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Sin trabajo en cuestión de días y con temores sobre el “finiquito”: así viven los riders la marcha de Deliveroo de Alemania

Imagen de archivo de un repartidor de Deliveroo.

Aldo Mas

Berlín —

Era un espejismo. Cuando Orry Mittenmayer dejó por Deliveroo su trabajo como repartidor de comidas a domicilio para la empresa Foodora a principios de 2017 en Colonia (oeste germano), este veinteañero pensaba que le iría mejor con la firma británica. No fue así. Antes de salir sintiéndose explotado por la compañía, Mittenmayer reconoce a eldiario.es que hubo algunos días de trabajo esperanzadores. Pero todo cambió cuando los repartidores decidieron organizarse.

“Deliveroo al principio parecía una empresa con un lado más social. Por ejemplo, sólo trabajaba en zonas pequeñas de la ciudad, pero luego la empresa empezó a hacerse grande, y ahí me encontré de nuevo con los mismos problemas que había conocido en Foodora”, dice Mittenmayer a eldiario.es.

Recuerda así la “explotación” vivida con Foodora, una situación laboral que volvería a sufrir como repartidor de Deliveroo. A saber, trabajo precario como autónomo, cobrando muy a destiempo y por debajo del salario mínimo, ya que este sólo atañe a quienes disfrutan de una relación laboral con la empresa. “Hay casos de gente a los que se le llegaba a retrasar meses el pago del salario”, denuncia Mittenmayer. “Los compañeros comunicábamos por Whatsapp y comentábamos esta situación a menudo”, añade.

Si hubo días buenos en Deliveroo, éstos llegaron a su fin cuando Mittenmayer y sus compañeros de trabajo, unos autónomos y otros contratados, trataron de organizar un comité de empresa. “El mismo día que decidimos y votamos que íbamos a formar un comité de empresa, Deliveroo dio por terminado el modelo de empresa en el que tenían cabida los repartidores con contrato, instalando así un modelo en el que sólo trabajarían para la empresa trabajadores autónomos”, señala Mittenmayer. “Esto significa, al final, que no hay posibilidad de crear un comité de empresa, porque los trabajadores autónomos no tienen los mismos derechos que los contratados”, abunda.

Desde Deliveroo explican a eldiario.es que la empresa decidió cambiar al modelo basado en repartidores autónomos porque eso “permite ofrecer a los repartidores el trabajo flexible que desean, en el sentido de que ellos eligen dónde y cómo trabajar y si quieren hacerlo”. “En Alemania, como en otros países, ellos nos dicen que éste es el tipo de trabajo que quieren, así pueden conciliar vida y trabajo”, abundan en la compañía.

Ahora, sin embargo, sus 1.100 repartidores afectados en Alemania por el cese de la actividad de la empresa se quedan sin un empleo que en boca de ex repartidores y sindicalistas ha dejado mucho que desear.

A Keno Böhme, otro antiguo repartidor de Deliveroo, nunca le respondieron unas preguntas que formulaba en una carta abierta al gerente de la empresa Felix Chrobog allá por noviembre de 2017. Entre ellas figuraba por qué la empresa nunca cumplió con su promesa de adquirir ropa de invierno a quienes quemaban rueda en las calles llevando pedidos de la app británica.

Böhme y Mittenmayer están ahora al frente de una iniciativa que se llama Liefern am Limit o “Repartidores al límite”. Su objetivo es dar visibilidad a la situación laboral de muchos de quienes trabajan para las 'start-ups' de comida a domicilio. Ambos militan además en el Sindicato de Alimentación, Consumo y Restauración (NGG, por sus siglas alemanas).

Guido Zeitler, el presidente de dicha organización de trabajadores del sector servicios, ha llegado a decir sobre la reciente decisión de Deliveroo de dejar el mercado alemán que en el NGG no “lloran ni una lágrima” por una empresa que se ha caracterizado por prácticas como lo que parecen ser “falsos autónomos”. Lo que sí lamenta Zeitler es el poco margen que ha dejado la empresa a sus trabajadores para buscarse nuevas salidas profesionales. Deliveroo anunciaba el lunes a través de un correo electrónico a sus clientes alemanes que dejaría de funcionar a partir de este viernes.

“Este periodo de tiempo tan breve entre el anuncio y la finalización del negocio es un golpe para los empleados. En cuestión de días pierden sus ingresos, o sea lo básico para vivir. Esto también muestra las desventajas que tiene este modelo de negocio”, según aludía Zeitler a Deliveroo y las empresas del sector. “Los trabajadores están muy enfadados y frustrados por la decisión de la empresa de cesar la activad para concentrarse en otros países”, apunta por su parte Mittenmayer.

En su correo electrónico destinado a sus clientes, la empresa británica reconocía no haber estado a la altura del mercado alemán y apuntaba su deseo de seguir activa en otros países. “Donde no podemos estar a este nivel que esperamos y que tú mereces, no vamos a operar. Por eso Deliveroo se va a concentrar ahora en ampliar sus operaciones en otros mercados alrededor del mundo”, decía el breve correo destinado a los clientes.

No hay que perder de vista que no hace apenas un año que Chrobog afirmaba que el “objetivo de la empresa consiste en ser, al largo plazo, el líder del mercado en Alemania”. Ahora la compañía mantiene que “reorientará los recursos y la inversión para acelerar el crecimiento y la expansión en el resto de mercados de Europa y Asia-Pacífico”. Deliveroo continuará creciendo “con el objetivo de convertirse en la compañía de comida definitiva en todo el mundo”, abundan en la multinacional.

Incertidumbre sobre las indemnizaciones

Roto el objetivo de ser líder en Alemania, al igual que las promesas de ropa de invierno para los repartidores como Böhme, no parece que entre quienes trabajan para Deliveroo crean en las “remuneraciones apropiadas” que desde la compañía dicen que recibirán sus empleados ante el final de las operaciones de la firma en el país de la canciller Angela Merkel.

Deliveroo responde a eldiario.es sobre los “paquetes de compensación” que recibirán sus riders (como llama la firma a sus repartidores) especificando varias modalidades de indemnización. Sólo afectan a los mensajeros que hayan estado “activos las últimas doce semanas”.

El viernes habrá, primero, “un pago compensatorio de diez días, basado en el promedio de las ganancias semanales durante las últimas doce semanas”. En segundo lugar, los riders recibirán “otro pago compensatorio de dos semanas, basado en sus ganancias semanales promediadas durante las últimas doce semanas”. Y por último, se pagarán “todas las tarifas pendientes, incluidas las ganancias correspondientes a la semana del 12 de agosto”.

“Deliveroo garantizará que, en el caso de las compensaciones, ningún usuario reciba menos de 50 euros”, abundan en la empresa.

Ex empleados como Böhme o Mittenmayer, ahora comprometidos en la representación de los riders, no se muestran confiados en que esas condiciones de compensación se cumplan. Tampoco parecen ser suficientes. “Los repartidores que han estado de vacaciones en esas doce semanas o que han estado enfermos o que han reducido sus horarios pueden irse con los bolsillos vacíos o parcialmente vacíos”, asegura Böhme a este periódico. “Esto podría haberse amortiguado asegurando una cantidad mínima, si se hubiera querido. Pero no existe el interés en que haya empleados felices”, abunda.

Entre quienes han trabajado para Deliveroo se apunta estos días que Lieferando, otro actor del mercado propiedad de la firma neerlandesa Takeaway.com, podría estar interesada en recurrir a los servicios de los repartidores varados por la app británica. En la NGG y en el grupo de 'Repartidores al límite' de Böhme y Mittenmayer vigilan de cerca esta operación. Lieferando se ha caracterizado por contratar a sus repartidores y evitar la cuestionada fórmula de autónomos de Deliveroo.

Desde esta empresa no responden en Alemania a las preguntas de la prensa, sino que ahora redirige todo interrogante sobre lo ocurrido en el mercado teutón a su sede en Londres. Dicen en Deliveroo que quieren “dar las gracias a todos los clientes, repartidores y restaurantes”. Se da por hecho que los clientes van a ser reembolsados si tenían saldo en la app anglosajona.

A sus repartidores, sin embargo, no parece quedarles paciencia para imaginar buenas intenciones en la compañía. “Deliveroo era una empresa problemática desde que respondió acabando con los contratos de los empleados a su voluntad de crear un comité de empresa. Ese día todos los empleados fueron sustituidos por supuestos freelancers sin derecho a crear comités de empresa. Además, la compañía se negó a facilitarnos acceso a ropa de invierno, hubo irregularidades en los pagos que amenazaron nuestras existencias y nos cambiaban el horario de un día para el otro como si fuéramos robots”, resume Böhme.

Mittenmayer se pronuncia en el mismo sentido. Para él la empresa ha demostrado no “tener ningún respeto por la dignidad de las personas”. “Esto es lo que pasa cuando la economía de mercado se liberaliza de modo que a las empresas se las deja jugar en el mercado con sus propias reglas, en lugar de jugar con las que se supone que tiene que implementar el Gobierno”, concluye.

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