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Presiones, abusos y estrés: los informes internos sobre el clima laboral “tóxico” en Amnistía Internacional

Protesta de Amnistía Internacional.

Aldo Mas

Una serie de informes independientes realizados a iniciativa de Amnistía Internacional (AI) revelan el clima “tóxico” que soportan los trabajadores de esta ONG en las oficinas de un grupo de países. La consultora estadounidense Konterra Group realizó los informes mediante entrevistas individuales a personas que trabajaban o habían trabajado en AI en sus sedes de Bélgica, Inglaterra, Francia, Grecia, Hong-Kong, Israel, Kenia, Líbano, México, Birmania, Perú, Polonia, Rusia, Senegal, Sudáfrica, Suiza y Estados Unidos.

Presión, acoso, estrés, humillaciones e insultos son algunas de las situaciones que han sufrido una serie de personas que trabajan en AI. En el informe sobre el bienestar de los trabajadores, recientemente hecho público por AI, numerosos empleados califican de “tóxico” el ambiente de trabajo en la ONG. “En muchas de las entrevistas [con los empleados] la palabra 'tóxico' se utilizó para describir la cultura del trabajo en Amnistía Internacional desde los años 90”, se lee en dicho informe.

Los informes parten de la iniciativa de Kumi Naidoo, secretario general de AI desde hace poco más de medio año. Llegó a la dirección de la conocida ONG de defensa de los derechos humanos poco después de que Gaëtan Mootoo se suicidara en las oficinas de AI en París, el 25 de mayo de 2018. Mootoo dejó una nota en la que explicaba que su decisión de quitarse la vida la causaba en gran parte su situación laboral.

Su muerte es una tragedia que, según Naidoo, plantea “importantes preguntas sobre el bienestar del personal” de AI. “Tenemos un difícil, pero necesario, camino que recorrer para mejorar el bienestar”, reconoció el dirigente de la ONG.

Un extrabajador de AI en una gran capital europea confirma desde el anonimato a eldiario.es este extremo. Él estuvo a jornada completa al servicio de la organización doce años, entre los años 90 y la primera década del siglo. Conoció personalmente a Gaëtan Mootoo, un investigador cuyos informes habían generado malestar en AI-Francia.

“En 1999, Mootoo realizó un informe sobre Togo mostrando que Francia estaba implicada en el apoyo al Gobierno del dictador togolés Gnassingbé Eyadéma. Luego, su informe fue cuestionado por la dirección de AI y por varios ministerios franceses. Hacían críticas sin hacer contra-investigaciones”, dice esta fuente, que también habla del malestar en las oficinas de AI que él conoció.

“En AI, un empleado no hacía nada que no fuera lo que se le ordenase. En la oficina en la que yo trabajé, nunca se preguntó a la gente cómo se sentían en su trabajo. Había sí, alguien nombrado como responsable de recursos humanos, pero sin competencia para ello”, añade esta fuente.

“Múltiples peticiones y órdenes contradictorias”

Él vio gente sufrir por el estrés laboral que generaban los responsables. “A algunos voluntarios se les impedía hacer su trabajo correctamente, se abusaba de ellos y se les obligaba, por ejemplo, a pedir 10 veces la autorización para lanzar una acción o lo que fuera. Recuerdo que había una empleada a la que se le daban instrucciones contradictorias, lo que tenía a la persona muy desestabilizada”, rememora. De casos así habla también el informe de Konterra Group.

Otras fuentes actualmente cercanas a la organización indican a eldiario.es que AI reúne las condiciones para que tengan lugar este tipo de abusos. “En una empresa, la gente afectada diría: 'la situación es tan desagradable que me voy'. Pero en AI, la gente está tan enamorada de su trabajo y de lo que hace AI, que se quedan. Es algo sistémico. Hay margen para que los managers sean más exigentes y entonces hay acoso y cosas que no serían toleradas en otros sitios”, sostienen estas fuentes conocedoras de la situación presente de la organización.

La publicación del informe de Konterra ha llevado a la cúpula de AI en Londres a reaccionar. Siete de sus máximos responsables, entre los que figuran Thomas Schultz-Jagow, director de campañas y de comunicación, y Anna Neistat, directora de investigación, emitieron a finales de febrero una carta pidiendo “disculpas a los compañeros” del Secretariado Internacional, con sede en la capital británica.

Allí, como en la sede de París y de otras ciudades del resto del mundo, hay trabajadores víctimas de ese clima laboral tóxico. “Aunque hay gente contenta que trabaja para AI, también los hay que están en situación de gran sufrimiento”, señalan las fuentes cercanas a la organización.

“En España la situación es diferente”

En Madrid, la sección española de AI parece estar liberada de todo ese sufrimiento. “En España la situación es totalmente diferente y existen encuestas externas cada tres años para medir el clima laboral en nuestras oficinas de España y un Comité de Salud y Seguridad en el Trabajo que no ha detectado nada parecido a lo que analiza este informe de nuestras oficinas en Londres”, señalan a eldiario.es desde AI-España.

En su carta de disculpas, los siete responsables reconocían que en la ONG, actualmente bajo un proceso de reestructuración, hubo quien “se sitió abandonado o dolido”. También reconocen un clima de “falta de confianza” en el que se “experimentó bullying y acoso”.

Por eso los siete managers ponían en ese escrito sus cargos a disposición de Kumi Naidoo. El secretario general de la organización ha señalado que los cambios tienen que ocurrir de manera “realista, estructurada y de forma que se asegure la continuidad y con la debida sensibilidad”. “Tal vez no acepte todas sus ofertas [de dimisión]”, subrayó Naidoo.

De Naidoo se espera para el próximo mes de abril una decisión. Por lo pronto, nadie ha dejado sus cargos pese a que, entre los que escribieron la carta de disculpas, hay “responsables de haber puesto ese sistema de trabajo en marcha”, lamenta el ex empleado de AI entrevistado por este periódico. Para él, la carta es, en realidad, “una forma de chantaje” a Naidoo.

Esta fuente reconoce que entre esos managers figuran los responsables de una serie de cambios en AI que han acabado convirtiendo la organización en una empresa. “Tienen una concepción que les hace llevar la organización como una máquina de hacer dinero. Los objetivos en la asambleas generales consisten en llevar al aumento de miembros. No quieren militantes, quieren miembros que paguen”, concluye.

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