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La fecha de caducidad no es una sentencia de basura

Taller Baix-Camp protagonizó la recogida de alimentos para distribuir entre los más necesitados.

Isaac Altable

Taller Baix-Camp es una asociación dedicada al apoyo a las familias y personas con alguna diversidad intelectual en Reus (Tarragona). Trabajan en proyectos como la inserción laboral, la información a los padres y madres de los afectados… Su objetivo es, en suma, “ofrecer los apoyos necesarios para mejorar la calidad de vida”, como recogen expresamente en su declaración de intenciones.

Esta asociación ha logrado una manera de proyectar hacia el resto de su entorno toda esa labor de apoyo a minorías. En la búsqueda de vías para abordar la discapacidad, consiguió transformar su actividad en una oportunidad de cambio social más amplio. ¿Cómo? Aliviando las dificultades de otros colectivos. La idea del proyecto surgió al comprobar cómo se estaba deteriorando el día a día de familias y personas atrapadas en la red de la crisis económica. De esa manera, los socios de Taller se integraron en un proyecto para aliviar las necesidades básicas de colectivos maltratados por la recesión. “Se trataba de la recuperación de alimentos al borde de su fecha de caducidad en los supermercados y hacerlos llegar a personas con escasos recursos”, explican en Taller.

Un plan emprendedor, puesto que todo el trabajo de recogida y distribución primaria de los alimentos era de responsabilidad exclusiva de los miembros de la asociación. La comida procedía de entidades sociales que las entregaban a las familias en dificultades. Esta iniciativa de la agrupación fue tomada como proyecto piloto por la Agencia de Residuos de Catalunya. Sus responsables nos aseguran que “siempre hay un control exhaustivo sobre la calidad de los productos y su buen estado”.

Un estudio de la Confederación Española de Cooperativas de Consumidores y Usuarios reflejó este año que, anualmente, cada hogar español tira unos 75 kilos de comida a la basura. La mayoría, “por creer que estaba caducada”. La Unión Europea calcula que el 45% del despilfarro de alimentos proviene de las familias.

Las cuentas de este plan, desde que arrancó en agosto de 2012, muestran el éxito alcanzado: la comida llegó a unas “3.500 personas en más de 890 familias”. Más de 137.000 kilos de alimentos fueron gestionados por el grupo de diversidad intelectual de Taller, cuya iniciativa recibió el premio Integra de BBVA en 2012. ¿Los beneficios de este emprendimiento? Con estas palabras lo resumen en la asociación: “Es un programa para los más desfavorecidos; proporciona trabajo a personas con diversidad y reduce de forma significativa la generación de residuos de las grandes superficies”.

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