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La gran feria del turismo Fitur vuelve descafeinada: “Ponemos una vela a Boris Johnson para que levante el veto”

Los reyes de España, Felipe VI (c) y Letizia (2i), inauguran la 41 edición de la Feria Internacional del Turismo, Fitur, acompañados por la ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto (d), este miércoles en el recinto ferial IFEMA de Madrid. EFE/Juan Carlos Hidalgo

Analía Plaza

19 de mayo de 2021 22:58 h

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La Feria Internacional de Turismo (Fitur) regresó este miércoles a Madrid, un año y cinco meses después de la última edición. Todos los años se celebra en enero y supone un gran punto de encuentro para los profesionales del turismo, que durante tres días (miércoles, jueves y viernes) reparten tarjetas y cierran tratos. El fin de semana los pabellones abren al público general, que acude en masa a llevarse lo que regalen en cada stand. Es una feria enorme en la que cientos de destinos turísticos —nacionales e internacionales— muestran su oferta y animan con música, aperitivos, folletos y sorteos al visitante. Uno siempre sale de allí cargado de bolsas con información.

El año pasado, antes de la pandemia, Fitur recibió 255.000 visitantes. Hubo 150.000 participantes profesionales y expusieron 165 destinos. Esta vez, los números son mucho más modestos: exponen 55 destinos y se esperan 50.000 profesionales y 50.000 personas de público general. Y ni siquiera hay folletos, toda la información es digital, en pantallas o con códigos QR. Arranca Fitur, eso sí, como “la gran apuesta estratégica para la recuperación del turismo”. A la inauguración acudieron los Reyes, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, el alcalde de la ciudad, José Luis Martínez Almeida, y la ministra de Industria, Reyes Maroto. Maroto ya ha anunciado que España aspira a recuperar la mitad del turismo internacional de 2019: 45 millones de visitantes.

“Está un poco descafeinado”, reconocen en el expositor de Benidorm, uno de los destinos estrella de nuestro país. Para garantizar la seguridad, el aforo está reducido al 50% y es obligatorio entrar con un test negativo (solo los días profesionales, no el fin de semana). La organización da la posibilidad de hacerse el test con la clínica privada Quirón: bien antes de acudir, bien en la propia feria. Uno de los pabellones está habilitado como “testódromo”. Pides cita, pagas 45 euros y te hacen la prueba de antígenos antes de entrar.

¿Cómo van las reservas?

España vuelve a jugársela este verano. El turismo nacional no compensa el extranjero y en destinos como Baleares ya llevan meses de retraso en el comienzo de la temporada, que empieza en abril. Profesionales de la industria consultados coinciden en que las islas y la costa andaluza son las que mejor van en reservas. “La gente quiere alegría y birra fría”, bromea un directivo de una cadena española.

“Llevamos diez días muy buenos, con más reservas netas que en 2019”, explica Pablo Sánchez, responsable de desarrollo de negocio de Mirai, un motor de reservas en hoteles que comparte datos de venta directa. “Destaca Canarias, que en la última semana supera las reservas de la misma fecha de 2019. Baleares y Andalucía también se animan. Y en los últimos días acelera la Comunidad Valenciana”. Sin embargo, esas reservas son para cualquier fecha futura, no necesariamente para las próximas semanas. Y allí hasta que no lo vean no se lo creerán.

“Hay buena vibra”, reconoce Carmen Sánchez, jefa de promoción turística de Ibiza. “Pero todas las reservas tienen cancelación gratuita, así que nunca sabes qué puede pasar”. Los hoteles abren poco a poco y llegan vuelos de Ámsterdam, Francia, Suiza y Holanda. El turismo británico está parado porque España está en la lista “roja” del país debido a su alta incidencia. Los turistas deben hacer cuarentena al volver.

Un empresario de la isla presente en el stand cuenta con desánimo que el último año ha sido muy duro. “Lo hemos pasado mal. Ha habido mucha pobreza. No solo los camareros se han quedado sin trabajo: gente con cargos intermedios y altos ha ido al paro. Ahora está todo el mundo a la expectativa: yo creo que será como descorchar una botella de champán, porque la gente tiene ganas de viajar. Otro verano sin trabajar sería mortal”.

En Meliá prevén tener el 70% de sus hoteles en España abiertos este verano. En las últimas seis semanas, cuentan, la mitad de las reservas se han hecho en las costas y la otra mitad en las islas, tanto Baleares como Canarias. De momento, la mayoría son de turistas españoles. “El británico está pinchando y nosotros somos fuertes en eso. Ahora mismo esperamos que se recupere el turismo nacional”, dicen fuentes de la empresa. La CEO de Riu Hoteles, Carmen Riu, dijo en una rueda de prensa el miércoles que esperaba ocupaciones del 40 o 50%. “Lo vemos mal tirando a regular”.

“En 2019 vinieron 18 millones de turistas británicos. Son muchos, es el mercado más importante para España”, anota Leyre Bilbao, responsable de Visit Benidorm. La ciudad tiene un 40% de turismo británico y se reivindica como “el Portugal del Mediterráneo” debido a su baja incidencia (29 casos por 100.000 habitantes en la Comunidad Valenciana). Esperan con ansia la decisión de Reino Unido, que revisa su semáforo cada tres semanas.

“Antes estas cosas las seguíamos por los medios, pero la última rueda de prensa la vimos por Twitch, como un periodista más. Le pusimos una velita a Boris Johnson para que levantara el veto”, continúa. Mientras eso no suceda, será el Algarve portugués el que 'pesque' a sus turistas.

Turismo pudiente

La tasa de ahorro se ha disparado en toda la Eurozona durante el COVID, y esto supone una baza para el sector turístico español: que vengan y gasten lo que llevan un año sin gastar. En Meliá explican que las reservas han caído menos en habitaciones superiores y que los hoteles prémium son los más demandados. La sensación es parecida en Benidorm. “Las estancias serán más largas porque ya que te haces el PCR no te vas a quedar dos días”, dice Bilbao. “Y la gente que quizá iba a hacer un viaje transcontinental y decide quedarse, se gasta el presupuesto en hoteles mejores”.

En el stand de turismo de Mallorca hay dos jóvenes estudiantes que atienden al público y ofrecen su visión. Ella, Teresa, estudia Dirección Hotelera, lo compagina con un empleo en Iberostar y lleva un año y siete meses sin trabajar. “Lo que está sucediendo es que todas las cadenas retrasan las aperturas. Son hoteles muy grandes, para familias, y es normal: están a ver qué pasa para saber qué hoteles abren, si varios a medio gas o si llenan uno. Conozco a mucha gente en la misma situación. Estamos esperando”, cuenta.

Su compañero Toni vive una historia distinta. Trabaja en un hotelito boutique en el centro de Palma, de poco más de veinte habitaciones, que lleva meses lleno. Son habitaciones de a partir de 500 euros la noche. “Mucho escandinavo, mucha gente de Madrid. No creo que sea gente que ha ahorrado, sino gente que ya tenía dinero, que pide barcos para el día siguiente”, dice. “Estoy viendo una opulencia que no había visto nunca, pero sé que en el resto de la isla las cosas no están bien. ¿Quizá habrá más desigualdad tras la pandemia...? No lo sé”.

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