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El último refugio del VIH

Los reservorios: el último refugio del VIH.

Eric Santaona

  • El equipo de investigación en VIH y Hepatitis Virales del Instituto de Investigación Sanitaria de la Fundación Jiménez Díaz y el Hospital Universitario Rey Juan Carlos acaba de publicar una extensa revisión acerca de los conocimientos que se tienen sobre los distintos tipos de células con un papel importante en los reservorios del virus

Desde que eclosionase la pandemia del VIH en los años 80, la calidad de vida de las personas afectadas por esta enfermedad ha mejorado considerablemente. Sin embargo, la ciencia todavía no ha logrado averiguar cómo derrotarla. Y ello se debe, fundamentalmente, a la existencia de ‘reservorios’.

Para comprender qué es un reservorio de virus VIH hay que entender primero cómo funcionan las infecciones por virus, y muy especialmente las de este tipo. A grandes rasgos, el VIH entra en nuestro cuerpo a través del intercambio de determinados fluidos corporales, y se pone en contacto con las células de nuestro sistema inmunitario: linfocitos, macrófagos, monocitos, etc. 

Destruir los linfocitos T CD4

Pero no las ataca a todas del mismo modo; tiene preferencia especial por un tipo de linfocitos, los linfocitos T CD4. Precisamente este tipo de células son fundamentales en nuestra capacidad de defensa frente a todo tipo de infecciones y frente a la aparición de tumores en nuestro organismo, por lo que su destrucción tiene consecuencias muy graves para nuestra salud.

Tras la infección aguda, en pocas semanas el virus consigue infectar y destruir a una buena parte de los linfocitos T CD4 de nuestro organismo, especialmente aquellos que se encuentran en el intestino y que son fundamentales para defendernos de microbios que residen a lo largo de todo el intestino delgado y grueso. Esto impide que se desarrolle una respuesta de defensa adecuada contra el virus, lo que permite que el VIH pueda seguir infectando y destruyendo nuevos linfocitos T CD4.

Para intentar compensar esta pérdida, el organismo produce nuevos linfocitos T CD4 a un ritmo mayor del habitual, estableciéndose un frágil equilibrio entre los linfocitos T CD4 que son destruidos por el virus y los que son generados por el organismo. Sin tratamiento, este equilibrio se inclina hacia la destrucción de células CD4, por lo que tras varios años la cantidad de células CD4 es tan pequeña que la capacidad del paciente para defenderse de cualquier infección o tumor está muy mermada. Es en este punto cuando aparece lo que se conoce como Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA).

La creación del reservorio

Aunque la gran mayoría de linfocitos T CD4 infectados por el virus acaban muriendo, algunos sobreviven a la infección y quedan en un estado de reposo (dormidos), como células latentes con el virus en su interior en forma de ADN integrado con el material genético del linfocito T CD4. A estas células dormidas se les conoce como “reservorio del VHI”, porque son células que no pueden ser destruidas ni por el sistema de defensas (sistema inmunitario) del paciente ni por el tratamiento con fármacos.

Según explica la doctora Norma Rallón, investigadora del Instituto de Investigación Sanitaria de la Fundación Jiménez Díaz y el Hospital Universitario Rey Juan Carlos, “el reservorio se crea desde el primer momento que el virus infecta una persona”.

Aunque el número de linfocitos T CD4 que se encuentran en este estado dormido formando el reservorio VIH es muy bajo (se estima que tan solo uno de cada 10.000 linfocitos T CD4 forma parte del reservorio), son muy estables ya que el virus que se haya en estas células sobrevive durante toda la vida del linfocito T CD4 y precisamente este tipo de linfocitos T CD4 tienen una vida muy larga. De hecho, se ha estimado que son necesarias varias décadas para que estas células desaparezcan.

Por otra parte, tal como matiza la doctora Rallón, aunque el reservorio es muy estable es también dinámico lo que significa que algunas de estas células que están dormidas se activan y el virus que se encuentra dentro de ellas despierta, lo que origina la producción de nuevos virus y la infección de nuevas células. Esto hace que el reservorio esté en un constante estado de “regeneración” lo que todavía dificulta mucho más su eliminación.

El gran obstáculo para el fin del VIH

El hecho de que el reservorio no pueda ser atacado ni por el sistema inmunitario ni por los fármacos, hace que por el momento, sea imposible atacar al reservorio“, aclara la doctora Rallón, que cuenta que ”se han probado diversos fármacos para intentar despertar a los linfocitos T CD4 que están dormidos de manera que el virus pueda ser visible para el sistema inmunitario y para los fármacos y de esta forma estos linfocitos puedan ser eliminados, pero dichos tratamientos no han tenido éxito hasta el momento“.

La investigadora añade que el reservorio de VIH “es el principal obstáculo para la erradicación completa del virus en los enfermos cuyo tratamiento ha sido exitoso, lo que los condena a seguir tomando la medicación de por vida”, ya que se ha observado que cuando los pacientes dejan de tomarla, el virus despierta y vuelve a aparecer en la sangre. Este hecho hace que los pacientes sufran distintos efectos secundarios debido a la toxicidad de los fármacos.

Afortunadamente, comenta la doctora Rallón, los fármacos actuales son mucho más seguros y menos tóxicos que los empleados hace unas décadas, por lo que la calidad de vida de los pacientes ha mejorado enormemente. La doctora y su equipo consideran el reservorio “la última frontera para vencer definitivamente al VIH”, por lo que han decidido centrar sus esfuerzos en el conocimiento de este fenómeno: cómo se comporta el virus, qué tipo de células escoge además de los linfocitos y otros muchos datos relevantes.

Como resultado, han publicado un artículo en la prestigiosa revista Reviews in Medical Virology. El estudio lleva a cabo un actualizado y extenso repaso de diferentes aspectos del reservorio viral.

Además, el artículo hace un repaso de las diferentes estrategias terapéuticas que se han diseñado en los últimos años para reducir o eliminar el reservorio del VIH, concluyendo que aún quedan por superar muchas barreras para hallar nuevas aproximaciones terapéuticas que puedan eliminar efectivamente el reservorio del VIH. El día en que se consiga reducir o eliminar el reservorio, el VIH será definitivamente vencido.

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