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El negocio de alojamiento entre particulares de Airbnb desborda al sector turístico español

Las flamentes oficinas de Airbnb en su sede de San Francisco. Foto: Highsnobiety.com

Marta Garijo

El éxito de la web de alquiler de casas particulares -un negocio bajo el que se esconde el eufemístico concepto de servicio de alojamientos- Airbnb ha llevado a que su valor supere al de algunas cadenas de hoteles. El fondo de inversión TPG, que ha entrado recientemente en su accionariado, la valora en 7.200 millones de euros, por encima de Hyatt o Wyndham. El multimillonario Warren Buffet ha decidido incluso recomendar la web como alternativa a los hoteles para quienes acudan a la junta de accionistas de Berskshire, su empresa de inversión llena de trajeados accionistas.

La web de servicios de alojamiento nació casi como una anécdota y ahora su modelo se ha convertido en un fenómeno de Internet. Sin embargo, con el éxito también ha llegado la polémica. La alegalidad de este tipo de alojamientos, las dudas sobre los pagos fiscales de los propietarios o la presión de lobbies turísticos han aparecido, aunque no parecen frenar el estallido del consumo colaborativo en materia de alojamiento.

Airbnb surgió en San Francisco fruto de la necesidad. “La idea nació cuando dos de sus fundadores necesitaban un dinero extra para pagar su alquiler y justo en ese momento había una conferencia de diseño en la ciudad que la había dejado sin alojamientos disponibles”, explica Jeroen Merchiers, director general de Airbnb España y Portugal. Así nació el primer anuncio de esta plataforma en el que alquilaban tres camas portátiles en su propia casa. Cama hinchable y desayuno que dieron nombre al portal, “air bed & breakfast”, que derivó en Airbnb.

Desde que nació en 2007 hasta hoy el crecimiento de esta web ha sido exponencial. En 2013, duplicó los ingresos del año anterior al cosechar 250 millones de dólares gracias a las tarifas que cobra por hacer de intermediario entre inquilino y casero.

Dentro del éxito del portal, España ocupa un punto relevante en su lista de países. “Es el tercer destino más importante para Airbnb después de EEUU y Francia. En total, el número de huéspedes que viajaron con nuestro servicio en España se ha triplicado durante 2013”, explica Merchiers. “Barcelona destaca como el cuarto destino a nivel mundial, por esto abrimos oficinas en Barcelona en febrero de 2012. El primer alojamiento en España se creó hace cuatro años, y actualmente tenemos más de 50.000 espacios registrados”, añade.

Patronal en pie de guerra

El crecimiento de Airbnb coincide con un momento de auge de España como destino turístico. El año pasado se batieron récords con una afluencia de 60,6 millones de turistas internacionales, lo que devolvió a España al tercer puesto mundial. Por ciudades, en las españolas donde más se usan los servicios de esta web son Barcelona, Madrid, Sevilla y Palma de Mallorca. Merchiers apunta que hay localidades y regiones más pequeñas que se están convirtiendo en tendencia como la Costa Brava, Gran Canaria, Costa Dorada, Alicante y Cádiz, mientras que los viajes nacionales dentro de España también van creciendo rápidamente.

En un contexto de crisis económica donde el turismo se erige como locomotora del crecimiento económico pero en el que también los empresarios no dejan de quejarse por los que consideran exiguos márgenes, no parece sorprender que haya surgido la polémica. Desde las asociaciones empresariales se exige una regulación y se quejan de la existencia de lo que llaman “alojamientos ilegales”. El presidente de la Confederación Española de Hoteles y Alojamientos Turísticos (Cehat), Joan Molas, cifró en medio millón las viviendas que se ofrecen “como alojamientos turísticos de manera ilegal”. “Nosotros no estamos en contra de que la gente alquile su piso o apartamento a través de la Ley de Arrendamientos Urbanos, sino de los mal llamados alojamientos turísticos que no están reglamentados”, apuntó en febrero de este año.

La ley aprobada en junio de medidas para la flexibilización y fomento del mercado del alquiler modifica la Ley de Arrendamientos urbanos y deja fuera “la cesión temporal de uso de la totalidad de una vivienda amueblada y equipada en condiciones de de uso inmediato, comercializada o promocionada en canales de oferta turística y realizada con finalidad lucrativa”. Así, en la práctica hace que este tipo de alquileres dependan de la normativa de cada comunidad autónoma. Algo que complica la situación para regular este tipo de servicios.

Desde la compañía de servicios de alojamiento se defienden. “Airbnb gestiona todos los pagos a través de transferencias bancarias de tal manera que todas las transacciones quedan registradas. Por eso, más que un problema nos consideramos una solución”, señala Merchiers. “Siempre recomendamos a nuestros anfitriones que cumplan con la normativa y declaren todos sus ingresos procedentes de Airbnb. Pero es cierto que si se regula en exceso este sector, existe un riesgo de que se pierda la transparencia, además de los impuestos. Esta situación no sería buena para nadie”, añade.

Otras alternativas

Al calor del éxito de este web han nacido otras que prestan servicios similares, aunque con algún matiz que busca la diferenciación. Es el caso de Alterkeys, una web española que ofrece 80.000 viviendas completas en Europa. Chema González, su fundador y consejero delegado, apuntó durante la presentación de la firma en Madrid que todos los pagos se hacen por tarjeta y que el dueño del alojamiento siempre va a cobrar por cuenta bancaria como medida de control. Con la norma diferida por comunidades, explica González, ahora las diferentes administraciones no tienen claro qué hacer. El fundador de esta web señala que han mantenido reuniones junto a otras empresas y los ayuntamientos de Barcelona o Madrid.

En este sentido, Merchiers también observa que parece haber voluntad de diálogo. “Vemos que cuanto más hablamos con las diferentes autoridades, más predisposición hay para aceptar esta nueva economía. Últimamente hemos visto que ciudades como París, Amsterdam o Hamburgo han adaptado la regulación que permite compartir su vivienda”, señala Merchiers de Airbnb. “En España estamos viendo que las principales comunidades están debatiendo lo mismo. Mientras tanto, Airbnb cumple con las diferentes leyes locales y animamos a nuestra comunidad a que sigan la normativa vigente. Si se produjeran cambios en la normativa actual, adaptaremos nuestra actividad para cumplir con las leyes vigentes”.

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