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Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

Ha fallecido uno de cada 1.000 habitantes en España a causa de la COVID-19

Hospital de campaña de Ifema, en Madrid

Anton Erkoreka / Josu Hernando

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La RAE define la palabra 'pandemia' como “enfermedad epidémica que se extiende a muchos países”, aunque su ámbito semántico es mucho más amplio y difuso. Una pandemia es mucho más que un microorganismo extendiéndose a muchos países: hay que añadirle la morbilidad que produce, sus efectos secundarios, la mortalidad, sus repercusiones demográficas, económicas, políticas, en las relaciones sociales, las costumbres y todos los aspectos de la vida… Por eso, cuando hablamos de la pandemia de la COVID-19, provocada por un virus bautizado con el retorcido nombre de SARS-CoV-2, estamos refiriéndonos a todo un conjunto de elementos y circunstancias que tenemos que tener en cuenta.

Los muertos que han producido las pandemias históricas los hemos estimado, casi siempre, en base al exceso de mortalidad que han producido. Por ejemplo, según las investigaciones de Monteano, si antes de la pandemia de peste negra de 1348, el reino de Navarra tenía 250.000 habitantes y, tras ella, quedó en 125.000 habitantes, deducimos que la tasa de mortalidad que provocó la peste fue del 50 % de toda la población (es decir, murieron 500 por cada 1.000 habitantes). Para hacer esa estimación no hemos necesitado el certificado de defunción de todos los fallecidos ni más datos adicionales.

La OMS y casi todos los países del mundo, utilizan un sistema de recuento en base a los diagnosticados de la enfermedad que fallecen a causa de la misma. En la COVID-19, los diagnosticados mediante PCR que fallecen se contabilizan y esa cifra se publica en sus informes a los que tenemos acceso todo el mundo. El Situation Report-136 (4 june 2020) nos señala que, en todo el mundo, han contabilizado 6.416.828 casos y han fallecido 382.867 personas. Luego los desglosa por regiones y países (por ejemplo en las Américas 3.022.824 casos con 168.553 fallecidos o en Europa 2.211.148 casos con 182.308 muertos).

De esta manera, un único sistema (aunque sea imperfecto) nos permite seguir la evolución de la pandemia en el mundo y, algo muy importante, compararla con las anteriores. Por ejemplo, con las cifras de la hermana gemela de la actual pandemia, el SARS de 2002-2003, a la que la OMS atribuyó 8.096 casos y 774 muertos, o la gripe A (H1N1) de 2009, con 1.632 258 casos y 284.500 fallecidos.

Ponderar la importancia de los datos oficiales de la OMS y de las autoridades sanitarias, no quita para que también manejemos otros datos ofrecidos por entidades privadas que están más cerca del problema. Seguramente nos dan una foto fija más exacta de lo que está ocurriendo en este momento en que parece que se va cerrando la primera onda de la COVID-19 en Europa Occidental. La Asociación Española de Profesionales de los Servicios Funerarios (AESPROF) ha dado a conocer un 'Estudio de mortalidad real en España por la pandemia de coronavirus' en el que señala que el exceso de mortalidad que calculan para el período entre el 14 de marzo y el 25 de mayo, ha sido de 43.985 fallecidos. Esta cifra la comparan con la oficial, para ese período, que se sitúa en 28.109 fallecidos.

Según los datos más recientes del MoMo (sistema de monitorización de mortalidad diaria), en España, hasta fin de mayo se han registrado un total de 120.931 defunciones, cuando las estimaciones ofrecían una cifra de 77.930 fallecidos. Por tanto, tenemos una 'sobremortalidad' de 43.002 personas, un 55 % más de lo esperado, cifra muy similar a la ofrecida por AESPROF y muy superior a la oficial. Incluso el INE y algunos medios que lo citan estos días, lo elevan a 47.123

La 'sobremortalidad' no ha afectado igual a todos los grupos sociales. Tal y como puede extraerse de los informes del MoMo, la mortalidad en exceso por debajo de 65 años ha sido de 2.180 personas. En cambio, por encima de esa edad nos encontramos con una elevada mortalidad por encima de lo proyectado de 40.541. En lo que al sexo respecta, también encontramos diferencias. Han fallecido 2.240 hombres más que mujeres, a pesar de que son mucho más numerosas las mujeres por encima de 65 años debido a su mayor esperanza de vida (se esperaban casi 2.000 defunciones más en hombres que en mujeres).

Las diferencias son abismales y, a pesar de ello, debemos considerar las dos cifras, creando una horquilla con la tasa de mortalidad mínima y máxima para toda la población de España (47.649.000 en 2020). A principios de junio la tasa de mortalidad oficial y mínima sería de 0,5 por 1.000 habitantes y la real, según estas fuentes, sería de 1 por 1.000 habitantes, es decir de cada 1.000 españoles uno ha fallecido por la pandemia de coronavirus.

Si desglosamos las cifras por comunidades, nos encontramos con diferencias abismales. La comunidad de Madrid (6.663.394 habitantes en 2019) presenta, a 1 de junio, una tasa de mortalidad oficial y mínima de 1,3 fallecidos por 1.000 habitantes y una tasa máxima y real de 2,3 por 1.000 habitantes. En el extremo opuesto tenemos a Canarias (2.220.270 habitantes en 2019) con una tasa de 0,04 fallecidos por 1.000 habitantes. Exactamente igual a lo que ocurrió en 1918 en que Canarias, según las cifras oficiales de la época, no se vio afectada por la gripe española.

Por cierto, es triste y preocupante que, después de 100 años, un nuevo virus que brota en China y se expande como la pólvora por todo el mundo esté provocando, en ésta su primera onda, una tasa de mortalidad de 1 por 1.000 habitantes. Exactamente la misma tasa de mortalidad que provocó el nuevo virus H1N1 que brotó en 1918 y se expandió también como la pólvora, por todo el mundo. En su primera onda que se visibilizó en la ciudad de Madrid, entre mayo y junio de 1918, provocó una tasa entre el 1 y el 1,7 por 1.000 habitantes según tomemos los datos del Boletín de la Estadística Municipal de Madrid o del Registro. No conocemos bien todas las razones de estos paralelismos entre las pandemias de 1918 y 2020, pero constatamos que hace 100 años, como ahora, Madrid y Canarias se situaron en las antípodas estadísticas de afectados por ambas pandemias.

A pesar de los evidentes adelantos de la medicina en este siglo y de utilizar todos nuestros recursos, no hemos conseguido disminuir la mortalidad ni mejorar las tasas de 1918. Ante esta constatación de debilidad, deberíamos prepararnos ante el posible escenario de una segunda onda pandémica de la COVID-19 este otoño, que, si sigue las pautas de pandemias históricas como la gripe española o la de Hong Kong, sería mucho más grave y con unas tasas de mortalidad mucho más elevadas. Las improvisaciones de última hora a las que tan aficionados son los políticos y las administraciones españolas están condenadas al fracaso y a que cometamos errores como el de las residencias de ancianos, el retardo en tomar medidas contundentes y la falta de medios con que tuvo que abordar la pandemia nuestra sanidad pública.

*Anton Erkoreka y Josu Hernando, Museo Vasco de Historia de la Medicina (UPV/EHU)

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