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El pesimismo económico se adentra en la UE

La vicepresidenta Nadia Calviño saluda a la presidenta del BCE, Christine Lagarde, antes de a foto de familia en el Ecofin informal de Santiago.

Irene Castro

Santiago de Compostela —

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Se esquivó la recesión en los peores momentos de la crisis energética, pero el crecimiento no es suficiente. Es una de las preocupaciones de los ministros de Economía de la UE y el resto de tecnócratas económicos, desde los responsables de la Comisión Europea hasta la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde. Y es lo que todos juntos han analizado en una reunión informal en Santiago de Compostela en la que la constricción fiscal, ahora que se está avanzando en el nuevo Pacto de Estabilidad y Crecimiento, es una de las recetas, que se suma al recuerdo a los gobiernos de que deben eliminar las ayudas extraordinarias activadas para responder al incremento récord de la inflación, a pesar de que su descenso tampoco es tan vigoroso como se esperaba. 

“El crecimiento en verano ha sido más débil de lo que pronosticamos en primavera sin un contexto de recesión, pero con una inflación y una política monetaria muy restrictiva”, expresó el comisario de Economía, Paolo Gentiloni, en referencia a las previsiones económicas de Bruselas, que reducen las expectativas para 2023 (del 1% al 0,8%) y 2024 (1,4% frente al 1,7% que pronosticó hace cuatro meses). Gentiloni apunta a los planes de recuperación como una vía para que la UE aguante el tipo, pero en el gobierno comunitario ven cómo la mayoría de países acumulan retraso en la ejecución.

“Aquí en España el impulso sigue siendo bueno, pero en otros países estamos viendo un cambio –señaló el presidente del Eurogrupo, Paschal Donohoe–. Está claro que la economía de la eurozona ha perdido impulso de crecimiento por los shocks del pasado y, por supuesto, las recientes decisiones políticas están teniendo reflejo”. La subida de los tipos de interés está inevitablemente afectando a los bolsillos de los ciudadanos, que siguen dañados por la inflación. 

Ningún ministro reprochó a Lagarde la última subida de tipos de interés –del 0,25 hasta situarse en el 4,5%– y la jefa del BCE aseguró que se mantendría todo el tiempo que fuera necesario hasta llegar al objetivo del 2% de inflación. Aunque no se cuestionara esa decisión, sí hay quien considera que ha llegado el momento de parar. “Es suficiente”, dijo el ministro francés, Bruno Le Maire. “Supongo que confirmarán que pondrán fin al muy rápido incremento de los tipos de interés que hemos tenido en los últimos meses”, afirmó la vicepresidenta primera, Nadia Calviño.

Santiago's way y también camino fiscal”

En lo que volvieron a coincidir los responsables económicos de los 27 es en la necesidad de acompasar el corsé de la política monetaria con una política fiscal también restrictiva. “El Banco Central Europeo está frenando la inflación, pero eso repercute en el crecimiento. Por eso hay que avanzar cuanto antes en la lucha contra la inflación. Nosotros, como gobierno federal, apoyamos la lucha contra la inflación manteniendo el freno a la deuda. Cualquier otra cosa fomentaría la inflación”, expresó el ministro de Finanzas de Alemania, Christian Lindner, que presumió de la reducción del déficit y la deuda en su país y restó importancia al estancamiento de la economía (para la que se prevé una contracción de cuatro décimas este año): “Si nosotros, como Estados, tuviéramos que aumentar el gasto ahora, lanzar programas financiados con créditos, la lucha contra la inflación llevaría más tiempo. Sería más cara”.

En en lado opuesto de la balanza se encuentra Francia, cuyo ministro advirtió de la desaceleración en Europa frente al crecimiento en Estados Unidos. “Si quieres más crecimiento y tener una Europa dinámica, necesitas reformas estructurales e incentivos para esas reformas en el Plan de Estabilidad”, expresó Le Maire, que defendió la necesidad de tener una estrategia industrial e inversiones en innovación y lucha contra el cambio climático. 

Otra de las fricciones es qué gastos se quedan fuera del cómputo para aliviar las cuentas públicas. Los países del este quieren que el gasto en Defensa no aplique a la hora de valorar las reglas fiscales dado el incremento que produce la guerra de Ucrania mientras que otros apuestan por las inversiones en transición energética, por ejemplo.

Alemania y Francia protagonizan el principal choque en la negociación de las reglas fiscales, que le toca pilotar a Calviño como presidencia del Consejo de la UE. Holanda y Dinamarca están operando también como desatascadores del enquistamiento que básicamente pasa por que Alemania quiere que haya un camino común de la reducción de los ratios de deuda pública frente a la propuesta de la Comisión Europea que pretende dar flexibilidad a los estados miembros en sus sendas para alcanzar los topes del 3% del déficit y el 60% de la deuda pública respecto al PIB. Fuentes de las negociaciones confían en que los gobiernos de Olaf Scholz y Emmanuel Macron acerquen posiciones bilateralmente. 

Y es que el calendario comienza a presionar. Los 27 quieren empezar 2024 con un nuevo pacto de estabilidad en marcha, tras quedar suspendido durante la pandemia para permitir una política de gasto expansivo que ahora va a desaparecer al volver las medidas de ajuste con las que inevitablemente los gobiernos se tendrán que apretar el cinturón. La presidencia española pretende poner un texto sobre la mesa de los ministros de Economía en el mes de octubre y confía en que la Eurocámara tenga lista su posición en noviembre antes de la negociación a tres con la Comisión Europea. 

“Hay unanimidad en cuanto a la necesidad de intensificar nuestro trabajo en las próximas semanas con un calendario ambicioso para lograr un consenso de aquí a final de año. Hay un compromiso de tener unas nuevas reglas fiscales aplicables a partir de 2024”, ha resumido Calviño, que considera que la cita informal de este sábado ha servido para acelerar la negociación. “Lo podemos llamar Santiago's way (camino de Santiago) y también el camino fiscal”, ha bromeado el vicepresidente económico de la Comisión Europea, Valdis Dombrovskis.

“Hemos cubierto con ese intenso trabajo técnico el 70% y llega el momento de trabajar a nivel político para lograr consensos”, expresó Calviño antes de la reunión informal del Ecofin en Santiago este sábado: “Consensos que tienen que llegar a través del equilibrio entre las distintas consideraciones de trato individualizado de los países y un marco general, unos puntos de referencia, que garanticen una senda de reducción de deuda”. 

Competitividad y geoestrategia: la UE se acerca a Latinoamérica

Más allá de sus propias normas internas, la UE está tratando de impulsar una agenda estratégica para mantenerse como una potencia frente a rivales geopolíticos al tiempo que le permita sacar rédito en términos de competitividad. En ese marco, la reunión informal de Santiago congregó también a los responsables económicos de los países de la CELAC y el Caribe –1.600 personas en total que representaban al 14% de la población y el 21% del PIB mundiales– para seguir profundizando en los proyectos que se pusieron sobre la mesa en la cumbre de julio en Bruselas. La UE financiará con 45.000 millones de euros hasta 2027 programas relacionados con las energías limpias, la seguridad alimentaria o la lucha contra la deforestación de la Amazonia. La herramienta, bautizada como Global Gateway, pretende contrarrestar la Ruta de la Seda China. 

El acercamiento se produce después de las tensiones entre los dos continentes por las duras políticas medioambientales en la UE. De hecho, eso fue el último escollo en la negociación del acuerdo comercial con Mercosur. Ahora Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay han respondido al anexo en el que la UE presentó sus preocupaciones en materia de sostenibilidad. El vicepresidente de la Comisión Europea, Valdis Dombrovskis, explicó que se darán “unos días” para analizarlo y enfatizó que hay voluntad para cerrar un acuerdo que se ha antojado imposible desde hace más de 20 años. Y puso un nuevo plazo para firmarlo: diciembre de 2023.

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