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El impulso a la energía renovable con biomasa, una oportunidad para revertir el fenómeno de la España Vaciada

Un viñedo.

Iria B. Calvo

Los campos de vid que recorren Castilla La Mancha, además de protagonizar paisajes de ensueño, son el corazón de una región que late gracias a la producción vinícola en más de 470.000 hectáreas, convirtiéndose así en la mayor superficie de viñedo mundial. Pero el valor de este cultivo no acaba en una cosecha o en una copa de vino. 

Y, es que, si ahondamos un poco más en esta actividad, descubrimos que el trabajo diario de 85 mil viticultores genera una gran producción anual de caldos y productos vitivinícolas, como los restos de la vid, que, lejos de ser desechables o nocivos, son susceptibles de ser aprovechados como combustible de origen natural y renovable. De esta manera, su aprovechamiento para transformarlo en energía, se convierte en biomasa: una de las alternativas más relevantes a los combustibles fósiles, gracias a sus ventajas sociales, ambientales y que no dependen de factores meteorológicos.

Se trata de una fórmula de producción de energía sostenible, que la compañía Ence potencia desde Biollano, su planta de generación de energía renovable con biomasa de Puertollano, capaz de producir energía eléctrica a aproximadamente 60.000 personas. Precisamente ahí, se puso en marcha este mismo año un plan pionero bautizado como como Proyecto Sarmiento.

“Esta planta está ubicada aquí de forma estratégica para aprovechar estos restos de poda que generan las viñas. El sarmiento tiene una temporalidad y nosotros lo que hacemos es aprovechar este recurso, de forma que gestionamos esa recogida a los agricultores. Vamos de forma directa a concertar con ellos toda la cantidad que tengan disponible por temporada. Es un acuerdo que establecemos meses atrás, de tal manera que en el momento que se produce la poda ya está gestionada toda la recogida, trituración y envío a planta, donde finalmente es procesada”, explica Álvaro Rodrigo, gerente de la fábrica. Además, resalta “la buena acogida” que está teniendo la actividad en la zona porque, dice, “está revalorizando este material que antes no tenía ningún uso” y está incentivando el uso comercial del sarmiento, inexistente hasta el momento. “Antes lo que se hacía era quemarlo de forma descontrolada en el campo propiciando un efecto perjudicial para el medio ambiente. Nosotros lo que hacemos es aprovechar ese recurso y quemarlo de forma controlada en la planta siguiendo un modelo de negocio enfocado a la transición ecológica de las energías fósiles a las renovables”, apunta Rodrigo.

Esta apuesta de Ence por la biomasa como una tecnología que se apoya en los planes nacionales y europeos para el desarrollo de renovables, no sólo se materializa en Puertollano. La compañía cuenta con un total de nueve plantas: una en Huelva, tres en la provincia de Ciudad Real, una  en Córdoba, una en Mérida y una en Jaén. Son instalaciones de generación eléctrica que se alimentan de biomasa de origen agroforestal, y en el caso de una de las de Puertollano, de energía solar. En total, 316 MW de generación de energía renovable a los que se añaden los 112 MW de cogeneración también con biomasa, derivados del proceso de producción de celulosa en sus biofábricas de Navia y Pontevedra.

Precisamente, su experiencia en el sector permite desgranar las múltiples cualidades de esta actividad, destacando especialmente el impulso de la energía renovable con biomasa, como una oportunidad para revertir el fenómeno de la España Vaciada y protagonizar una transición energética justa e inclusiva.

Oportunidad laboral y transición ecológica

Por un lado, cabe mencionar cómo la biomasa es una tecnología que puede favorecer la demanda de mano de obra, el surgimiento de nuevas iniciativas empresariales y la gestión sostenible de un recurso abundante en estos entornos. Es decir, su explotación trae consigo la creación de oportunidades de trabajo en lugares donde los recursos escasean y la despoblación aumenta. 

Para conseguir el aprovechamiento y transformación en energía eléctrica de la biomasa, es necesaria una labor previa para su extracción y transporte a las plantas donde, a su vez, cuentan con labores logísticas y de mantenimiento. Es decir, la cadena de mano de obra crece hasta el punto de convertirse en la energía renovable que mayor número de empleos genera por megavatio instalado. Esto significa que ofrece oportunidades de empleo estables y a largo plazo, a la vez que fomenta la actividad industrial en territorios que demandan nuevas oportunidades y contribuye a la fijar población en la España vaciada. Sin ir más lejos, en torno a Biollano, “se generan unos 1500 puestos de trabajo entre puestos directos e indirectos, fomentando la creación del tejido industrial en la zona y potenciando la economía circular”, como así señala su gerente.

Otra virtud de la generación de energía con biomasa, es que ayuda a llevar a cabo una transición energética justa, ya que es un motor de empleo sostenible en entornos rurales, afectados en muchos casos por la despoblación. Además, el cierre de varias centrales de carbón en los próximos años abre la posibilidad de desarrollar proyectos de generación con biomasa en sus emplazamientos, aprovechando infraestructuras existentes. Donde existía una antigua central con combustibles fósiles, se instala un avanzado centro que genera energía renovable. En definitiva, brinda una proyección de futuro incluso en esas zonas donde parece estar estancado.

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