No es salud, es lo de siempre: cómo la ‘operación bikini’ ha vuelto en su peor versión a través de las redes
“No cenes”. “Haz 10 minutos de abdominales y plancha todos los días. Si lo haces nada más despertarte y en ayunas, se nota más”. “Ve diez días sola a la playa y vuelve irreconocible de lo morena que te has puesto”. “Hínchate a zanahorias. Cogerás color más rápido”... Son algunos de los 'consejos' que se pueden leer —o escuchar— en vídeos virales que prometen un glow up antes del verano: una transformación drástica para llegar “preparada” a la época estival. Los tutoriales circulan por TikTok con rutinas que mezclan cuidados faciales, exfoliación, cardio, ayunos, drenajes linfáticos y afirmaciones motivadoras. En común, todos comparten una misma promesa: mejorar, pulirse, brillar (y todo antes de verano).
Lo que antes se conocía como 'operación bikini', hoy se presenta con otro nombre, otro envoltorio y un aire más sutil, disfrazado de autocuidado. Con la llegada del verano, las redes se llenan de contenido temático: viajes idílicos, festivales y cuerpos listos para lucirse. Al mismo tiempo, gana terreno un tipo de narrativa previa: la de prepararse o transformarse antes de que llegue el momento de exponerse. Bajo la etiqueta de summer glow up o retos como el 75 hard challenge se despliegan exigencias que, aunque camufladas de “bienestar”, siguen respondiendo a las viejas reglas de siempre.
¿Presión estética o autocuidado?
La 'operación bikini' hace referencia a una serie de cambios en los hábitos de alimentación y ejercicio para 'lograr' una transformación rápida en nuestro cuerpo antes de la llegada del verano. Esta definición no se aleja de lo que proponen el reto 75 hard o el summer glow up, pero, mientras que las nuevas generaciones rechazan la idea de “adelgazar para el verano”, aceptan los mismos discursos bajo el disfraz de autocuidado. Las narrativas no han desaparecido: solo se han vestido de hábito saludable.
Marta Evelia Aparicio García, directora del título de Experto en Psicología y Psicoterapia Feminista de la Universidad Complutense de Madrid, explica cómo la presión estética actual “está mediada por el concepto de ‘salud”, que disfraza de “sanos” retos estrictos de ejercicio y alimentación que animan a “cumplir el canon estético imperante en cada momento”. La directora encuentra tras el éxito de estos vídeos la necesidad de superación constante y el valor que se le da a “ponernos metas y objetivos”. “Es un lavado de cara para seguir presionando principalmente a las mujeres a que tengan cuerpos normativos, validando un tipo de cuerpo que es difícil de conseguir. Ahora, basándonos en proponernos cambios como reto, pero al final con el objetivo de 'perder esos kilitos de más”.
Diferentes expertas y estudios apuntan a que la presión social y la preocupación por conformar una estética ideal recae con más fuerza en las mujeres. Quizá esta sea la razón por la que la mayoría de las protagonistas de los vídeos bajo el nombre de summer glow up son mujeres (algo que no es tan evidente en el caso de 75 hard).
En inglés o en español, bajo el título de summer glow up, cientos de tiktokers ofrecen a sus seguidoras sus “secretos” para lograr una transformación exprés a base de rutinas que mezclan estética y disciplina. “Un glow up no es solo desde fuera, también desde dentro”, dice una joven mientras enumera cuidados para la piel y el pelo. Otros vídeos muestran listas detalladas de hábitos: té verde todas las mañanas, tener las uñas siempre cuidadas y perfectas, beber electrolitos, hacerse las cejas, llevar negro para estilizar la figura o “ponerse en serio con la rutina de skincare”. Algunas influencers lo convierten en ritual previo a situaciones específicas, normalmente antes de viajar a zonas de costa: “Allí me la paso en bikini”, justifica una de ellas. También se cuela el lenguaje del hack (truco) o del atajo: desde ponerse un parche en la piel para perder el apetito hasta aplicar clara de huevo en la cara “para un efecto lifting”, pasando por masticar aceite de coco para blanquear los dientes.
Es un lavado de cara para seguir presionando principalmente a las mujeres a que tengan cuerpos normativos, validando un tipo de cuerpo que es difícil de conseguir
La disciplina y la constancia se convierten en claves para lograr ese cuerpo, piel o pelo soñado. En esta misma línea se encuentran retos (challenges) como el 75 hard, que prometen lograr una “transformación física y mental” si durante 75 días sigues una serie reglas estrictas (sin posibilidad de descanso) que incluyen: entrenamiento intenso —45 minutos dos veces al día, uno de ellos en interior y otro al aire libre, sin importar el clima—, dieta restrictiva —que no permite días de descanso ni alcohol—, beber cuatro litros de agua diarios, leer 10 páginas de un libro de no ficción al día, y sacarse fotos diarias para dejar constancia del progreso. La última regla, y la más determinante, es que, si 'fallas' o incumples una de estas normas, debes empezar los 75 días de nuevo.
Disfrazados de consejos para vernos mejor, este tipo de vídeos sigue la misma línea restrictiva de la 'operación bikini', según Celia Castle, comunicadora y creadora de contenido con más de cien mil seguidores. “Se centran en una preparación física para que tú llegues ‘preparada’ al verano, que no es nada diferente a lo que era la operación bikini en su momento”, con la diferencia de que “quizás anteriormente simplemente se centraba en perder peso, pero ahora la apariencia física va más allá, y se añaden la piel, el pelo, las uñas…”. La divulgadora cree que la idea que buscan introducir es: “Si tenemos nuestra imagen controlada, tenemos nuestra vida bajo control, y vamos a llegar a verano siendo la mejor versión de nosotras mismas”.
“Todo sigue igual y le ponemos otros nombres e incluimos temas de ‘salud’ y ‘bienestar personal’ en lugar de solo estética para darle otra mirada. Pero en el fondo, es lo mismo de siempre. Que todo cambie, para que nada cambie”, dice a elDiario.es Isabel Tajahuerce Ángel, delegada del Rector para Igualdad y profesora de la Facultad de Ciencias de la Información de la UCM.
El lenguaje (de TikTok) crea realidades
La viralidad de este tipo de contenido no se entiende sin analizar el lenguaje que se utiliza ni quienes lo transmiten. Las creadoras de estos vídeos son, en su mayoría, mujeres jóvenes que ya encarnan el glow up que proponen: piel cuidada, abdominales definidos, rutina en orden. Se convierten en referentes, modelos aspiracionales que prometen “tú también puedes conseguirlo si haces lo mismo que yo”. En los retos protagonizados por hombres —como aquellos centrados únicamente en el entrenamiento físico— ocurre algo similar: ellos ya parten de cuerpos de gimnasio desde el primer día.
Por otro lado, las expertas subrayan la importancia del lenguaje en estos discursos. Gala Almazán, psicóloga en ITEMA, recuerda que “el lenguaje construye realidades” y advierte de que, aunque a veces parezca que estamos ante nuevas narrativas, en realidad se trata del mismo mensaje de siempre, con otro envoltorio. Entre las generaciones más jóvenes, la idea de autocuidado y bienestar puede presentarse como “una nueva tendencia que supera lo anterior”, supuestamente liberadora y “exenta de inconvenientes”. Sin embargo, el fondo no cambia: sigue primando la apariencia como medida de valor personal (y social).
Los términos se van modernizando, adaptándose a cada tiempo. “Es verdad que ahora escuchar a alguien hablar de la ‘operación bikini’ creo que echa mucho para atrás y puede despertar reticencias”, explica Castle, quien también cree que el hecho de que se usen expresiones y términos en inglés, como summer glow up, hace que “vaya calando más”. Pero al final, para Tajahuerce Ángel “los mensajes en redes van destinados a la construcción de cuerpos e imágenes alejadas de lo real, son excepcionales las que con un físico alternativo consiguen ser aceptadas y seguidas y, lo que es más importante, se convierten en referentes para otras”.
El coste en salud mental
El grupo hospitalario Quirónsalud advertía en sus redes sociales del peligro que puede suponer seguir un reto como el de 75 hard. Consideran que dos entrenamientos diarios, una dieta sin concesiones y consumir cuatro litros de agua al día pueden llegar a ser prácticas “contraproducentes”. Añaden que la presión de tener que empezar de nuevo si fallas un solo día, “podría desmotivar más que incentivar”. Y recomiendan: “Cuando se trata de bienestar, lo más importante es encontrar un plan adaptado a tus necesidades en lugar de seguir tendencias pasajeras”.
Almazán lo tiene claro: este tipo de contenido no provoca por sí solo un trastorno de alimentación o de imagen corporal, pero sí puede actuar como un factor de riesgo. Quienes están más expuestos a él son más vulnerables a desarrollar estos problemas. “Ser mujer o estar en un determinado rango de edad no causa directamente un problema de alimentación ni muchísimo menos, pero todas estas características —o variables disposicionales— crean un caldo de cultivo para que puedas desarrollar patrones disfuncionales en un momento dado”, explica a este diario.
Muchos de estos retos o tendencias tienen un carácter “rígido” y “exigente”, lo que puede generar ansiedad por alcanzar los objetivos que se proponen y culpabilidad cuando no se logran. La psicóloga de ITEMA advierte sobre los problemas en el estado de ánimo que pueden provocar algunos de estos vídeos: “Fomentan el pensamiento dicotómico, ‘o me veo perfecta o estoy horrible’, ‘o brillo o soy lo peor’, y esto es muy peligroso”, explica, ya que puede incitar a renunciar a planes sociales por no vernos bien o a iniciar conductas compensatorias —saltar alguna comida o hacer mucho ejercicio después de “comer demasiado”.
Fomentan el pensamiento dicotómico, ‘o me veo perfecta o estoy horrible’, ‘o brillo o soy lo peor’, y esto es muy peligroso
Aunque algunos de estos retos o tendencias pueden inspirarnos a adoptar hábitos saludables y positivos, muchos de ellos refuerzan la idea de que la única forma en la que podemos ser valoradas y aceptadas socialmente es a través de nuestra imagen o nuestro cuerpo. Partiendo de la insatisfacción con nuestro físico, Castle está segura de que pueden conducir a una obsesión por nuestra imagen: “Siempre crees que puedes adelgazar más, que puedes tener mejor la piel, que tu pelo puede estar más sano, siempre saldrá un nuevo producto…”.
Las expertas no consideran problemático el autocuidado, la preocupación por nuestra imagen o el deseo de hacer ejercicio diario. Sin embargo, advierten que “una cosa es la salud y el ejercicio físico para la salud, y otra diferente la construcción de los cuerpos y la obsesión por diseñar un cuerpo concreto y llegar a hacerlo realidad”, como señala Tajahuerce Ángel. Por su parte, Aparicio García destaca la importancia de establecer objetivos propios, “no impuestos por modas o tendencias”. Según ella, “cada persona debe decidir cómo cuidarse y qué es lo que le beneficia, sin dejarse llevar por lo que la sociedad espera de nosotros”.
Las redes sociales pueden ser una gran herramienta si nos ayudan o nos impulsan a cuidarnos, pero es fundamental mantener una mirada crítica hacia el contenido que consumimos. Castle reconoce que el tipo de creadoras que más le atraen son aquellas que hablan desde su experiencia, desde su vulnerabilidad, y que “no le van diciendo a otra gente lo que deben hacer”, ya que “estos vídeos pueden llegar a miles de personas con miles de contextos diferentes, que se pueden sentir frustrados” por no lograr los mismos resultados. Por su parte, Almazán subraya nuevamente la importancia del lenguaje, enfatizando que no deberíamos asociar nuestra aceptación a nuestra imagen. Propone un cambio de enfoque en este tipo de contenido, destacando aspectos como lo bien que nos podemos sentir al hacer ejercicio, descansar adecuadamente o mejorar nuestra alimentación. En lugar de centrarse únicamente en la apariencia, sugiere que se ponga énfasis en la salud y el bienestar, y no en hacer algo “solo para reducir arrugas”.
La verdadera transformación no debería estar enfocada solo en la apariencia, sino en encontrar un equilibrio entre la salud mental, física y emocional. Como asegura Mara Jiménez, influencer y activista contra la gordofobia, “la operación bikini debería ser tan simple como ponerte el bikini y disfrutar de la playa”.
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