El año sabático, una rara avis que trabajadores y empresas aún deben descubrir
Eva es una traductora afincada en Logroño. No siempre se ha dedicado a la conversión al español de textos en inglés y francés. Entre el año 2000 y el 2009 trabajó en París como periodista en el servicio en español de la Agencia France-Presse (AFP). Su trayectoria profesional hasta ser traductora resulta “algo atípica”, según sus propios términos.
Lo es por su bagaje como periodista en una de las agencias de información más importantes del mundo. Pero su carrera también resulta especial porque ella forma parte del selecto grupo de españoles que ha gozado de un año sabático. Durante algo más de doce meses interrumpió su actividad en el mercado laboral galo para dedicarlo a otra cosa que no fuera trabajar en las oficinas de la AFP.
Ella logró ponerse de acuerdo con su empresa para tomarse once meses sabáticos. Además, agrupó vacaciones, permisos y tiempo de la reducción de la jornada resultante de las semanas de 35 horas laborales del país vecino para estar, en total, unos catorce meses sin pasar por la redacción. “Yo me quería volver a España. Llevaba tiempo pensándolo. A mediados de 2009, la crisis estaba empezando a azotar fuerte en España, por eso me dije: 'me tomo el año sabático, me voy a España y veo qué hago'. Me fui el 31 de diciembre de 2009”, cuenta Eva a eldiario.es.
Su idea era dedicarse a la traducción, pero con la depresión económica que vivió en 2010 la economía española, tuvo que apostar por algo más seguro. En un primer momento se sacó unas oposiciones sin perder de vista su objetivo inicial. Cuando pudo, pidió una excedencia indefinida y se volcó en su carrera como traductora. “Ya estoy bien asentada como traductora”, dice cuando echa la vista atrás.
Ella no conoce a nadie en España que haya podido disfrutar de un año sabático. “La gente aquí es que ni se lo plantea, no es algo normal”, señala Eva, quien ve ventajas claras en poder disfrutar de un tiempo libre de ataduras profesionales. “En un año sabático puedes pasarte de una cosa a otra que te motive más profesionalmente”, apunta.
Entre los amigos y conocidos ella que dejó en Francia, Eva sí sabe de ex compañeros que la imitaron. “Yo fui una especie de pionera. Después supe que había compañeros en la AFP que habían empezado a tomarse años sabáticos”, comenta.
En Francia, siempre y cuando el empleado tenga a sus espaldas un mínimo de antigüedad en la empresa y puede suspender su contrato para realizar un proyecto personal. Si la compañía cuenta con menos de 300 empleados, la dirección puede denegar la solicitud de año sabático que ha de realizar el candidato a pasar el tiempo libre que pida. Si lo concede, el empresario no pagará al empleado, según el modelo francés.
“No son meses sabáticos remunerados. Queda todo suspendido salvo la cobertura de la seguridad social, para lo que tienes que tramitar una tarjeta especial para poder ir al médico regularmente”, abunda Eva.
En Alemania, existen otros modelos de año sabático. Porque puede haber casos de tiempo libre para el empleado no remunerado o remunerado pero recibiendo el trabajador un porcentaje de su salario. “En las universidades, por ejemplo, los profesores tienen, cada seis semestres de trabajo, un semestre sabático. Así, pueden tomarse su tiempo para leer, participar en conferencias y estar más libres”, dice a eldiario.es Jutta Allmendinger, socióloga e investigadora del Centro de Ciencias Sociales de Berlín (WZB, por sus siglas alemanas). “También existen empresas en Alemania que ofrecen la posibilidad de tomarse un año sabático”, agrega.
Una medida para ricos
Sin embargo, esta opción se presenta más “a personas con cargos que están muy bien remunerados, porque el tiempo sabático ahora mismo es una suerte de privilegio aunque debería de estar alcance de todos”, comenta la investigadora del WZB.
No en vano, en Francia, desde el diario económico Les Echos aconsejan hacer números antes de tomare un año sabático. Por ejemplo, conviene ahorrar el equivalente a dos años de salario. También insisten en la necesidad de negociar con los superiores la vuelta al trabajo, para no quedar excluido ni descender de categoría profesional tras el tiempo de ausencia en la oficina.
Claire Samtleben y Philip Wotschack, otros dos investigadores del WZB, presentaban hace unas semanas un estudio en el que apuntaban que, “pese a que muchas personas en Alemania quieren pasar menos tiempo en el trabajo, los años sabáticos se utilizan poco”. Según las cuentas del Instituto de Economía de Alemania de Colonia (oeste), sólo una de cada diez empresas germanas ofrece la posibilidad a sus empleados de tomarse años sabáticos.
El consorcio tecnológico Siemens es una de esas compañías. Según revelaba al diario conservador Frankfurter Allgemeine Zeitung este verano Janina Kugel, jefa de personal de la empresa con sedes en Berlín, Múnich y Erlangen, hasta 1.000 empleados de la firma pidieron en 2015 pasar un tiempo sabático a la compañía, un 25% más que en el ejercicio anterior.
Sólo un 7% de alemanes y españoles capaces de 'escaparse'
Esa tendencia en Siemens puede resultar engañosa. A finales de año, un estudio de mercado elaborado por la agencia de viajes online estadounidense eDreams, sólo un 7% de los alemanes podría tomarse un año sabático o realizar un parón profesional sin perder poder adquisitivo. El mismo porcentaje se identifica con los españoles. Según los números de ese estudio, apenas nueve de cada cien europeos está en condiciones de asumir un parón largo en su vida laboral.
No obstante, hay unanimidad entre expertos e investigadores: un año sabático fuera del lugar del trabajo puede resultar más que conveniente, tanto para el trabajador como para la empresa. “En ese tiempo uno tiene la posibilidad de cuidarse, lo que permite a la gente trabajar mejor después, ser más eficaz y más feliz”, comenta Allmendinger, quien ve numerosas ventajas en lo que ella conviene en calificar de “herramienta”. Para ella, los periodos sabáticos son, entre otras cosas, una manera de combatir el síndrome de desgaste profesional, también llamado 'síndrome del quemado' o burnout. Se trata de una forma de estrés laboral que preocupa en Alemania, cuya economía se considera el motor del crecimiento europeo.
En los países anglosajones, el tiempo sabático está especialmente arraigado en el mundo académico. En la publicación semanal británica Times Higher Education, Michael Miller, profesor en la Universidad de Arkansas (Estados Unidos), fechaba en la primera década del siglo XIX la tradición de ofrecer tiempo sabático a los académicos del país. En ese sector, esos periodos de tiempo siempre posibilitaron lanzar nuevos proyectos, colaboraciones u otras vías de investigación.
Esa tradición caló también la cultura universitaria del Reino Unido. Pero de un tiempo a esta parte los periodos sabáticos de los académicos británicos han pasado a estar “muy gestionados”, no estando del todo desvinculado de las rutinas de oficina, según se lee en el Times Higher Education.
Las empresas deben promocionar tiempo sabático
En el 'viejo continente', Allmendinger lamenta que la posibilidad de que los empleados gocen de un tiempo sabático para ellos sea una medida “estigmatizada”. Salir de esta situación, a su entender, implica necesariamente que las empresas pongan de su parte. “Cuando las empresas presentan esta opción, crece la aceptación entre los trabajadores”, señala esta investigadora.
Allmendinger ve un freno a la hora de popularizar los periodos sabáticos que los empleados aún no se atrevan a plantear a sus compañías su deseo de dedicarse a otra cosa durante un tiempo. Esto, en último término, puede suponer que el trabajador cambie a mejor, estando menos estresado, o siendo capaz de traer ideas innovadoras o incluso capacitaciones si se dedica a aprender algo nuevo.
Por eso mismo Allmendinger predica con el ejemplo. Como presidenta del WZB, está al frente de una institución de unos 400 empleados. “Yo planteo a nuestros trabajadores la opción de tomarse un tiempo sabático, les digo que pueden contar con nuestro apoyo, que no habrá ningún tipo de desventaja en su trabajo cuando vuelvan del tiempo sabático que se tomen”, concluye Allmendinger.