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Elon Musk, un patrón 'poco amigo' de los sindicatos que hace hueco a IG-Metall en su nueva fábrica alemana

Elon Musk director general de Tesla, en una fotografía de archivo.

Aldo Mas

Berlín —

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Hubo un tiempo en el que Elon Musk, el CEO del fabricante estadounidense de coches eléctricos Tesla, sacaba pecho ante lo poco que le gustaban los trabajadores organizados en su empresa. Porque Tesla, considerada una empresa referente mundial en la fabricación de coches eléctricos, tiene en Musk a un magnate hecho a sí mismo poco amigo de los sindicatos.

Sobre la ausencia de sindicatos en Tesla, allá por 2018, Musk decía que los trabajadores de su empresa “pueden organizarse en sindicatos siempre que quieran”. “No hay nada que yo pueda hacer para pararlos”, pero, según sus términos, sus empleados “simplemente no quieren organizarse”.

Así lo decía Musk a cuenta de sus trabajadores en California, donde tiene sus orígenes su empresa de automoción eléctrica. “California es un estado federal muy favorable a los sindicatos”, pero “los trabajadores simplemente no quieren organizarse”, según las explicaciones que daba Musk en Twitter. Musk es un empedernido usuario de esa red social.

Tuits de Musk aparte, desde que empezó a abrir centros de producción hace doce años, Tesla ha tenido que enfrentarse a acusaciones de despedir o presionar a trabajadores que querían organizarse en un sindicato en Estados Unidos. Todas han sido desmentidas por la empresa. Ahora bien, sin ir más lejos, el año pasado, la Junta Nacional de Relaciones Laborales (NLRB, por sus siglas en inglés) —la agencia federal estadounidense que, entre otras cosas, investiga las prácticas ilegales en el mercado laboral— confirmaba que Tesla despidió en 2017 a un trabajador de la planta de Fremont (California) que quería formar un sindicato en la empresa.

Peleando en casos así, la empresa de Musk aterrizaba en Berlín en 2019 con su deseo de abrir a las afueras de la ciudad una de sus Gigafactories. Así llaman Musk y compañía a sus centros de producción de coches eléctricos. Con la de Berlín, ya hay cuatro en todo el mundo.

Se supone que la semana que viene saldrán de la Gigafactory berlinesa los primeros modelos de Tesla fabricados íntegramente en suelo alemán. Y lo harán habiéndose organizado ya un comité de empresa en dicho centro de producción.

A Musk no le gustan los sindicatos”

En Alemania, a nadie se le ha escapado que a Musk “no le gustan los sindicatos”, según se ha leído en las páginas económicas del Frankfurter Allgemeine Zeitung. Sin embargo, el sector del automóvil teutón figura como un bastión del movimiento obrero. IG-Metall, el principal sindicato del sector, es una influyente institución en empresas como Volkswagen. Llegado el caso, sindicalistas de IG-Metall como Daniela Cavallo, presidenta de los Comités de Empresa Europeos y Mundiales del Grupo Volkswagen, es capaz de hacer que se tambaleen las sillas de los máximos responsable del mayor consorcio fabricante de coches de Europa.

Puede que Musk haya imaginado su Gigafactory berlinesa sin sindicatos, pero los estándares del sector en Alemania casi que obligan a que IG-Metall esté presente en la compañía. De hecho, a principios de este mes, los trabajadores votaban por primera vez la composición del comité de empresa en la fábrica de Tesla en Alemania.

La votación, según Birgit Dietze, responsable de IG-Metall en los Länder de Berlín, Brandeburgo y Sajonia, constituye un “gran éxito, dada la difícil posición de partida, con la fecha de las elecciones anticipadas, los todavía relativamente pocos empleados implicados en la cadena de producción y otros obstáculos registrados en esta primera elección del comité de empresa en Tesla”.

Hay que tener en cuenta que, hoy por hoy, apenas 2.600 empleados trabajan actualmente en la fábrica alemana de Tesla. En un futuro no muy lejano está previsto que lo hagan hasta 12.000 personas, con las que producir no menos de medio millón de coches al año.

Un comité de empresa con una mayoría exigua fiel a la dirección

Que los responsables de la empresa hayan acordado la votación antes de que todos los puestos de trabajo estén ocupados se ha visto como un “truco” de la dirección para minimizar la influencia de organizaciones como IG-Metall, según el término con el que ha descrito la situación el diario berlinés Der Tagesspiegel. En los “otros obstáculos” que mencionaba Dietze se entiende que está también la escasa cultura sindical que hay en Tesla. En la prensa económica señalan estos días, por ejemplo, que Tesla es desde 2016 el único grupo fabricante de coches en Estados Unidos carente de sindicatos.

En Alemania, IG-Metall está presente con una oficina en Tesla desde principios de año. Sin la presión de sus representantes no habría sido posible la elección de los primeros representantes de los trabajadores en Tesla. En el comité de empresa, los afiliados de IG-Metall no son mayoría. Ésta está en manos, por un sólo voto, de la lista de candidatos que ha presentado la dirección.

Con todo, en el sindicato metalúrgico germano celebran que esa “exigua mayoría” obligue a la cooperación entre los diversos integrantes del comité de empresa. “El mensaje central de la votación es que hay un mandato para cooperar en el comité de empresa. Sólo juntos, los miembros del comité de empresa pueden conseguir algo para los empleados”, según Dietze.

Con la amistad de Musk o sin ella, Dietze ha dejado clara sus intenciones: “Nosotros estamos disponibles para tratar cualquier cuestión de orden sindical, ya sea de salario, de duración de la jornada laboral, los problemas de los turnos, etcétera”.

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