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Cinco planes imprescindibles en Córdoba durante la Semana Santa

Un patio cordobés.

La primavera en Córdoba es una de las grandes maravillas del país. El olor a azahar de los miles de naranjos que sombrean las calles de la ciudad embriaga un ambiente luminoso y colorido. Las flores con las que los cordobeses adornan sus patios, terrazas y balcones se despliegan con todo su esplendor, en una ciudad que es varias veces Patrimonio Mundial: por su Mezquita-Catedral, por su casco histórico, por Medina Azahara, por sus patios, por el flamenco y hasta por la dieta mediterránea. 

Por todo eso, y por mucho más, Córdoba ofrece cinco planes imprescindibles para disfrutar y vivir la primavera, especialmente durante los días festivos de la Semana Santa, que los cordobeses también viven con recogimiento, pasión y popularidad.

Un patrimonio inigualable

Córdoba es la única ciudad de España con tres declaraciones Patrimonio Mundial reconocidas por la Unesco. Su casco histórico es el segundo totalmente protegido de mayor tamaño de toda Europa y, por tanto, uno de los más importantes del Planeta.

El corazón de la Córdoba histórica está en la Mezquita Catedral. Este monumento inigualable irradia hacia toda la ciudad. La Mezquita de Córdoba es un edificio construido a partir del siglo VIII. Desde entonces, desde hace 1.300 años, siempre ha estado en uso en Córdoba. España tiene pocos edificios en uso sin interrupción desde hace tanto tiempo.

En Semana Santa, el Cabildo abre la Mezquita Catedral al culto. En un año sin pandemia, el Patio de los Naranjos y los alrededores de la Mezquita Catedral de Córdoba son el escenario de la carrera oficial de la Semana Santa. Casi cuarenta hermandades y cofradías de la ciudad desfilan por los alrededores del principal monumento de Córdoba, al encuentro con la Catedral que está dentro de la Mezquita. La singularidad cordobesa.

La Mezquita Catedral es Patrimonio Mundial desde 1984. Diez años después, la Unesco amplió la protección a todo el casco histórico de Córdoba, que incluye la antigua Medina. En su interior se expande la diversidad cordobesa. A escasos metros de la Mezquita Catedral se encuentra la única Sinagoga que se conserva en el Sur de España, a los pies de la calle Judíos. 

A poca distancia, los baños califales en una extensa plaza que culmina en el Alcázar de los Reyes Cristianos. Ese Alcázar fue el hogar de los Reyes Católicos durante la conquista del Reino de Granada y exhibe toda la historia de la ciudad a través de unos jardines donde la fragancia envuelve a los visitantes.

Y junto al Alcázar, la cuna de otro de los grandes planes de la ciudad, el monumento que vio nacer al Pura Raza Español: las Caballerizas Reales.

Pero el patrimonio cordobés alcanza cualquier rincón del término municipal de Córdoba. La Axerquía, por ejemplo, o las llamadas iglesias fernandinas, las collaciones creadas durante la conquista de la capital de Al Andalus, las antiguas mezquitas que se transformaron en iglesias.

A unos siete kilómetros del centro de la ciudad, a las faldas de Sierra Morena, están las ruinas de una de las grandes maravillas de Al Andalus: Medina Azahara. Declarada también Patrimonio Mundial, las ruinas de este yacimiento arqueológico ofrecen una de las grandes sorpresas para los visitantes. Una visita que sin duda debería ser imprescindible.

La cuna del pura raza

Córdoba es la cuna del caballo español. Ya en Al Andalus, con Córdoba como capital del califato, el lugar que hoy ocupan las Caballerizas Reales fue un templo del caballo. Tanto Al Hakem, con sus más de 2.000 equinos, como los almohades eligieron este espacio a orillas del Guadalquivir para perfeccionar la raza.

Por eso fue el lugar elegido por Felipe II en el siglo XVI como el emplazamiento donde debía crearse la raza del caballo andaluz. La parada de sementales en pleno casco histórico de Córdoba estuvo activa desde entonces y hasta el año 1995, cuando el Ejército la trasladó a Écija. Córdoba es hoy, por tanto, el lugar más importante para el caballo en España. Y tiene un edificio que es referencia mundial.

Caballerizas Reales ofrece espectáculos ecuestres. Pero es posible también hacer rutas a caballo por el extenso término municipal de Córdoba. Una multitud de empresas ofrecen al turista o incluso al cordobés de a pie paseos por senderos que parecen de otro lugar. Sierra Morena o hasta la Campiña de Córdoba está poblada por una multitud de veredas, cañadas y sendas donde disfrutar del contacto con la naturaleza y también de los animales.

Córdoba es la cuna del caballo español. Ya en Al Andalus, con Córdoba como capital del califato, el lugar que hoy ocupan las Caballerizas Reales fue un templo del caballo. Tanto Al Hakem, con sus más de 2.000 equinos, como los almohades eligieron este espacio a orillas del Guadalquivir para perfeccionar la raza.

Por eso fue el lugar elegido por Felipe II en el siglo XVI como el emplazamiento donde debía crearse la raza del caballo andaluz. La parada de sementales en pleno casco histórico de Córdoba estuvo activa desde entonces y hasta el año 1995, cuando el Ejército la trasladó a Écija. Córdoba es hoy, por tanto, el lugar más importante para el caballo en España. Y tiene un edificio que es referencia mundial.

Caballerizas Reales ofrece espectáculos ecuestres. Pero es posible también hacer rutas a caballo por el extenso término municipal de Córdoba. Una multitud de empresas ofrecen al turista o incluso al cordobés de a pie paseos por senderos que parecen de otro lugar. Sierra Morena o hasta la Campiña de Córdoba está poblada por una multitud de veredas, cañadas y sendas donde disfrutar del contacto con la naturaleza y también de los animales.

Una sierra dentro de la ciudad

Es imposible entender Córdoba sin comprender Sierra Morena. El lugar en el que un día los iberos construyeron la primigienia Corduba, dominando el Guadalquivir, ya estaba a un paso de los enormes recursos naturales que aporta la sierra. En el siglo II antes de Cristo, Claudio Marcelo aprovechó este emplazamiento, sobre el primer vado del Guadalquivir desde el Atlántico, y a escasos metros de un paraje rico en materias primas.

Hoy es fácil llegar andando a la sierra de Córdoba. La masa forestal llega a entrar dentro de la ciudad en la zona de El Patriarca, en Turruñuelos, al final del barrio del Naranjo o en Mirabueno. Hay valientes que incluso arrancan sus rutas senderistas desde el centro de la ciudad. Desde allí parte una ruta directa hacia la barriada de Trassierra, también término municipal de Córdoba, un lugar en el que residió el famoso poeta cordobés Luis de Góngora y Argote.

Trassierra es un paraíso para los senderistas. El paseo de Valdejetas, repleto de castaños, recuerda a paisajes más navarros que al bosque mediterráneo. La ruta hacia los Baños de Popea evoca al grupo Cántico, a Sandua, a una Córdoba fluvial, a un paraíso verde y húmedo. El paseo hacia el arroyo Bejarano deja escenarios inéditos. La famosa ruta de los puentes, el antiguo paso de Andalucía hacia la Meseta, señala la huella de antiguos viaductos usados por los califas de Córdoba en sus campañas militares hacia el norte de la Península. Incluso el río Guadiato, con sus cañones, sus buitreras, es un refugio perfecto y accesible para un paseo. 

Pero hay más. 

Justo a las puertas de la Mezquita, desde el Puente Romano, parte otra ruta junto al Guadalquivir. Bajo el Puente del Arenal y hacia la zona de Casillas los visitantes pueden disfrutar de un bosque de galería dentro de la ciudad y de los Sotos de la Albolafia, un lugar con una biodiversidad similar a la de Doñana que está en el corazón mismo del casco histórico de Córdoba.

Para los más valientes, incluso, parte otra ruta hasta Medina Azahara junto al canal del Guadalmellato. Es una manera de llegar como lo hacían las caravanas de viajeros que en el siglo X venían a rendir cuentas o pleitesía al gran califa de Al Andalus.

Turismo de MTB

Córdoba es una ciudad perfecta para la práctica deportiva. El tamaño de la ciudad y las posibilidades que ofrecen la convierten en un paraíso para el Mountain Bike. Cada fin de semana, cada vez es más habitual ver a pequeños pelotones de ciclistas saliendo hacia cualquier punto cardinal. Hacia el Norte, por el Brillante, está la Cuesta del Reventón. Hacia el Este, se puede subir a la sierra por Mirabueno o alcanzar rutas espléndidas por el embalse del Guadalmellato y San Rafael de Navallana. Al oeste, es posible realizar la subida desde Medina Azahara hasta Trassierra, desde donde parten una infinidad de caminos. Incluso al sur es posible hacer una ruta a través de la antigua vía ferroviaria que unía a Córdoba con Marchena, a través de la campiña y sus suaves lomas coronadas de cereal y olivares.

La mejor gastronomía para reponer fuerzas

Aparte de patrimonio y medio ambiente, Córdoba es también una joya por su gastronomía. Incluida en el Patrimonio Mundial, la dieta mediterránea tiene al aceite de oliva como su principal ingrediente. Y Córdoba es, desde la antigua Roma, el principal puerto de salida del aceite de oliva hacia cualquier parte del mundo. Por eso es también la cuna de la gastronomía mediterránea.

El salmorejo, el rabo de toro o el flamenquín son los tres platos que ningún turista debe perderse. Son el santo y seña de una ciudad repleta de antiguas tabernas en las que degustar estos excelentes manjares regados con un vino fino denominación de origen Montilla-Moriles. Pero no solo.

Además de contar con restaurantes Estrella Michelin (las dos del Noor de Paco Morales, un experimento arqueogastronómico, y la del Choco de Kisco García), Córdoba tiene un enorme plantel de restaurantes de una gran calidad, donde el precio no es un problema. No es atrevido decir que en la ciudad de Córdoba es posible comer bien en casi cualquier sitio, ya que se trata de un lugar donde sus restaurantes compiten entre sí para ofrecer los mejores platos.

Saliendo del flamenquín, hay mucha más gastronomía cordobesa, como las berenjenas fritas con miel, la ensalada de naranja, los postres elaborados con px o las mil y una formas de preparar una buena carne.

La mejor manera de culminar cualquier plan cordobés: disfrutar de una buena comida y relajarse en el patio de una de sus tabernas donde, quién sabe, lo mismo asistimos a un improvisado espectáculo flamenco.

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