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Holanda ahora quiere subir los impuestos a las empresas... pero sólo a las que abandonen el país

El primer ministro holandés, Mark Rutte.

Andrés Gil

Corresponsal en Bruselas —

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“You can check out any time you like; but you can never leave”. Es el final de Hotel California, la mítica canción de los Eagles, que está sirviendo de banda sonora en Reino Unido para el culebrón del “exit tax”; es decir, la penalización en la que está trabajando el Gobierno holandés ante la fuga de empresas, como la que amagaba con hacer Unilever para unificar su sede en Londres.

En una entrevista publicada por el Süddeutsche Zeitung, el primer ministro italiano, Giuseppe Conte, expresaba la desconfianza de los italianos con la Unión Europea: “Surge en el momento en que nos sentimos abandonados precisamente por los países que se benefician de esta Unión. Mire el ejemplo de Holanda, cuyo dumping fiscal atrae a miles de multinacionales, que trasladan allí sus sedes, y obtienen un flujo de ingresos fiscales sustraídos de otros socios de la Unión Europea: 9.000 millones de euros cada año”.

En efecto, un estudio de Tax Justice Network revela que los estados miembros de la UE están dejando de ingresar unos 9.200 millones en impuestos de sociedades al año en beneficio de Países Bajos, el país que más oposición ha ejercido a una respuesta conjunta y ambiciosa de la UE a la crisis del coronavirus.

Ahora, sin embargo, cuando una empresa angloholandesa como Unilever se plantea unificarse en Londres a raíz del Brexit, Países Bajos empieza a construir un Hotel California en el que “puedes hacer el check out cuando quieras, pero no puedes marcharte nunca”, como decía la vieja canción de los Eagles.

Presentado por el diputado verde Bart Snels, el proyecto de ley está diseñado para penalizar a las empresas con ingresos de más de 750 millones de euros que parten de los Países Bajos hacia jurisdicciones de impuestos bajos. En el caso de Unilever, Snels dijo que las tasas de salida se aplicarían porque el Reino Unido no tiene un impuesto de retención sobre los dividendos. “La ley está diseñada para detener una carrera a la baja en lo que respecta a los impuestos corporativos”, dijo Snels al Financial Times. “No queremos que las empresas 'compren' la jurisdicción con los impuestos más bajos”.

Holanda ahora quiere subir los impuestos a las empresas... pero sólo a las que abandonen el país. Y, la amenaza, de momento, parece funcionarle.

Según ha publicado Reuters, Unilever se repensará su plan para unificar su sede en Londres y eliminar su base holandesa si Países Bajos aprueba el anunciado “impuesto de salida”. Unilever dijo que la ley, si entra en vigor, significaría que tendría que pagar 11.000 millones de euros al gobierno holandés.

No está claro si la ley, propuesta por los Verdes, partido de la oposición holandesa, se ajusta a la ley holandesa y europea, o si obtendría el apoyo de la mayoría en el parlamento holandés. El Consejo de Estado de los Países Bajos está examinando la propuesta y emitirá una opinión consultiva sobre si es legal. No ha fijado una fecha para su decisión.

Unilever defiende que la idea no es legal: “No obstante, si el proyecto de ley se promulga como se ha anunciado, la dirección de la empresa entiende que proseguir con la unificación, con la penalización de salida de unos 11.000 millones de euros, no sería lo mejor”.

Los impuestos han jugado un papel fundamental en la toma de decisiones de Unilever, en un proceso de simplificar su estructura dual: en 2018 decidió unificar la sede en Rotterdam, pero canceló sus planes después de que el Gobierno holandés aprobara un impuesto del 15% sobre los dividendos, impuesto que no existe en Reino Unido.

El diario portugués Jornal de Negocios explicaba que el impuesto de salida cabría en la legislación europea dentro de la Directiva Anti-Elusión Fiscal (ATAD), que tiene como objeto evitar que las empresas reubiquen activos para evitar ser gravadas o para buscar lugares más ventajosos fiscalmente. Es decir, que Holanda recurriría a un paraguas, el de la anti elusión fiscal, pensado para Estados como Países Bajos que han realizado prácticas fiscales agresivas con las empresas históricamente con el perjuicio que eso genera en el mercado interior de la UE, como recordaba el primer ministro Conte.

La propuesta, que parte de los ecologistas, cuenta con el apoyo de tres de los cuatro partidos que apoyan al gobierno, y además de tener en la diana a Unilever está pensaba para evitar que Shell intente transferir su sede fiscal. La propuesta, que afecta a empresas con una facturación superior a los 750 millones, está en consulta pública y espera opiniones legales que validen el cumplimiento de las leyes locales y comunitarias.

El partido liberal del primer ministro Mark Rutte, él mismo un ex ejecutivo de Unilever, ha sido menos entusiasta, advirtiendo de que el impuesto podría dañar el atractivo de Holanda para la inversión extranjera. Pero Paul Tang, eurodiputado holandés de centro izquierda, declaró al Financial Times que sería difícil para el partido de Rutte oponerse a la ley, entre otras cosas porque el país se dirige hacia las elecciones generales del próximo marzo. “Es un buen ejemplo de la idea de que las empresas deben pagar en la frontera cuando trasladan sus actividades a jurisdicciones de impuestos bajos”, dijo.

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