria, porque ambos países del este europeo se han negado a pagar en rublos por el gas ruso, en Berlín se percibe cierta urgencia en el debate energético. Y en ese debate, por ahora, las energías renovables juegan un papel destacado, pero como opción de futuro, no como una solución inmediata.

En el mix energético alemán, las energías renovables juegan ya un papel relevante. Según cuentas del portal de estadística alemán Statista, hasta un 50,8% de la energía eléctrica generada en Alemania procedía en los primeros tres meses de este año de fuentes renovables. En los planes iniciales del canciller Scholz y compañía, esas fuentes energéticas iban a potenciarse. Tras el inicio de la guerra contra Ucrania, en Berlín quieren doblar la apuesta por las energías “verdes”.

Hasta el partido liberal – la 'pata conservadora' de la coalición gubernamental a tres bandas de Scholz – hace campaña por estas fuentes de energía, a las que ha rebautizado “energías de la libertad”. Ese término lo ha acuñado el líder de los liberales y ministro de Hacienda, Christian Lindner.

“Las energías renovables son importantes, pero necesitan tiempo. Está previsto que a partir de 2030 la economía alemana empiece a consumir claramente menos gas”, señala Bardt, el experto del IW. “Está claro, las energías renovables jugarán un papel, pero a largo plazo”, concluye.

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