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Cómo equilibrar los récords del turismo, la paz vecinal y el empleo

Imagen de archivo de una playa de Benidorm.

Marta Garijo

España sigue batiendo récords turísticos que tiran de los datos del sector convirtiéndolo en locomotora económica. Pero detrás de los brillantes datos generales, hay otros menos dorados. El modelo de sol y playa del turismo español concentra en algunas zonas las llegadas, lo que genera problemas de convivencia vecinal, de gestión de recursos o de acceso a la vivienda. A esto se suman las críticas de los sindicatos sobre la precariedad y las condiciones de los trabajadores del sector. En los últimos días se han producido varios actos vandálicos en algunas de las zonas con mayor afluencia de turistas. Más allá de los actos violentos, el debate está en cómo se puede gestionar el modelo turístico español de una forma sostenible.

El contexto geopolítico, con la inestabilidad en el norte de África y los atentados en países como Francia, junto con la promoción turística de los últimos años ha llevado a un fuerte repunte del turismo en España. En el primer semestre, han llegado 36 millones de turistas extranjeros (8,4 millones de ellos en junio) que son la antesala de las nuevas previsiones récord de 83 millones de visitantes con los que el Gobierno espera cerrar el año. Y a estos datos hay que sumar el turismo nacional –aunque el 40% de los españoles no puedan irse de vacaciones– que comienza a recuperarse. 

En España cada vez hay más turismo y este se concentra, sobre todo, en la costa y en algunas ciudades como Barcelona, Valencia o San Sebastián. Los datos del INE de junio señalaban a Baleares, Cataluña y Andalucía como el centro de las llegadas de visitantes extranjeros. Una masificación de algunos destinos que ha generado protestas vecinales centradas, sobre todo, en cómo esto dificulta el acceso a la vivienda por la proliferación de apartamentos turísticos o cómo dificulta la vida cotidiana al desaparecer algunos comercios o colapsar algunas vías.

“España es como una isla de seguridad”, señala Ricard Santomá, decano de la Facultad de Turismo de la Universidad Ramón Llull, al explicar el incremento en las llegadas a España en un contexto de terrorismo internacional. En el caso de Barcelona, por ejemplo, señala que el incremento de turistas es un “cóctel” con muchos factores entre los que está la promoción, el repunte de las aerolíneas o las llegadas de grandes cruceros.

Pero ¿hay un límite para el turismo? Santomá señala que hay dos conceptos que hay que tener en cuenta. Por un lado la capacidad de carga (que mediría la cantidad de turistas que puede resistir una zona) y por otro el propio modelo. La capacidad de carga es algo complicado de medir, señala, porque los empresarios suelen ser favorables a que se incremente pero los vecinos ya se están movilizando en algunas zonas. Respecto al modelo es importante “recuperar los precios” y que estos se trasladen a los salarios, dice.

La proliferación de apartamentos turísticos con el auge plataformas como Airbnb, Homeaway o Wimdu ha generado el malestar de los vecinos en ciudades como Barcelona o Palma porque consideran que el crecimiento de estos alojamientos ha sido el causante del aumento del precio del alquiler. El acceso a la vivienda es uno de los principales problemas que apuntan los detractores del turismo masivo.

Entre las soluciones que están planteando algunas administraciones para frenar o por lo menos para compensar el gasto de recursos que hacen los turistas es el de los impuestos. En este sentido, San Sebastián o Valencia estudian la aplicación de una tasa para apartamentos. En Barcelona desde hace unos años se cobra una tasa turística por pernoctación al igual que ocurre en otras ciudades europeas como Ámsterdam o Lisboa.

La gestión del agua

En un país donde el agua ha sido tradicionalmente un problema por las sequías, la gestión de recursos hídricos es otro de los retos que genera el turismo. Gonzalo Delacámara, director económico del Foro de la Economía del Agua, señala que el incremento de turistas, tanto nacionales como internacionales, complica el problema de la gestión de los recursos hídricos. A esto se suma la “concentración temporal y espacial” de los turistas en zonas con escasez de agua como son los archipiélagos y la costa.

Delacámara apunta que los problemas en la gestión del agua no están tanto enfocados a un posible desabastecimiento, sino a la gestión de aguas residuales. El crecimiento de población durante un periodo concreto en una zona concreta hace que las depuradoras no puedan gestionar todos los residuos y que acaben vertiéndose al mar sin tratar. “El coste fundamental lo está pagando el medioambiente, pero finalmente lo estamos pagando nosotros”. Aunque las aguas se lancen a unos kilómetros de la costa los residuos pueden acabar volviendo a las costas generando una imagen negativa para el turismo, alerta.

Como solució, Delacámara señala que por un lado se necesitarían mayores inversiones en plantas con tratamientos avanzados y por otro que se dieran incentivos económicos para utilizar este tipo de agua tratadas que tienen un coste superior. Todo con el objetivo de desarrollar una economía circular.

¿Cuánto gastan los turistas?

El impacto en la economía puede ser uno de los principales atractivos de ser un país receptor de turistas. En el caso de los extranjeros, los datos del INE muestran que en el primer semestre del año el gasto total creció casi el 15% respecto a los datos del año pasado. Sin embargo, si vamos al gasto medio por turista este solo subió un 3%. Es decir, los turistas extranjeros gastan más porque vienen más no porque haya un fuerte repunte de lo que gasta cada uno.

Otro de los datos que muestran el gasto turístico es el del alojamiento. Durante la crisis los hoteles bajaron los precios, una tendencia que estaría cambiando. Los últimos datos de Coyuntura Turística Hotelera del INE muestran que el ingreso medio diario por habitación disponible (conocido como RevPAR y condicionado por la ocupación registrada en los establecimientos hoteleros) se situó los 63,7 euros, con un incremento del 13,8% respecto al mismo mes del año pasado. Por su parte, el IV Barómetro del Alquiler Residencial en España elaborado por la Universidad de Salamanca para Homeaway apuntaba que el gasto generado en España en 2016 por los usuarios de vivienda turística residentes en España subió un 13% hasta suponer casi siete millones de euros.

La duda es si el turismo se ha convertido en una nueva gallina de los huevos de oro como en su día fue la construcción. El economista Santiago Carbó advierte en un artículo de opinión del peligro de que una economía dependa excesivamente de un solo sector y recuerda cómo hace una década la construcción presentaba números que quiere nadie quería interrumpir. Carbó señala que el caso del turismo es “distinto pero también entraña riesgos” y apunta que gracias a este sector España crecerá a finales de año por encima del 3% (de hecho es el sector que más aporta a la economía) aunque recuerda que cuando se baten récords también conviene analizar los “posibles casos de dopaje”, como podrían ser la temporalidad del sector y los salarios.

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