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Entre polémicas y popularidad: ¿por qué todo el mundo habla de 'La casa de los gemelos 2'?

'La casa de los gemelos 2'.

Anabel Cuevas Vega

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La isla de las tentaciones, Gran Hermano, el canal 24 horas de Operación Triunfo… Hace tiempo que observar cómo conviven desconocidos desde una pantalla dejó de sorprendernos. Lo que antes era un experimento televisivo hoy forma parte del entretenimiento habitual. Y justo cuando parecía que los realities ya no podían ofrecer nada nuevo, aparece un formato que vuelve a desplazar los límites. La casa de los gemelos 2 recoge esa mirada voyeur de la televisión tradicional y la lleva un paso más allá: un reality sin edición, sin filtros y al margen de los canales convencionales. 

La casa de los gemelos 2 es obra de los hermanos Daniel y Carlos Ramos, conocidos en redes sociales como Zona Gemelos. El programa reúne a varias personas –en su mayoría influencers, exconcursantes de realities o creadores de contenido polémicos— en una misma casa vigilada por cámaras las 24 horas, sin edición y en directo a través de plataformas online como YouTube y Kick. 

Tras una primera edición que apenas superó las 10 horas de emisión —interrumpida por un clima de convivencia extremadamente conflictivo— y que aun así acumuló dos millones de visualizaciones en diferido, los gemelos decidieron recuperar el programa. Hoy, los cientos de miles de conexiones simultáneas en streaming, la viralización de clips y la conversación constante en redes sociales dejan patente la fuerte atracción que genera este formato.

Renunciar al guion (y a los límites)

“Son más reales que en muchos programas de la tele”, “aquí no hay guion”, “al menos te ríes, esas personas están en esa casa porque quieren”, “en la casa de los gemelos son reales, dicen lo que sienten y hacen lo que sienten”. Estos son solo algunos de los comentarios en redes sociales de personas que defienden y reconocen seguir en directo La casa de los gemelos 2. Los espectadores señalan que el principal atractivo del programa es la sensación de autenticidad y la ausencia de filtros que, según ellos, lo diferencian de los realities tradicionales. Pabel, creador de contenido sobre actualidad, lo resume así: “Puede ser que me guste porque todo vale, al igual que sucede en los reality shore”. 

Todo el drama que se genera en la casa —que en ocasiones obliga al equipo de producción a intervenir—, al ser imprevisible y no estar guionizado, transmite al espectador una sensación de “mayor realidad, naturalidad y credibilidad” que difícilmente alcanzan otras formas de ficción, como series o películas. Para Gala Almazán, psicóloga en ITEMA y analista de conducta, esa percepción de espontaneidad es una de las claves de su “enganche”, aunque no la única: la presencia de personajes conocidos, la búsqueda de evasión, la intensidad emocional, la estimulación constante, la curiosidad ante un contenido viral o incluso la comparación con la propia vida contribuyen también al atractivo del formato.

La misma falta de límites que su audiencia percibe como virtud es, para otros, precisamente el elemento más problemático del programa. Álvaro Soler, sociólogo e investigador del Centro de Teoría Postcapitalista, explica que los comportamientos permitidos por Zona Gemelos “van mucho más allá de la simple convivencia” y se alejan de programas como Gran Hermano. Aunque La casa de los gemelos 2 toma directamente elementos de este mítico reality —como el confesionario o las expulsiones—, lo cierto es que, tras 20 ediciones, el formato original que revolucionó la televisión tradicional empieza a quedar obsoleto. 

Este directo se caracteriza por saltarse las normas y los arquetipos de la televisión tradicional, ofreciendo un contenido “más radical” que no se asemeja a nada previo, según explica Soler. En un contexto de “saturación” en Internet, donde la audiencia “está habituada a verlo todo”, se busca lo “más extremo” para seguir sorprendiendo al espectador. El sociólogo señala “comportamientos vejatorios”, faltas de respeto, agresiones… Incluso se recurre a perfiles polémicos —como personas con problemas de adicciones o de salud mental— como reclamo para la audiencia.

En televisión tradicional, en cambio, un formato así sería prácticamente imposible. Como explica Sergio Soriano en verTele, la TV convencional depende de un marco normativo muy claro, recogido en la Ley General de Comunicación Audiovisual (LGCA), que establece una responsabilidad editorial estricta y sanciona la emisión de contenidos que inciten al odio, la discriminación o la violencia. Conductas que vulneren estos principios —o que perpetúen desigualdades, violencia de género o agresiones— podrían acarrear sanciones por parte de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC). Por este motivo, incluso las productoras de realities con gran audiencia, como Banijay Iberia (La isla de las tentaciones, Supervivientes), complementan la normativa con códigos de autorregulación que prohíben explícitamente comportamientos delictivos.

¿Qué dice de la sociedad que veamos este tipo de programas?

El éxito de La casa de los gemelos 2 plantea una pregunta que va más allá del entretenimiento: ¿qué refleja sobre nuestra sociedad el hecho de que un formato que cruza límites y permite la confrontación en directo consiga tanta audiencia? Para la psicóloga Almazán, la clave no está en juzgar a quienes consumen este tipo de realities, sino en entender qué función cumplen para ellos. Señala que este tipo de programación puede ofrecer “entretenimiento”, servir como “válvula de escape y desconexión”, generar “estimulación” o incluso hacer que los espectadores se sientan “acompañados”. 

Marín coincide en que abordar estos programas desde la superioridad moral puede ser contraproducente. La crítica basada en el juicio moral, como ocurrió con Crónicas Marcianas o las primeras ediciones de Gran Hermano, tiende a alimentar el fenómeno más que a detenerlo. Así, este efecto puede impedir que las personas cuestionen el contenido de manera reflexiva. 

Aun sin juzgar a los espectadores, la crítica a ciertos comportamientos sigue siendo necesaria. Almazán explica que la exposición continuada a estímulos agresivos (aunque no hace necesariamente a la gente más violenta) puede generar desensibilización, haciendo que ciertas conductas conflictivas se perciban como normales. Además, en este tipo de programas, quienes gritan o se pelean con más frecuencia adquieren notoriedad y fama, reforzando social o económicamente ese comportamiento, lo que puede llevar a un “aprendizaje vicario”: los espectadores que ven estas conductas premiadas pueden reproducirlas. En el caso de Zona Gemelos, altamente accesible y disponible incluso para menores, estos riesgos se potencian, haciendo que la crítica al contenido —su estructura, los comportamientos que promueve y la normalización del conflicto— sea necesaria, sin necesidad de juzgar moralmente a quienes lo consumen. 

En este tipo de programas, quienes gritan o se pelean con más frecuencia adquieren notoriedad y fama, reforzando social o económicamente ese comportamiento, lo que puede llevar a un 'aprendizaje vicario

Por su parte, los espectadores de Zona Gemelos consideran “hipócrita” criticar el programa por encima de otros realities que siguen dinámicas parecidas: “Todos los moralistas critican La casa de los gemelos, pero se vieron Gandía Shore, donde se les alcoholizaba diariamente y se permitían insultos homófobos y gordófobos también”, explica el creador de contenido Pabel. Laura, una seguidora de este reality que prefiere mantenerse en el anonimato, criticaba en conversación con este diario la doble moral presente en quienes critican a Zona Gemelos, que “no dicen nada de Gran Hermano ni de otros programas que echan en la tele cuando son iguales”. En redes sociales también es común la defensa de este programa: “La isla de las tentaciones bien que la miráis, ¿no? Siendo prácticamente lo mismo”, escribe una usuaria en TikTok.

Respuesta a nuevas necesidades

La audiencia joven no consume televisión de la misma manera que hace veinte años. En un ecosistema saturado de contenidos digitales, donde los estímulos son constantes y la atención efímera, formatos como La casa de los gemelos 2 ocupan un espacio que antes no existía. Álvaro Soler señala que este tipo de programas responden a nuevas necesidades de consumo: ofrecen una combinación de intensidad emocional y contenido extremo que resulta atractivo precisamente porque la sociedad contemporánea se ha vuelto más difícil de sorprender o escandalizar.

Núria Marín, periodista y escritora, comenta en conversación con este diario que la televisión generalista “ya no conecta con el público”: “El mundo del reality ha estado ofreciendo el mismo plato constantemente con los mismos personajes y las mismas tramas durante muchos años. Esto ha llevado a que el público se aburra de ver gente perfecta y prefiera más autenticidad, eligiendo este contenido tan bajo en lugar del que ofrece la televisión”. 

Todos los moralistas critican 'La casa de los gemelos', pero se vieron 'Gandía Shore', donde se les alcoholizaba diariamente y se permitían insultos homófobos y gordófobos también

Pabel creador de contenido

El éxito del formato podría responder entonces a una necesidad de nuevo entretenimiento entre los jóvenes, que, según la periodista, se sienten “huérfanos de diversión” y están cansados de la imagen de “gente perfecta en internet”. Además, Marín reflexionaba en sus redes sobre cómo probablemente ya no basta con consumir contenido en una sola pantalla: la audiencia joven quiere interactuar, comentar y ver cómo los concursantes responden a sus comentarios en tiempo real, buscando un nivel de participación que la televisión tradicional no puede ofrecer.

¿El streaming sustituirá a la televisión tradicional?

La segunda edición de La casa de los gemelos llega en un contexto en el que Gran Hermano 20, el clásico de Mediaset tuvo que ser cancelado antes de tiempo tras registrar mínimos históricos de audiencia. Este contraste genera preguntas sobre si los formatos de streaming están empezando a desplazar a la televisión tradicional.

Sergio Soriano, redactor de verTele, explica que comparar ambos mundos no es sencillo. A diferencia de la televisión, donde empresas como Kantar Media recopilan y auditan las audiencias (de manera aceptada por productoras, cadenas y anunciantes), en Internet no existe un sistema de medición unificado. Además, las audiencias se recopilan de forma distinta: mientras la televisión ofrece la media de espectadores que han seguido un programa completo, YouTube solo indica el número de dispositivos conectados en directo. Esto no permite saber cuántas personas reales hay detrás de cada dispositivo conectado: podría ser una sola persona, varias, o ninguna. Además, existe la posibilidad de que bots inflen artificialmente las cifras. Soriano señala que, incluso aceptando estos datos al pie de la letra, la audiencia real de Zona Gemelos estaría “a años luz” de programas consolidados como La isla de las tentaciones, que cuentan con un alcance masivo y cifras de espectadores fiables y verificadas.

La audiencia joven quiere interactuar, comentar y ver cómo los concursantes responden a sus comentarios en tiempo real, buscando un nivel de participación que la televisión tradicional no puede ofrecer

De esta manera, La casa de los gemelos 2 refleja cómo los formatos digitales pueden estar redefiniendo la manera en que consumimos entretenimiento y la relación de la audiencia con la televisión. Su éxito pone de manifiesto la demanda de contenidos más extremos, inmediatos y participativos, especialmente entre los jóvenes, pero también plantea desafíos éticos y sociales: la normalización de conflictos, la exposición a conductas agresivas y la accesibilidad a menores hacen que la crítica al formato sea necesaria, sin necesidad de juzgar a quienes lo ven. En definitiva, este fenómeno evidencia que la sociedad contemporánea busca emociones más intensas y autenticidad, mientras los límites tradicionales de la televisión y la sensibilidad cultural se ven desafiados.

Se ha intentado contactar con la dirección de La casa de los gemelos 2 para conocer su visión sobre el programa y su impacto, pero hasta el cierre de esta edición han manifestado su reticencia a hablar con este diario.

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