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Las claves del éxito de Tesla para fabricar casi un millón de coches eléctricos en 2021

El fundador de Tesla, Elon Musk, en una fotografía de archivo.

Sarah Yáñez-Richards

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Tesla ha batido previsiones al fabricar casi un millón de coches eléctricos −un incremento anual de casi el doble− en 2021, año en el que los fallos en las cadenas de suministros debido a la pandemia han azotado al sector del motor en todo el mundo.

La escasez de chips

La falta de chips y baterías ha sido una de las mayores trabas a las que se han tenido que enfrentar los gigantes del motor, General Motors y Ford, que incluso tuvieron que cerrar sus factorías durante meses. Este problema también afectó a Tesla, pero cuando llegó la escasez de chips, la compañía liderada por Elon Musk, que se destaca por no encargar su software a terceros y escribir sus propios códigos, utilizó los chips que sí estaban disponibles y reescribió los programas de software para que funcionaran según sus necesidades. Algo que otras compañías no pudieron hacer, ya que compran gran parte de su software y programas informáticos a proveedores externos.

Tesla ha hecho escuela. Tras dos años de lucha con los cuellos de botellas en las cadenas de suministro debido a las distintas variantes de COVID-19, otras compañías automotrices también buscan asumir el control de sus sistemas. Ford y Mercedes-Benz han anunciado que están contratando a ingenieros y a programadores para diseñar sus propios chips y escribir su propio software.

Visión de futuro

Otra de las razones por las que Tesla sobresalió en 2021 −si se consideran los vehículos vendidos a nivel mundial, Tesla superó a la marca sueca Volvo y la japonesa Subaru− es que supo ir un paso por delante de los consumidores y previó que pasados los primeros meses de la pandemia la demanda de automóviles se volvería a disparar. Con esta previsión, la compañía de Elon Musk disponía de un stock con suficientes componentes como para responder al fuerte tirón de la demanda.

Asimismo, Tesla ofrece menos opciones en sus coches que muchas de las empresas automotrices tradicionales, lo que simplifica la fabricación.

Cada vez más cerca de China

Alrededor de la mitad de los 936.000 vehículos que Tesla entregó el año pasado procedieron de Gigafactory 3, la fábrica de Tesla en Shanghái. Este mega taller chino ha superado la producción del de Fremont, en California. Para construir esta fábrica, la empresa estadounidense recibió concesiones políticas sin precedentes y una amplia asistencia gubernamental por parte de Pekín.

En su presentación de ganancias del segundo trimestre el año pasado, Tesla dijo que había convertido a Shanghái en su principal centro de exportación de vehículos “debido a una fuerte demanda estadounidense y la optimización de costos promedio globales”. Según medios locales chinos, Tesla planea invertir más de 188 millones de dólares para ampliar su capacidad de producción en Shanghái.

Musk, que es el hombre más rico del mundo, es muy popular en China, en parte porque Tesla se ha propagado rápidamente en el país más poblado del mundo. No obstante, Tesla se está enfrentando últimamente a un entorno empresarial cada vez más difícil en el país asiático. Por un lado, por la presión de sus rivales automovilísticos en China, pero también por las críticas que ha sufrido por varios fallos en los modelos. El mes pasado la empresa anunció que retirará más de 475.000 coches debido a problemas con la cámara trasera y con el capó de sus vehículos eléctricos.

Quejas por los satélites de SpaceX

Las relaciones de Musk con las autoridades chinas son complejas y están trufadas de tiranteces y concesiones. A finales de 2021, el Gobierno chino se quejó ante las Naciones Unidas por los casi accidentes que supuestamente tuvo su estación espacial con dos satélites de SpaceX, compañía fundada por Musk, en julio y octubre. No obstante, esta reclamación está más dirigida a Estados Unidos que a la empresa del sudafricano en sí. Ya que, según el tratado espacial al que pertenecen tanto China como Estados Unidos, Washington es el último responsable de las actividades espaciales nacionales, ya sean realizadas por entidades gubernamentales o no gubernamentales.

Cuando una gran parte de compañías occidentales opta por dar la espalda a la región china de Xinjiang, donde según Naciones Unidas al menos un millón de personas perteneciente a la etnia uigur están retenidas contra su voluntad y son forzadas a trabajar en fábricas, lugares que Pekín denomina “centros de formación profesional”. Tesla, por su parte, ha optado por ir contracorriente y abrir una sala de exposición en la capital de la región, Urumqi, en la víspera de Año Nuevo, lo que ha suscitado las críticas de grupos de derechos y comerciales de Estados Unidos.

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