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Construcción social en verde

Un miembro de la cooperativa realiza el aislamiento de una casa. / Eco Social Lerma

María Muñoz

Clientes, empresarios y trabajadores relacionados con una empresa de bioconstrucción decidieron juntar saberes, aptitudes y el deseo de autoempleo con una regla básica: el bien común. Así nació hace dos años Sociedad Cooperativa Eco Social Lerma, una empresa situada en la localidad burgalesa de Lerma, que construye y rehabilita viviendas con aislamientos naturales y sostenibles y el uso de energías renovables.

“Nuestro objetivo es mejorar la vida de las personas mejorando sus casas y logrando que el gasto energético y el impacto ecológico sea el mínimo posible”, explica Alberto García, soldador de profesión y cooperativista. Tras instalar una termococina en su casa -que funciona como cocina y caldera de leña para calentar toda la vivienda y tener agua caliente- empezó a darle vueltas a cómo sería trabajar en lo suyo desde una perspectiva ecológica y sostenible. A través de la empresa que les hizo la instalación comenzó a contactar con más gente, que como él y su mujer, estaban interesados en una otra forma de trabajar. Se fueron juntando varios perfiles, un empresario, un electricistas, un fontanero, un gestor...y tras muchas conversaciones de por medio fueron pergeñando Eco Social Lerma.

Algunos estaban en situación de desempleo pero otros, como el propio García, trabajaban por cuenta ajena y decidieron apostar por la cooperativa. Tras dos años en marcha son ocho los socios de la entidad, todos ellos son también trabajadores, y, como en cualquier otra cooperativa, las decisiones se toman en asamblea.

El tronco base es mejorar la confortabilidad de las viviendas. “Para que una calefacción funcione bien y tenga el menor gasto posible y la mayor eficiencia energética es imprescindible un buen aislamiento”, explica el cooperativista. Uno de los aislantes que utilizan son morteros de cal, un aislamiento ecológico “porque no genera residuos y es reciclable y reutilizable”. Además, subraya, García, “este aislante, a diferencia del hormigón, hace que la casa transpire, que no se formen condensaciones ni humedades lo que mejora la salud de las personas alérgicas”. “De lo que se trata es de aprovechar la construcción de los abuelos” y adaptarla a los avances que hay en la actualidad.

En este sentido, señala que ellos insisten en trabajar y construir desde una perspectiva que genere el mayor ahorro energético. Y no solo se trata de por ejemplo instalar placas solares en los tejados como manera de autoabastecimiento sino que también hay que pensar en cómo se construyen las viviendas. “Vemos muchas veces casas con enormes cristaleras y aquí en Brugos es una locura porque hace mucho frío y por muy bueno que sea el cristal nunca aísla tanto como un muro”, señala. Para las instalaciones eléctricas emplean por ejemplo cables libres de alógenos.

Ahorro económico y energético

Son conscientes de que aunque al principio puede ser una mayor inversión realizar este tipo de instalaciones y revestimientos a la larga supone un ahorro. “Mi casa tiene tres plantas y desde que tenemos las termococina gastamos 315 euros en energía que es lo que nos cuesta la leña de todo el año”, detalla.

Parte de las ganancias de la cooperativa las destinan a un fondo de educación que luego emplean para realizar cursos de formación. “El mes pasado yo he realizado un curso de drones porque queremos empezar a utilizarlos para realizar los estudios termográficos”, explica García. Su idea es ajustar una cámara termográfica en el robot teledirigido para que les vaya dando información de dónde se producen los cambios de temperatura y saber, por tanto, por dónde se cuela el frío. “Así nos evitaremos tener que subir a tejados y la información será aún más precisa”, explica.

No quieren que sus clientes se endeuden con un banco para poder rehabilitar su casa y por ello proponen trabajar por pequeñas partidas. “Si un cliente tiene ahora 10.000 euros hacemos esa proyecto, y más adelante cuando pueda se continúa aislando”, señala el cooperativista, quien explica que el uso de la cal facilita esta forma de trabajar. “Se trata de un aislante exterior que permite ir trabajando por partes sin necesidad de estar en toda la vivienda”, subraya.

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