“El Gobierno griego ha conseguido un acuerdo de mínimos por arrogante”
Jonás Fernández, 36 años, economista, europarlamentario socialista, autor de Una alternativa progresista, difícilmente va a ser el Yanis Varufakis de un potencial Gobierno del PSOE en España, entre otras cosas porque es un convencido rotundo del trabajo que desde hace meses se realiza en Bruselas, tan diferente al de la anterior Comisión. Fernández defiende que esta nueva Comisión acabará con el modelo de austeridad impuesta por el dúo Merkel-Sarkozy a partir del 2010. Tiene la virtud de que se cree lo que dice a pies juntillas, trabaja sin parar en la sede de la UE y se aferra a la visión europea cuando no está de moda electoralmente. No ha descubierto las fuentes del Nilo, pero sabe por dónde corre el agua en los canales de la Unión y no está dispuesto a que solo lo rentabilice el Gobierno Rajoy, cuando los progresistas se lo están currando, dice. La entrevista se realiza en sábado, en el Café Comercial de Madrid.
La pelea de Tsipras-Varufakis en Bruselas para obtener unas condiciones más dignas para los griegos, ¿pone en evidencia el sometimiento de los gobiernos de Zapatero y de Rajoy a la troika, a Alemania, a la UE?
Si estuviese en el Gobierno griego, no estaría muy contento con el acuerdo con Bruselas. Es un acuerdo de mínimos, donde los griegos han tenido que ceder en todas sus posiciones. En el proceso de negociación ya se olvidaron de la reestructuración, de cualquier tipo de condonación y mantienen todos los compromisos del programa. Se comprometen a no tomar ninguna decisión unilateral que pueda cuestionar el objetivo de superávit primario y el acuerdo es solo de cuatro meses, con lo cual da una patada hacia adelante al problema.
Siempre es mejor un mal acuerdo que un buen juicio, pero el resultado no ha sido satisfactorio para el Gobierno griego. Pone en evidencia el proceso de negociación algo arrogante que han impulsado. Con desplantes a los gobiernos socialdemócratas que podían ayudarles, con los guiños a la extrema derecha europea y el recordatorio permanente de la II Guerra Mundial a los alemanes. El momento verdadero del programa debería producirse dentro de cuatro meses, donde se revisará el objetivo de superávit primario, donde la agenda de reformas que se negociará estará fundamentalmente centrada en poner en marcha un sistema fiscal. Se han comprometido a no dar marcha atrás en ninguna de las reformas ejecutadas por el gobierno previo. El discurso electoral de Tsipras es papel mojado con ese acuerdo.
Pero con los cuatro meses ya han logrado más que Nueva Democracia.
No lo sé, no sabemos lo que hubiera hecho el gobierno conservador. En los últimos seis meses ha habido un cambio sustancial en la orientación de la política fiscal en Europa y en base a esa reorientación todo el mundo en la UE tenía descontado que en el nuevo programa se revisarán los objetivos de superávit primario, se aplazará algún tipo del pago de la deuda. Lo que han hecho es reconocer que no van a dar vuelta atrás a ninguna de las reformas, que no van a tomar ninguna decisión de gasto de manera unilateral y que tienen cuatro meses para negociar el acuerdo previo, dos meses menos de lo que estábamos hablando.
Entonces, según usted, se han llevado menos, un acuerdo peor.
Menos de lo posible. Francia e Italia incumplieron el pacto en noviembre y ni se los multó ni se les va a multar y se les ha facilitado todo. España no cumple los objetivos de déficit público y estoy convencido de que la nueva comisión no va a exigir planes adicionales de ajuste para este ejercicio. Había margen para intentar que este pacto hubiera permitido que se pusieran las bases para el acuerdo permanente en el tercer rescate, haber tenido seis meses para una mayor tranquilidad. La batalla continúa, con un gobierno griego debilitado en el Grupo y eso ha sido responsabilidad del Gobierno Tsipras. Eso lo vemos desde dentro.
Fuera, en la izquierda, se extiende la idea de que han recuperado la dignidad de los países del sur. También en España, tras el recuerdo de Zapatero diciendo sí sin rechistar en mayo de 2010 o la imagen de Luis de Guindos, susurrando a Olli Rehn las bondades de la reforma laboral que iban a aplicar.
La situación actual es muy distinta. Cuando España tuvo que anunciar su programa de ajuste en mayo del 2010, el Banco Central Europeo ni se planteaba comprar deuda pública y el euro estaba en cuestión. El BCE no había iniciado el programa expansivo, ni se había comprometido firmemente con el mantenimiento del euro. La mayoría en Europa la marcaban Sarkozy y Merkel, que se reunían siempre en los días previos al consejo para marcar la agenda. Ejercían un directorio en la Unión que dejaba mucho menos margen de maniobra. Además, en el Parlamento Europeo había una mayoría conservadora abrumadora, que hacía que el margen de los gobiernos socialistas fuera más reducido que ahora.
En este momento Pierre Moscovici -comisario socialista de Economía y Finanzas- ha jugado un papel central en avanzar en este pacto. Ha sido el que ha intentado acercar las posturas del Eurogrupo con Grecia. Podría haber sido mejor si el Gobierno griego hubiera diseñado una estrategia de alianzas con aquellos que tanto en el Parlamento como en el Consejo y en la Comisión estamos trabajando en esta revisión de la política fiscal.
¿Y usted cree que el ciudadano de la calle percibe esos cambios de orientación política en Europa?
Es cierto, la reorientación está fuera del debate público en nuestro país. El plan de inversión está ahí, pero apenas se habla de él, sobre todo de la revisión del pacto de estabilidad y crecimiento. Ha habido una comunicación de Moscovici, supuestamente interpretando el propio pacto y esa reinterpretación, en el fondo, supone un cambio sustancial en la política fiscal.
¿Por qué es tan difícil trasladar los nuevos aires a las políticas nacionales?
La cuestión es que hay un problema político de fondo. El Grupo Socialista es el segundo de la Cámara, pero el presidente de la Comisión es Juncker y aunque está cumpliendo los compromisos de investidura por los que el Grupo Socialista Europeo le apoyó, es verdad que para los ciudadanos del sur hay un liderazgo en Europa que dificulta visibilizar los avances. Juncker es el hombre de los acuerdos fiscales en Luxemburgo. Pero la política económica de la Comisión en estos seis meses es claramente socialdemócrata y no me cuesta nada decirlo.
¿En qué consiste una política socialdemócrata en estos momentos? ¿Qué les diferencia de Podemos o Ciudadanos?
En primer lugar, tiene que haber un reconocimiento claro de que las grandes decisiones de política económica están en Europa y que no hay gobierno individual que pueda salirse del campo de juego que se marca en la UE. Eso lo sufrimos en el PSOE, lo sufrió Rajoy cuando llegó al Gobierno y dijo que él era soberano para marcar el objetivo de déficit y tuvo que comérselo. Es muy interesante el libro de Jordi Sevilla, en donde se retratan los primeros seis meses del Gobierno de Rajoy –Seis meses que condujeron al rescate–, que se nos han olvidado. Ahora con Grecia hemos visto quién marca el campo. No puede haber política económica alternativa si no se consolida el cambio en Europa. Es cierto que aún cuando estamos influyendo, los socialdemócratas somos la segunda fuerza y aunque la diferencia en el Parlamento es muy estrecha -los conservadores el 28% y nosotros el 26%-, ellos son el primer grupo, con lo cual el avance dentro de la agenda socialdemócrata no es el que nos gustaría si hubiéramos ganado las elecciones.
¿Cuales son esos avances?
Lo primero, parar el proceso de ajustes fiscales. En los últimos años ha habido agendas muy ambiciosas, que no se sostenían con la situación económica de los países. Es necesario que todos los procesos de consolidación fiscal sean sustancialmente más lentos para no ahogar el crecimiento y eso lo va a permitir la revisión del pacto de estabilidad y crecimiento. En España tenemos una recaudación fiscal cerca de 10 puntos inferior al promedio de la Unión, con lo cual Europa no solo tiene que suavizar esos objetivos, sino que tiene que hacer presión política sobre los gobiernos para revisar los sistemas fiscales. Alemania tiene serios problemas de sostenibilidad en sus inversiones, salario y consumo están muy deprimidos. Aunque es cierto que están mejor que otros países, sus perspectivas no son las que eran. La Comisión tiene que empujar a los países acreedores para que impulsen la inversión y aceleren el gasto. Y esto está también en la revisión del pacto de estabilidad y crecimiento. Además, Europa necesita seguir avanzando en la armonización, en el proceso de unificación de la Unión Bancaria que está en marcha, impulsado por los presidentes Hollande y Letta.
¿Qué tiempos hay para la Unión Fiscal?
Ocupa el primer lugar del Plan Juncker. A partir de un capital inicial puesto por el BEI y la Comisión Europea, se va a emitir deuda. Es deuda pública europea y eso es un paso sustancial en el diseño institucional de la Unión porque nunca antes el Presupuesto de la Comisión había emitido deuda mancomunada, netamente europea. A partir de aquí, está la armonización del impuesto de sociedades, con independencia del proceso de investigación a Juncker. Este tiene el compromiso con el Parlamento de presentar en el primer semestre de este año un proyecto para que las grandes empresas tributen en los países donde obtienen sus beneficios y avanzar en la homologación de la base imponible del impuesto de sociedades. Esto va a salir, porque Juncker se juega su credibilidad. Si unimos el impulso de inversión europea, la emisión de deuda netamente europea y los avances en el impuesto de sociedades y mejoramos la dotación en el Fondo de Garantía Juvenil, avanzamos. Mejorar la dotación del presupuesto europeo para contingencias laborales, para desempleados, es la semilla de un seguro de desempleo europeo. Esta agenda de aquí al verano va a permitir que Europa vuelva a crecer.
En España, esas medidas que vienen de la UE y posibilitan el crecimiento las rentabiliza el Gobierno de Rajoy, no la izquierda.
No sé. Hay que creerse esta agenda, no tener complejos porque el conservador Juncker sea el presidente de la Comisión. Está cumpliendo los compromisos que ha acordado con el grupo socialista y tenemos que defenderlos aquí. Hay un problema en parte de los socialistas europeos y es que no están sabiendo defender lo que se está haciendo.
¿Sus compañeros aquí, en Madrid, no lo defienden mejor? A lo mejor no están al día.
Habría que defenderlo con más fuerza, porque va a tener resultados. Este año terminará con un crecimiento superior al 2,5% y ese crecimiento va a estar fundamentalmente basado en la revisión de la política económica europea, revisión que se hace gracias a la presión de los socialistas. La cuestión es que probablemente haya demasiados complejos. Además, la losa de los últimos cinco años en los cuales desde Europa siempre han venido malas noticias dificulta la aproximación al nuevo escenario.
Alemania lleva dos años perdiendo todas las votaciones conflictivas en el BCE, esto debería saberse. El Plan de Inversiones de Juncker ha salido con problemas con Alemania igual que la revisión del pacto de estabilidad y crecimiento. Me consta que hubo dificultades muy serias en la Comisión entre los comisarios socialistas y algún comisario de la familia popular, pero la revisión del Pacto de Estabilidad y Crecimiento está ahí. El poder que se le atribuye a Alemania no es el que era hace unos años. El BCE acaba de lanzar el Quantitative Easing [compra masiva de deuda] en contra del banco central alemán. Todas las decisiones que ha tomado en los últimos años el BCE para emitir liquidez y comprar deuda han estado siempre en contra de la posición alemana.
La cuestión es cómo rentabiliza el PSOE esos cambios aquí. Como mucho, se percibe que el conservador Juncker, que es el tipo de Luxemburgo y de los paraísos fiscales, preside la Comisión.
Honestamente, es complicado. Acabo de llegar a la política y me falta experiencia. Quizá esto tenga que ver con el análisis puramente político. Sí constato que la cúpula del partido se interesa por esto y nos pide papeles, pero no sé si es suficiente.
¿Qué le parecieron las medidas de Rajoy en el debate del estado de la nación?
Algunas son la corrección de errores previos, como la eliminación de las tasas judiciales para personas físicas. El problema son los daños causados. Por ejemplo, a los trabajadores despedidos injustamente en este tiempo y que no han tenido capacidad económica para presentar un pleito. Otras cuestiones, como las bonificaciones para la contratación, son un nuevo error. Existen multitud de estudios que demuestran que las bonificaciones no alteran el nivel de empleo, sólo introducen discriminación entre perfiles de desempleados, y dado su efecto negativo sobre la Seguridad Social representan un trasvase de renta de los trabajadores hacia las empresas, en la medida que restan capacidad financiera al sistema que garantiza sus pensiones, sin resultado alguno sobre el empleo.
¿Qué le pasa al modelo de Seguridad Social?
España debe reconsiderar su modelo de Seguridad Social aportando nuevas vías de financiación al sistema, probablemente desde el impuesto de sociedades, lo que podría permitir una rebaja universal de las cotizaciones para reducir el coste del trabajo y acelerar la absorción de desempleo por parte de la economía. Estábamos en las promesas sociales de Rajoy en el debate. No deberían instrumentarse mediante descuentos en los impuestos de las personas físicas, que restan suficiencia al sistema y afectan a su progresividad. La mejora de las políticas de cohesión debería realizarse a través del gasto público, por ejemplo mediante la universalización gratuita de la educación de 0 a 3 años y con mayor dotación financiera a la educación primaria.
La reforma laboral está bajando el paro y crece el consumo.
La base de las rebajas salariales de los trabajadores en los últimos años es la reforma laboral del Partido Popular. Ha desprotegido absolutamente a los trabajadores. Ahora hay más empleo que hace un año pero casi las mismas horas de trabajo. Este reparto de la masa salarial puede elevar el consumo total porque dos trabajadores con el salario de uno sólo no tienen capacidad alguna de ahorro, y consumen más que un único trabajador con un salario digno. Sin embargo, esta no es la vía para permitir una recuperación equitativa, dado que la destrucción de la negociación colectiva, a través de esa reforma, incapacita a los trabajadores para mejorar su renta en el futuro y supone una amenaza que puede perpetuar el trabajo precario indefinidamente.
¿Y cuál es su camino para crear empleo?
Poner el foco de nuevo en la negociación colectiva y revisando la contratación temporal, que hay que homologarla con las condiciones de la contratación indefinida en un tiempo razonable, sin decisiones discrecionales de la empresa. De este modo, la recuperación que ahora se anuncia tendría efectos muy beneficiosos para todos los ciudadanos. Animarían el consumo agregado aún más que la contra-reforma llevada a cabo por el Partido Popular.
En el supuesto de que volvieran a gobernar, ¿qué harían con la reforma laboral de Rajoy?
El programa electoral se está elaborando ahora. En ello están Manolo de la Rocha y Juan Moscoso con el resto de colegas que trabajan en el área económica. La posición actual es derogar esa reforma laboral, pero además habrá que proponer otra. Lo que había antes tampoco era muy positivo en la medida en que permitió que en este país la tasa de desempleo ascendiera a una velocidad endiablada y además se concentrara en los ciudadanos que más nos preocupan como socialistas, con formación menos cualificada, en mujeres, emigrantes. El sistema previo a la reforma de Rajoy daba un mercado laboral muy disfuncional, que se cebaba con los ciudadanos que peores perspectivas tienen. Hay que pensar en ellos cuando hagamos la propuesta electoral.
Los fichajes de economistas estrella en los partidos se han puesto de moda con la llegada de Luis Garicano a Ciudadanos y han resucitado fórmulas antiguas, como el contrato único. ¿Por qué no lo implantaron ustedes cuando lo pensaron?
El problema de fondo del contrato único es que hace temporales una parte sustancial de los contratos indefinidos. Es necesario que el centro de las relaciones laborales sea la contratación indefinida. Habilitar el contrato único durante los primeros años, en los cuales los costes del despido son muy reducidos, supone temporalizar el conjunto de las contrataciones. No es un escenario en el cual los socialistas nos encontremos cómodos. Creemos que la contratación indefinida debe de ser el centro de la contratación laboral. Si se mantiene el actual diseño contractual, la contratación temporal no será un tercio como lo fue en la época buena previa a la crisis, sino que va a ser el conjunto del mercado laboral. Con lo cual es precarizar todo el mercado laboral.
Con buena parte de la soberanía económica cedida a Europa, ¿qué margen tienen los gobiernos para incidir en la vida de los ciudadanos?
Los países en la Unión han cedido soberanía, pero en realidad lo único que hemos hecho es ganarla. Me explico. En el mercado globalizado, creer que tú vas a poder tener tu política fiscal y monetaria y gestionarla con independencia, es una ilusión. El mundo de los estados nación que tienen soberanía plena en su economía, es un mundo que ya no existe y difícilmente volverá. Recuerdo las devaluaciones del 93, forzadas por la política monetaria del Bundesbank. Hoy nadie puede hacer una política monetaria o fiscal independiente. No puedes gravar las rentas del capital o de sociedades como te gustaría, ni siquiera las rentas de altos ejecutivos como debieras. A veces hablamos de la cesión de soberanía a Europa, creyendo que si uno estuviera fuera tendría más cuando habría menos aún. Es más importante tener una persona en el consejo del BCE que tener tu propio banco.
El hecho es que las políticas impuestas desde Europa han hecho que la crisis cargue sobre las espaldas de las clases medias y bajas. ¿Qué hacer en un país antes tan europeísta y que ahora mira a la UE casi con tanta desafección como a la clase política?
En España siempre ha habido un europeísmo naif derivado de nuestra historia. Se ha asumido que todo lo que venía de Europa había que tomarlo. Y realmente si uno mira el proceso de desarrollo de España antes de su adhesión a la Unión y después, es un proceso de búsqueda de los referentes europeos. El problema es que eso se acabó hace unos años. Al inicio de la crisis, la derecha tenía una mayoría aplastante que marcó las reglas de juego en los países con problemas. Muy probablemente la ciudadanía no es consciente de que Europa es un campo político, no es un campo de técnicos tomando decisiones ajenas a cualquier control democrático. España era muy europeísta, pero en las elecciones europeas votaba la mitad del censo, creyendo que no se jugaba nada en una Europa de burócratas y funcionarios. Ganaron los conservadores. Eso se ha acabado. Si queremos que los ajustes no vuelvan a caer sobre las capas más humildes y las clases medias hay que votar en las elecciones europeas con tanta fuerza como en las nacionales.
¿Qué puede ofertar el PSOE de ahora diferente al programa del 2011?
Algunas medidas son similares, porque se centran en política nacional. La cuestión es que ahora vas a poder hacerlas con mayor facilidad. España necesita una reforma fiscal urgente. En el IVA, revisar alguna subida, fundamentalmente la cultural. Habría que revisar los productos en cada tramo, pero teniendo en cuenta en todo caso que todos los países con estados del bienestar sostenible tienen un IVA no menor al nuestro y esto habría que asumirlo.
Hay que revisar sustancialmente el sistema impositivo. Personalmente creo que habría que eliminar todas las deducciones en el Impuesto de Sociedades y ver qué se podría hacer con las pymes. Las pequeñas y medianas empresas están pagando más impuestos que las grandes y eso no puede ser. Se debe a las deducciones, que habría que eliminarlas, al igual que las del IRPF, deducciones que benefician a los tramos de arriba. Para las pymes creo que se podría revisar el tipo, pero sujeto siempre a un reducción de deducciones que permitiera un incremento de la recaudación. Después está Patrimonio, que es un impuesto que hay que recuperar e integrarlo en el IRPF. Es importante hacer más redistributivo el gasto público.
A veces, cuando hablamos de redistribución nos fijamos mucho en el sistema fiscal, que debe redistribuir, y menos en el gasto público. Habría que elevar la capacidad de gasto y elevarla en educación y en edades tempranas. La redistribución del gasto es central. Se han financiado AVES que solamente sirven para altos ejecutivos y no se han financiado redes de cercanías: un hijo de una familia de rentas altas -por cierto, siguen siendo mayoría y están sobrerrepresentados en la universidad- se beneficia de ayudas y te encuentras que los hijos de las familias más humildes no llegan a la universidad por falta de ingresos.
El sistema financiero estuvo en el origen la crisis y ni se ha refundado el capitalismo ni se han regulado los mercados. ¿Qué se puede hacer frente al poder financiero?
En los últimos años se ha avanzado en la regulación bancaria de forma importante. En estos momentos desde la UE estamos discutiendo un reglamento para forzar la división de banca minorista y banca de inversión; cuando un gran banco tiene un determinado porcentaje de actividades especulativas, deberán dividirse de los bancos que recolectan depósitos y dan crédito a la economía real. Uno de los disparadores de esta crisis ha sido el volumen de deuda que se puso en circulación y la intermediación de las entidades financieras en esa propia emisión de deuda. Es necesario reducir el nivel de endeudamiento agregado del sistema financiero.
Mientras discutían sobre las normas para el sistema financiero, los banqueros hacían negocio en la ventanilla del BCE, comprando dinero barato para su negocio en vez de prestarlo a pymes o al conjunto del sistema.
Cuando la crisis saltó pienso que era necesario evitar quiebras bancarias. En España también. El problema cuando una entidad cae no es solamente ella, sino que el sector en su conjunto pasa a estar en duda y la base del sistema es la confianza. El problema clave es que una cosa es rescatar a los bancos para salvar a los depositantes y otra cosa es rescatar a banqueros. Hasta muy recientemente, aquí el proceso de saneamiento bancario no estaba acompañado de un proceso de poner a los banqueros en su sitio. En unos casos cometieron irregularidades y en otros, una gestión irresponsable. Eso es un delito.
La protección a los depositantes de los bancos debería de haber ido acompañada del proceso judicial más rápido contra los responsables de esas entidades financieras. Con la nueva regulación que se ha aprobado en Europa -incrementos de ratios de capital, los planes de contingencia, la división entre banca de inversión y minorista-, una agenda de reformas intensa, que sigue en marcha, puedo asegurar que los bancos no están muy satisfechos. El avance regulatorio que ha habido en los últimos años ha sido contra los banqueros. La cuestión es que mientras se iba avanzando, los procesos judiciales que venían del pasado están tapando los avances en Europa sobre estos temas. Pero estoy convencido de que con las nuevas normas ya no van a poder cometer esas tropelías.
Los desahucios siguen creciendo.
El Parlamento europeo tiene regulación ya sobre ese asunto y ha habido sentencias. El problema es que en España hay un Gobierno que no tiene voluntad de cumplir la normativa europea. Es así de simple. Hay un marco europeo que los define, hay sentencias del Tribunal Europeo y falta voluntad política de hacerlo cumplir.
¿Qué futuro les espera a los trabajadores pobres y a la gente que esta crisis está dejando por el camino?
El gobierno español tiene la responsabilidad de orientar la expansión hacia aquellos ciudadanos que peor lo están pasando en esta crisis. Es necesario revisar el marco tributario en su conjunto, al igual que considero necesario una rebaja de los costes de la Seguridad Social, acompañados de una contribución del impuesto de sociedades a la Seguridad Social. Deberíamos revisar el sistema de bonificaciones a la contratación para fijarlas exclusivamente en sectores de la población con riesgos de marginación, y reconducir gran parte de los recursos públicos hacia las políticas activas de empleo. En estos momentos, el antiguo INEM se encuentra sobrepasado por la realidad y hay poco asesoramiento personal. Es urgente una apuesta pública por las políticas activas con una dotación presupuestaria muy relevante que ayude a reconfigurar las carreras profesionales de los desempleados.
¿Y con los parados jóvenes, que superan el 50%?
Y algunos tienen hipotecas e hijos menores a cargo. Sería necesario un apoyo público adicional, al igual que con los desempleados de larga duración y edades maduras que tendrán muy difícil retornar al mercado laboral si el sector público no les acompaña. Estas políticas corresponden íntegramente al marco de actuación nacional. Un gobierno socialista pondría el acento en redistribuir la renta que se está generando, protegiendo a los más débiles (con una política de gasto redistributiva) y activando sus carreras profesionales a través de un compromiso nítido por las políticas activas de empleo que deberían, al menos, triplicar su dotación presupuestaria y mejorar su sistema de implementación.